Afirmar
que existe el crimen perfecto prácticamente suena a una peligrosa utopía que
sólo puede llevarnos por el camino de la locura y la obsesión, pero los
hermanos y directores franceses Arnaud y Jean-Marie Larrieu, no contentos con
este planteamiento, arriesgaron en dar un paso más allá con “El Amor es un
Crimen Perfecto”. Ya de por sí, el título genera toda clase de expectativas, a
las que se suma la fantástica trayectoria del film noir francés que tantos
éxitos ha cosechado. Sin embargo, esta adaptación de la novela “Incidences”
(2010) del escritor Philippe Djian pasó sin pena ni gloria entre la crítica,
que la calificó, sobre todo, de una producción un tanto mediocre que apelaba a
una morbosidad fallida y a un género al que apenas se acercaba.
Presentada
en el Festival de Toronto de 2013, la cinta nos traslada a una región montañosa
entre Suiza y Francia, en donde Marc (Mathieu Amalric), un carismático hombre
de mediana edad, trabaja dando clases como profesor de Literatura en la
Universidad de Lausana, mientras convive con su posesiva hermana Marianne
(Karin Viard). Con una vida aparentemente tranquila, esconde un seductor lado
oscuro que le lleva a mantener relaciones sexuales con varias de sus alumnas.
Con el fin del invierno, una de sus estudiantes, Bárbara, desaparece de
repente, por lo que su madrastra Anna (Maïwenn) decide hablar con Marc al
mismo tiempo que la policía inicia las investigaciones para esclarecer lo
sucedido y poder encontrarla. En esta situación de tensión, el protagonista
también debe hacer frente a Annie (Sara Forestier), otra de sus pupilas que
despliega su obsesivo deseo por el profesor en forma de acoso, poniendo en
peligro su propio empleo.
El
principal encanto de la película, sin duda, es la presencia del veterano
Mathieu Amalric. El actor posee una trayectoria más que envidiable y, sobre
todo, trasnacional, en la que ha colaborado con directores de la talla de
Arnaud Desplechin, Alain Resnais, Luc Besson, François Ozon, Raoul Ruiz, Tsai Ming-liang, Wes Anderson, Steven
Spielberg, David Cronenberg o Roman Polanski, entre otros muchos; al igual que
también se ha colocado tras la cámara en más de una quincena de proyectos, en
su mayoría cortometrajes. La experiencia le avala y, en este caso, no es una
excepción. Con una muy notable actuación, la cual supone el punto fuerte de la
producción, saca el máximo partido a un personaje realmente complicado, con una
gran carga de matices que nadan en las ambigüedades y una profundidad
psicológica que evidencia cómo él mismo es su principal enemigo pese a las
adversidades. Un hombre inmerso en plena crisis identitaria, embargado por la
rutinaria seducción que le ofrecen las jóvenes más cercanas, que marcha a la
deriva arrastrado ciertos problemas para socializar con su alrededor y que posee una
imposibilidad por exteriorizar sus emociones.
Junto
a él, destaca un elenco a la altura, como la espléndida Karin Viard, que aporta
grandes dosis de desequilibrio al personaje de Marc. El toque más cálido viene
de la mano de la sensual Maîwenn, mientras que Forestier se encarga de la parte
más explosiva y morbosa, creando una gran variedad de sensaciones ante tal
heterogéneo ramo de personajes. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, “El Amor
es un Crimen Perfecto” cae en una reiteración malsana que, para colmo, se acentúa
con la lentitud con la que se desarrolla la trama. Los ingeniosos diálogos, al
menos, aportan frescura jugando con los límites de la evidencia y aportando
valiosos toques de humor. La obra de los hermanos Larrieu simplemente queda en
el olvido, como cualquier otro drama romántico que coquetea con el clásico
suspense.
No
es la primera vez que el director de fotografía Guillaume Deffontaines forma
parte del equipo de los dos cineastas, como en “Le Voyage aux Pyrénées” (2008),
pero, en esta ocasión, su labor es prácticamente impecable. La turbia y
misteriosa atmósfera parece poseer el don de la palabra, envolviendo a los
personajes en una intriga inmoral de lo más atractiva, aunque pierda fuerza por
el pausado ritmo de la cinta. Los magníficos paisajes montañosos que
encontramos como telón de fondo suponen un escenario de tétrica belleza para la
que podría haber sido una excelente producción. “El Amor es un Crimen Perfecto” es, por desgracia, fallida, a pesar de todos los esfuerzos que Arnaud y
Jean-Marie Larrieu. Su fuerte caída en la obviedad en pleno clímax se une a su
desesperante pasividad, generando un retrato que, aunque apele a la morbosidad
a través de su premisa, no profundiza formalmente en una narración en la que,
como es evidente, nada es perfecto y mucho menos el amor.
Lo
mejor: el fantástico elenco, que encara personajes realmente atractivos y con
gran profundidad, especialmente, la interpretación realizada por Amalric.
Lo
peor: la película necesita un mayor trabajo a la hora de aportar el ritmo necesario o, al
menos, el suficiente para no acabar con el suspense que se crea con tan
fantástica atmósfera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario