Detrás de toda guerra se encuentra un auténtico inferno que
nunca se aprecia a simple vista. Los medios de comunicación sólo cubren una muy
reducida franja de este tipo de conflictos, mientras que el cine de no ficción
suele profundizar con una mayor focalización. Sin
embargo, no hay nada que nos pueda ofrecer una visión completa de ello si no se
es testigo directo. Tal vez esta fue la idea que tuvo Chris “el suizo” para decidir introducirse de lleno en esta clase de escenarios. Mientras la
mayoría huyen de ellos, otros se acercan con diferentes motivos, desde
investigar y realizar trabajo de campo hasta unirse al ejercito para combatir
por ciertas ideas, independientemente de que sea o no su país de origen.
Después de participar en el Festival de Animación de
Hiroshima con su primer cortometraje “Chrigi” (2009), la directora y guionista suiza
Anja Kofmel da el salto al gran metraje con “Chris the Swiss”, que fusiona las
imágenes de archivo y el documental con la imaginación, es decir, una ficción que nos
proporciona a través de la animación. Sin embargo, el relato supone algo más
importante de lo esperado, puesto que estamos ante un fragmento de vida, un recuerdo íntimo
que ha forjado a la mujer que es hoy Kofmel. Chris es su primo, fallecido en
Croacia. Su cuerpo apareció el 7 de enero de 1992, en plena guerra de los
Balcanes, con el uniforme de un grupo paramilitar, pero nadie supo las causas
por las que fue asesinado. Sus cuadernos de apuntes llegaron a manos de su
familia, pero las últimas páginas fueron arrancadas. ¿Qué es lo que le ocurrió
a Chris? ¿Qué descubrió y escribió en sus libretas, que con tanto recelo
alguien no quiso que publicara? Y, por tanto ¿quién fue su asesino? La cineasta ha crecido rodeada de muchos de estos interrogantes, por lo que
el principal objetivo de su primer largometraje es desentrañar todo el
secretismo que rodea a los últimos instantes en la vida de su primo.