Hace
ya mucho tiempo que el afamado director japonés Hirokazu Kore-eda se ganó un
meritorio hueco entre los cineastas asiáticos contemporáneos más importantes
gracias no sólo a los éxitos que ha cosechado a lo largo de su carrera, sino
también a la sensibilidad con la que trata ciertos temas que resultan
peliagudos. En esta ocasión, su trabajo sigue profundizando en la cuestión de la familia,
pero partiendo una premisa que nos hace reflexionar, incluso, antes de
visualizar “De Tal Padre, Tal Hijo”. Dos niños fueron intercambiados al
nacer por error del hospital y, tras 6 años de desconocimiento por parte de los
padres, el centro les reúne para explicarles el fatídico incidente,
proponiéndoles la posibilidad de cambiar el futuro de los críos o mantener la
situación tal y como está.
El
autor trata de ponernos en la piel de todos los personajes, de tal forma que,
en todo momento, nos sentimos partícipes de su existencia, obligándonos a
plantearnos qué haríamos nosotros ante tan delicada circunstancia. ¿Sería más
correcto quedarnos con el pequeño que hemos estado criando como hijo durante
todos estos años o es más legítimo recibir al nuevo miembro por ser sangre de
tu sangre? El tema que, por desgracia, tiene un alcance universal y que en los
últimos años ha sido bastante sonado en España, resulta más complejo bajo la
mirada del tradicionalismo y las costumbres asiáticas. Los lazos de sangre condicionan
su forma de vivir e, incluso, la sociedad nipona es capaz de determinar el tipo
de personalidad que se tiene gracias al grupo sanguíneo al que pertenecemos. Por
supuesto, Kore-eda
se sirve de ello para realizar una suave crítica al condicionamiento que se
establece a partir de unos valores que se han quedado obsoletos.
Con
los premio del público y del jurado en el Festival de San Sebastián y de Cannes
respectivamente y la oferta del veterano director Steven Spielberg, que no ha podido
esperar para realizar un remake de la cinta, la historia se
siente verdaderamente cercana gracias a la minuciosa labor realizada con cada
uno de los personajes, de entre los que destaca el actor Masaharu Fukuyama en el papel de Ryota,
un arquitecto de éxito que ve rota su felicidad y a quien principalmente
acompañamos en sus reflexiones y sentimientos. Su empleo le lleva a distanciarse
en parte de su familia, mostrando frialdad con su hijo, que vive bajo una serie
de estrictas normas, cumpliendo con total resignación su rol dentro de una casa
con alto poder adquisitivo. En contraposición, el otro padre afectado por el
caso, Yudai
(Lily Franky), es más permisivo, prestando una mayor atención y
cariño sobre sus pequeños retoños, mientras que gana su sueldo con un mediocre
trabajo familiar. Tras conocerse, ambos experimentarán profundos cambios que el
cineasta ha sabido plasmar a la perfección, haciendo un especial hincapié entre
la gran duda que absorbe a Ryota, su lucha entre la razón y sus emociones,
entre lo políticamente correcto y que le ha venido socialmente impuesto o lo
que realmente desea. Por su parte, vemos pocas pinceladas en la psicología de las madres, Midori (Machiko Ono) y Yukari (Yôko Maki), las cuales intentan exteriorizar su frustración y dolor en cada momento, pero el autor prefiere centrase en la figura paterna y sus reacciones.
Su
excelente desarrollo cae en el melodrama de lágrima fácil en su final, aspecto
que Kore-eda
podría haber resuelto fácilmente si hubiera dejado la historia abierta, sin
reincidir en demasía en ciertos temas, manteniendo la sutilidad y emotividad
que llevaba utilizando desde el principio. Su sencillez en la narración también
se ve reflejada a través de la fotografía a cargo de Mikiya Takimoto, que deja todo el
protagonismo a los hechos bajo el acompañamiento del clásico compositor Beethoven.
Una más que idónea elección para remarcar la simpleza de un drama que no deja
de ser una joya atemporal y de obligado visionado.
Lo
mejor: la intensidad de una historia contada con total sutileza y tacto. La
brillante interpretación de Masaharu Fukuyama.
Lo
peor: el final melodramático con el que pierde la calidad que la cinta
había conseguido en su desarrollo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario