A la
vista está que, aunque una película cuente con un excepcional elenco actoral,
si la historia se construye a base de clichés con una temática que vemos
constantemente en cartelera, la fórmula no funciona. El director neoyorquino Akiva Goldsman
dejó atrás el mundo de las series televisivas para debutar en el séptimo arte
con “Cuento
de Invierno”, un largometraje basado en la novela del escritor
estadounidense Mark
Helprin y enfocado en la fantasía de un amor que es capaz de superar
cualquier tipo de barrera por imposible que sea.
Peter Lake (Colin
Farrell) es un ladrón de origen irlandés que, por casualidades del
destino, conoce a una bella joven gravemente enferma desde hace varios años. Beverly Penn (Jessica Brown Findlay) se encuentra en el interior de su lujosa casa cuando el protagonista se
cuela sigilosamente para robar, pero, en su primer encuentro, se enamoran
inesperadamente. Desde ese momento, Lake
se ve envuelto en arriesgadas circunstancias que le llevan a enfrentarse,
incluso, a su propio jefe, Pearly Soames (Russell Crowe), que, además,
trabaja para el mismísimo diablo (Will Smith). Sin embargo, su amor por Beverly
le hará imparable, hasta el punto de viajar en el tiempo por ella.
El
único encanto de esta cinta recae sobre los nombres que configuran su cartel,
puesto que el guion simplemente desarrolla un mediocre romance poco atrevido y
edulcorado que carece de total interés. En esta ocasión, el galán viene
encarnado por Farrell,
que, a pesar de tener un papel bastante sencillo, realiza una labor decente sin
sobresalir por encima de sus compañeros. Por su parte, Jessica Brown, a quien volveremos
a ver en la gran pantalla el próximo noviembre con el nuevo filme de Paul McGuigan,
“Victor
Frankestein”, en el que también participa Daniel Radcliffe, cuenta con el
beneplácito de la crítica en lo que viene siendo una más de las jóvenes promesas
del cine hollywoodiense. Su cálida y encantadora belleza eclipsa en todo
momento, consiguiendo una estupenda química con Farrell en lo que, probablemente, sea
uno de los trabajos más insípidos que lleve a cabo en su trayectoria.
Sin
duda alguna, el más llamativo de todos es Crowe como villano de esta historia, al que, por
cierto, le suele sentar bastante bien el lado oscuro. Haciendo hincapié en sus
más que correctas expresiones, logra ganarse al espectador con su incansable
búsqueda de Lake.
Poco se puede decir del polifacético Will Smith, un actor que normalmente encandila al
público con sus proyectos y que, en este caso, opta por la vertiente antagónica
en lugar de ser siempre el héroe sin deslumbrar ni un ápice de lo que nos tiene
acostumbrados. Su poca credibilidad viene reflejada, incluso, en su rostro, a
través del cual percibimos una chocante bondad en quien debería ser la
reencarnación del mal.
Poco
se puede empatizar con una trama que incluye cuestiones tan románticamente tradicionales
como el destino preestablecido, la búsqueda del alma gemela idílica o el amor que
se desarrolla por encima de todo y más allá del tiempo. Junto a la clásica
sensiblería, el guion incluye algún que otro toque de comicidad en sus diálogos
que al menos aportan cierto ritmo a las dos horas de metraje. Bajo un halo
surrealista en el que se enfrentan ángeles y demonios como luces y sombras
respectivamente, se construye una efectiva y elegante labor fotográfica a manos
del director estadounidense Caleb Desnachel. Quien en su día se encargó del
trabajo artístico de “Ana y el Rey” (Andy Tennant, 1999), “El
Patriota” (Roland Emmerich, 2000) o “La Pasión de Cristo” (Mel Gibson,
2004), entre otras famosas producciones, consigue elaborar una atractiva
atmósfera de fantasía sobre escenarios de gélida belleza. Por su parte, el
compositor alemán Hans Zimmer y el inglés Rupert Gregson-Williams resaltan de
forma sublime la emotividad de una cinta que, si no llega a ser por su aporte
técnico y el cartel del que dispone, no tendría valor alguno.
Lo
mejor: la calidad artística que posee en cada una de sus imágenes, con
escenarios invernales de fantástico valor.
Lo
peor: Hollywood sigue repitiendo fórmulas disfrazadas de distintos
contextos repletos de clichés extremadamente usados.
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