Es
innegable que el público siente cierta atracción por los documentales sobre la
vida de estrellas de la música o el cine que han tenido un final desolador. Son
numerosas las cintas que nos cuentan pedazos de historias, suposiciones sobre
la psicología de grandes ídolos o multitud de entrevistas de conocidos dando su
propia opinión. "Kurt Cobain: Montage of Heck" se suma a esta
infinita lista, pero, a diferencia de otros tantos que intentaban dar sentido a la
caótica mente de este cantante, cuenta con el beneplácito de la familia, siendo
su hija, Francis Bean Cobain, y su esposa, la cantante Courtney Love, las que
firman como productoras.
Con
apenas unos días de exhibición y escasos cines dispuestos a incluirla entre su
oferta, la obra del director norteamericano Brett Morgen rescata, de nuevo la
intensa polémica que gira entorno al artista. A día de hoy, sigue siendo
complicado entender cómo un joven de 27 años decide poner fin a su existencia
y, a pesar de que sus últimos instantes no quedan recogidos en el largometraje,
es cierto que deambula por su intimidad, dejando que el propio espectador
llegue a las conclusiones que crea convenientes.
La cinta es verdaderamente
dinámica, aunque cuente con poco más de dos horas de duración que
transcurren en un abrir y cerrar de ojos. Ante nosotros vemos desfilar, en forma de collage,
grabaciones caseras de la familia en formato Super-8, partes de animación que
recogen su adolescencia, fotografías, demos
desconocidas, libretos de canciones, diarios y dibujos muy personales, y, cómo
no, entrevistas de sus allegados. Su viuda, su madre Wendy, su padre Don, su
hermana Kimberly, su compañero Krist Novoselic o la primera novia Tracy dan voz
a esta experiencia y desvelan claves para acercarnos más al misterioso
cantautor.
Nos
inmiscuimos en ese otro lado de Cobain, en esa intimidad desarrollada desde su
adolescencia hasta su último mes. Vemos cómo se comportaba, cómo era realmente,
complementando a otros documentales realizados sobre él, en los que tan sólo se
limitaban a contar su historia, la misma que podemos encontrar una y otra vez
en diversas plataformas. Su narración se extrae únicamente del material
disponible, pero nos quedamos con un sabor agridulce cuando escuchamos al líder de
la banda decir que se siente constantemente “violado” y eso, precisamente, es
lo que hacemos a través de este trabajo, adentrarnos demasiado en su privacidad.
¿Es necesario conocer tanto de un artista? ¿No somos capaces de quedarnos con
su faceta pública, sino que nos puede ese lado sensacionalista, poniendo en venta
su parte más oscura y profunda?
Es
cierto que algunos venden más muertos que vivos y éste es otro claro ejemplo de
ello. Sí, tal vez su familia haya querido rendir un homenaje al hombre que fue
padre y esposo, pero al final nos queda una sensación innecesaria. Y no sólo
esto. La opinión pública siempre ha recriminado el comportamiento de Courtney
e, incluso, los fans de Nirvana la han juzgado como la principal causa del
suicidio de Kurt. Sus minutos de intervención parecen más una limpieza de
imagen en vez de mostrarse como la viuda del afligido artista. Nadie la ha juzgado a
través de este metraje, pero ella lo utiliza para justificar todos sus actos y
sentirse redimida de tal culpa. ¿Era acaso necesario? ¿No es una forma de
alimentar más los juicios paralelos? Irremediablemente deja ese sabor de boca,
esa sensación de que la cinta se ha hecho con este tipo de fines más que para
honrar la memoria de la estrella.
Por supuesto, la banda sonora es de lujo, con himnos tales como "Smell Like Teen Spirit" o "Something in the Way"junto a otros temas desconocidos por su público. "Kurt Cobain: Montage of Heck" no recoge ninguna novedad
para quienes son fans del cantante, pero no deja de ser un documental curioso,
interesante, que invita a ir más allá, a sobrepasar los límites entre la figura
pública y la difícil personalidad de quien lideró el grupo de grunge más importante de
la historia.
Lo
mejor: el desconocido material que nos ofrece y que nos hace disfrutar de
momentos intensos y divertidos. El perfil psicológico de un sufrido y
atormentado cantautor. El fantástico repertorio de canciones que repasan toda una carrera.
Lo
peor: las últimas intervenciones de Courtney intentando mostrar una superflua inocencia. La extraña contradicción entre los deseos y mensajes de Cobain y
este trabajo.
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