El
baño de intensos colores que nos ofrece el cineasta estadounidense Andrew Thomas Huang
a través de “Solipsist” resulta una experiencia asombrosa. Tras la exhibición
de su primer cortometraje, “Doll Face”, en 2007, el director se
abrió paso en varios festivales y en el mundo de la publicidad y del videoclip,
con proyectos junto a los islandeses Sigur Ros y Björk, para la que realizó una pieza de realidad
virtual en 360º con la presentación de “Stonemilker”, tema extraído de su
último álbum “Vulnicura”.
Con
el Premio del Jurado del Festival de Slamdance de 2012 entre sus manos, este
trabajo de corte experimental no viene a expresar nada a partir de su guion, ya
que la labor estética y visual es la que cobra máxima importancia. Construido a
partir de la idea del “solipsismo”,
es decir, de la creencia metafísica en la mente de uno mismo, del yo propio, Huang
crea tres espacios totalmente distinguidos. El metraje comienza con dos mujeres
situadas espalda contra espalda. Con un suave balanceo en aumento, las ramas
las rodean poco a poco hasta que la vegetación las absorbe. En su segunda
parte, el espacio se disuelve para mostrar a una serie de criaturas acuáticas
que interactúan hasta multiplicarse e invadir todo el mundo submarino que
iluminan con sus destellos chispeantes. Finalmente, el autor cierra su título
con dos hombres que, aparentemente, surgen confrontados como si fueran a
iniciar un clásico duelo. Con el cuerpo pintado, de su unión se desprende arena
de color extraída de su interior hasta generar un placentero caos explosivo.
El
hipnotismo de la psicodelia nos envuelve de la intensidad armónica de este performance repleto de arte moderno
entre encuentros, texturas, colisiones y representaciones de una naturaleza que navega en
las profundidades de nuestro yo. La conjunción entre el trabajo visual
realizado, la cuidada vestimenta, escogida con suma delicadeza; y los pequeños
títeres de los que Huang se sirve, originan una odisea cautivadora y
atractiva que combina técnicas digitales y artesanales por igual.
El talento
que despliega “Solipsist” resulta impresionante y abrumador. Su gran riqueza
cromática, que baña los 10 minutos que dura esta pieza, forma parte esencial de
un entramado que fusiona el ámbito natural con la tecnología. Sin duda alguna,
la gran experiencia que nos ofrece no pasa desapercibida gracias al magnetismo
visual que deleita nuestros sentidos.
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