Kurt Waldheim fue un diplomático austríaco que llegó a la
Secretaría de las Naciones Unidas entre 1972 y 1981 y a la Presidencia de
Austria entre 1986 y 1992. Un hombre de éxito entregado por completo a la
política y al Partido Popular Austríaco que supo ganarse al pueblo a través de
sus carismáticos discursos. Sin embargo, y pese a los logros que obtuvo durante
su madurez, su juventud estuvo ligada al partido nazi, un controvertido pasado
que trató no sólo de negar, sino también de tergiversar. La polémica siempre le
persiguió a lo largo de su carrera y, pese a que un comité internacional de
historiadores se prestó a investigar la vida de Waldheim entre 1938 y 1945, lo
cierto es que no se encontraron evidencias suficientes que permitieran juzgarle
por crímenes de guerra.
Los medios de comunicación internacionales se hicieron eco
de este hecho durante años, pero el político nunca estuvo dispuesto a admitir
nada de su participación en el nazismo, explicando que su servicio como oficial
en el ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial era un deber que,
durante la época, le obligaba a obedecer a la Austria Alemana. Tal conflicto no
hizo sino arrastrar la memoria histórica de su país durante décadas, en las que
periodistas e investigadores esperaban cualquier pequeño error en sus discursos
para certificar lo que ya era conocido por toda la sociedad. El seguimiento de
toda una polémica vida queda recogido en “El caso Kurt Waldheim”, el documental
realizado por la directora y guionista austríaca Ruth Beckermann, que ha sido
premiado en el DocAviv Film Festival y en el
Atlántida Film Fest 2018 con el premio del público.
Con gran experiencia en el cine documental, la autora ha sido reconocida en múltiples ocasiones por sus simbólicos trabajos, desde “Jenseits des Krieges” (1996), sobre los crímenes de guerra de la Wehrmacht; o “Those Who Go Those Who Stay” (2013), sobre las huellas de la inmigración. En sus obras siempre quedan presentes las heridas del pasado, recurriendo a la memoria histórica independientemente del espacio y tiempo que trate. Tras el éxito en festivales de su segundo largometraje de ficción, “The Dreamed Ones” (2016), un título creado bajo su propia productora, Ruth Beckermann Filmproduktion, la cineasta regresó a su zona de confort para retratar la carrera de Waldheim en forma de recordatorio. Una narración sumamente inteligente que rescata un magnífico material de archivo para contextualizar con gran astucia la ambigüedad, la misteriosa sombra del político.
Con gran experiencia en el cine documental, la autora ha sido reconocida en múltiples ocasiones por sus simbólicos trabajos, desde “Jenseits des Krieges” (1996), sobre los crímenes de guerra de la Wehrmacht; o “Those Who Go Those Who Stay” (2013), sobre las huellas de la inmigración. En sus obras siempre quedan presentes las heridas del pasado, recurriendo a la memoria histórica independientemente del espacio y tiempo que trate. Tras el éxito en festivales de su segundo largometraje de ficción, “The Dreamed Ones” (2016), un título creado bajo su propia productora, Ruth Beckermann Filmproduktion, la cineasta regresó a su zona de confort para retratar la carrera de Waldheim en forma de recordatorio. Una narración sumamente inteligente que rescata un magnífico material de archivo para contextualizar con gran astucia la ambigüedad, la misteriosa sombra del político.
Discursos, entrevistas, posados, documentos, etc. La riqueza
de las imágenes aporta un inigualable atractivo al metraje, pero, aún más
importante, ofrecen toda la información posible para posteriores cuestionamientos.
La vida del diplomático austríaco es, en sí misma, todo un gran acontecimiento.
Un hombre que ha escalado hasta lo más alto de su carrera obviando totalmente
su juventud y, pese a que ya han transcurrido varias décadas desde aquellos
hechos, aún, a día de hoy, requiere una profunda reflexión al respecto. ¿Se han
hecho las cosas de la mejor manera posible?, ¿se ha condenado como debiera las
atrocidades del pasado? En pleno siglo XXI conocemos las respuestas y, con el
paso del tiempo, descubrimos cada vez más errores cometidos en una memoria
histórica que, a veces, hace pensar que todo ha sido una auténtica farsa.
El peso de tal cantidad de imágenes de archivo hace que la
obra de Beckermann se resienta en algunos puntos, en donde ciertas declaraciones
se extienden en demasía. No obstante, y a pesar de tales momentos que, en
definitiva, son escasos, el metraje capta fácilmente nuestra atención,
arrastrándonos a un pasado de forma apasionante. El ocultismo con el que se ha
tratado a Waldheim durante sus últimas décadas de vida no hace sino acrecentar
nuestra curiosidad, avivar la llama de la injusticia en una época en la que ya
deberíamos entrar en el proceso de reconciliación. Sin embargo, parece que esto
aún no se producirá. Es imposible cuando escuchamos tales realidades. La
memoria colectiva sigue guardando un obvio rencor por el que las heridas
todavía no han cerrado.
No se puede olvidar la barbaridad, ni los verdugos de tales
brutalidades. Esto es precisamente en lo que profundiza Beckermann, el dolor de
quienes no pueden perdonar, de quienes ensalzan la voz de los que ya no están,
mientras los grandes líderes mundiales miran hacia otro lado siempre en favor de sus propios
intereses. El siglo XX, los años de las grandes guerras, de los mayores
avances, de los más cruentos conflictos, de corrupciones, violencia y mentiras,
permanece en la sombra, acechando en todo momento para lidiar con juicios
tardíos. Las tristes verdades quedan expuestas en “El caso Kurt Waldheim”, uno
más de tantos extraños “olvidos” que nuestra historia permite de manos de
quienes la escriben.
Lo mejor: un fantástico documental construido con gran
cantidad de material de archivo.
Lo peor: ciertos fragmentos se extienden excesivamente,
ralentizando el ritmo del metraje.
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