La
generación de los 80 tuvo el placer de criarse prácticamente con un cine
dedicado a ellos en exclusiva. Hablamos de aquellas comedias románticas que
captaban la atención de todo adolescente y que solía catapultar a jóvenes
promesas que hoy en día ya son actores y actrices consagrados, aunque muchos de
ellos se quedaran por el camino y acabaran haciendo carrera en televisión
ganando una popularidad bastante reducida. No obstante y, mirándolo por el lado
bueno, pocos pueden decir que su trayectoria se acabó en aquella década.
El
director estadounidense John Hughes fue uno de los cineastas más sonados
de aquellos años y es que sabía perfectamente cómo enganchar a sus espectadores
con historias divertidas, pero que, a su vez, reflejaran los problemas de una franja
de edad que hasta entonces era la gran incomprendida. El clásico “Dieciséis
Velas” (1984), con una interesante pelirroja de nombre Molly Ringwald,
que acabaría siendo la reina del subgénero, daría paso a la conocida “La
Mujer Explosiva” (1985), “El Club de los Cinco” (1985), que
acabaría siendo su obra más aclamada por la juventud, o “Todo en un Día” (1986),
protagonizada por un pícaro Matthew Broderick. A ellas les seguirían muchas
otras cintas que, aún hoy, siguen siendo carne de cañón para la caja tonta y es
que Hughes
fue y sigue siendo un artista indispensable en nuestro ocio.
Para
“La
Chica de Rosa” volvió a contar con Ringwald, pero, en esta ocasión, cedió su sitio
tras las cámaras al neoyorquino Howard Deutch. Sin embargo, siguió en las sombras
como guionista del proyecto, al que consiguió darle su propia autoria mientras
se encontraba inmerso también en el rodaje de “Todo en un Día”. De nuevo,
su inteligente y sencilla fórmula de conquista funcionó a través de la historia
de Andie (Molly
Ringwald), una creativa estudiante de clase humilde que ha sido
abandonada por su madre y cuyo padre continúa desempleado. Cada día sufre el
acoso de sus compañeros de clase, mientras que dedica sus sueños a Blame (Andrew
McCarthy), el típico chico popular y de buena familia que resulta
ser bastante tímido. Su mejor amigo desde la infancia, Duckie (Jon Cryer), esta enamorado
de ella a pesar de conocer sus sentimientos, por lo que no duda en intentar
quitarle de la cabeza la idea de salir con Blame.
En
aquellos momentos, Ringwald era uno de los rostros más famosos del
cine adolescente. Sofisticada, extravagante, de gran personalidad y
prácticamente única, unos encantos que nunca pasaban desapercibidos, pero que
no supo aprovechar, rechazando proyectos que podrían haberla ensalzado y que,
sin embargo, provocó que se mantuviera en un segundo plano en su trayectoria
artística. La química entre la pelirroja y McCarthy es fantástica con unos personajes que son
totalmente opuestos y es que, mientras que Andie es arrolladora y no le importa ser ella
misma, Blame
es todo un cobarde, preocupado por la imagen que proyecta y con pocos encantos,
aunque la protagonista parece no importarle ese detalle. Por su parte, los
momentos más alocados y emocionales vienen encabezados por Duckie, el eterno amigo que acompaña
a Andie
como si fuera su sombra, dejándose llevar por un amor no correspondido. El
actor, a quien conocemos, sobre todo, por su papel en la mítica serie “Dos
Hombres y Medio” junto a Charlie Sheen, se encarga de dos de las mejores
escenas de la cinta: su entregado playback
de “Try
a Little Tenderness”, de Ottis Redding, y su momento de soledad sobre un
triste colchón, enmarcado por “Please, Please, Let Me Get What I Want”,
de The Smiths,
un instante que ha pasado a la historia junto al clásico tema de los
británicos.
Precisamente,
éste es otro punto clave en las comedias románticas de Hughes. El cineasta siempre procura
incluir en su banda sonora las mejores canciones del momento. Por eso, “La
Chica de Rosa” hace un brillante repaso al panorama pop de la época con
The Psychedelic
Furs, INXS, OMD, Echo and the Bunnymen, Suzanna Vega y New Order, entre otros. Todo un lujo
para una edulcorada producción que es considerada como uno de los mejores
largometrajes para adolescentes.
Lo
mejor: la excepcional banda sonora y el interesante elenco actoral con el
que cuenta, algunos más reconocidos que otros.
Lo
peor: es la típica historia cuyo final ya conocemos en exceso.
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