Aunque el género documental sigue pasando desapercibido tanto en la cartelera como, en menor medida, en los festivales, muchos grandes cineasta no olvidan coquetear con la realidad, engrosando su filmografía con diversas experiencias para gozo de sus seguidores. Sin ir más lejos, en 2012, David Lynch presentaba su último documental de larga duración, “Meditation, Creativity, Peace”, en donde se recogía su famoso tour de conferencias en escuelas de cine sobre la meditación incorporada al proceso creativo, al que más tarde siguió, ese mismo año, el cortometraje “Idem Paris”. Martin Scorsese se asociaba con David Tedeschi en 2014 para analizar diversos ámbitos de Estados Unidos a través de la hemeroteca de la revista New York Review of Books en “The 50 Year Argument”. Incluso, Paul Thomas Anderson regresaba con “Junun” a finales de año. Un mediometraje sobre Jonny Greenwood, miembro de la mítica banda Radiohead, y su nuevo disco, grabado en la India. Simples ejemplos para comprobar que son pocos los que se resisten a captar pequeños pedazos de la vida que nos rodea.
El director francés Michel Gondry es todo un veterano en el medio y es que, entre película y película, no dudaba en utilizar la cámara para otros menesteres, como captar una fiesta en un callejón en “Block Party” (2005) o su visita a su querida tía Suzette en “The Thorn in the Heart” (2009). Sus dos últimos documentales hasta la llegada de “Is The Man Who Is Tall Happy?” en 2013, en donde queda plasmado un intenso acercamiento a la vida del lingüista, filósofo y activista estadounidense Noam Chomsky. Todo un ejercicio mental que resulta apabullante en su hora y media de duración a causa del gran número de cuestiones científicas y lingüísticas que se tratan.
El autor nos muestra su lado más curioso, ingenuo y hasta, en cierto modo, infantil para adoptar el rol de alumno frente al profesor. Sin duda, esta faceta despierta gran comicidad gracias a la naturalidad con la que son planteadas sus dudas o, incluso, las confusiones creadas por su bajo nivel de inglés. Su actitud queda delatada nada más comenzar la cinta, cuando el realizador confiesa sin miramientos que siente cierto nerviosismo al estar en presencia del “pensador vivo más importante”. Obviamente, Gondry no se quedaba corto ante tal declaración y es que el largometraje recorre, de forma amena, el pasado del polémico intelectual, su infancia y juventud y, en definitiva, la intimidad de su vida, para, a su vez, intercalar algunos argumentos sobre creatividad, religión, tecnología, la muerte, la percepción del mundo que nos rodea, etc.
El cineasta no duda en hurgar en las profundidades de la mente de este interesante hombre a través de más de una veintena de exhaustivas preguntas, siendo, alguna que otra, excesivamente personales. Es más, Chomsky se niega a contestar, precisamente, a una de ellas, relacionada con los sentimientos que tenía en el momento en el que falleció su esposa. Independientemente de este tipo de confianzas, las reflexiones se suceden a contrarreloj y es que Gondry tenía el deseo de terminar cuanto antes este trabajo para que el afamado lingüista pudiera disfrutarlo. El autor no permite los silencios, tan sólo teorías que se entrelazan con algunas divagaciones y una gran cantidad de ejemplos para que el espectador no se pierda entre tanta información y es que es inevitable sentir cierto agotamiento ante el exceso en determinados instantes del metraje, sobre todo, si uno no llega a dominar este territorio.
“Is The Man Who Is Tall Happy?” no es un documental al uso. No estamos ante una simple presentación de la típica personalidad de nuestro tiempo, sino que se trata, más bien, de una obra compleja, cuyo encanto reside en el aspecto visual. El realizador completa el material con animación para apoyar los testimonios de Chomsky y sus propios pensamientos al respecto. Con su inevitable sello autoral, los dibujos suponen toda una vigorosa explosión colorista con suma sencillez, maestría y un encantador aire aniñado difícil de olvidar. Con una primitiva cámara Bolex de 16mm, cuyo sonido nos acompaña a lo largo de toda la pieza, queda plasmado un valioso material verdaderamente enriquecedor. Una cinta más que indispensable que requiere ser visionada en varias ocasiones para poder analizar al completo todos los pensamientos, vivencias, teorías y explicaciones que expone una mente tan privilegiada como la de Noam Chomsky a través de la vertiente más creativa de Michel Gondry.
Lo mejor: el brillante trabajo técnico que realiza el autor. Cada una de las interesantes aportaciones de Chomsky.
Lo peor: el gran esfuerzo que el espectador debe realizar a la hora de sumergirse en el documental.
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