Tuvieron que pasar nada menos que 5 años para que el director madrileño Fernando León de Aranoa, se animara con su siguiente ficción, dejando a un lado su faceta de documentalista. “Un Día Perfecto”, producción española filmada en inglés, mantiene ese toque terrenal del autor al igual que en sus anteriores obras. “Familia” (1996), “Barrio” (1998), “Los Lunes Al Sol” (2002), “Princesas” (2005) o “Amador” (2010) se centraban en el drama social, en historias sencillas de alma crítica y personajes intensamente emotivos, aunque no todas ellas tuvieron igual impacto en el espectador, siendo ésta última la más irregular.
Para esta ocasión, nos trasladamos a la zona de los Balcanes en plena década de los años noventa. El conflicto armado ha dejado a la población viviendo en la más extrema pobreza, luchando por la supervivencia del día a día. La película acompaña a un grupo de cooperantes internacionales durante 24 horas, en las que intentarán mejorar las circunstancias de un pueblo que ve cómo el suministro de agua potable es cortado. Un cuerpo sin vida yace en el interior de un pozo, por lo que el equipo sufrirá grandes dificultades para poder sacarlo y devolver cierta normalidad a los habitantes del pequeño pueblo.
Mambrú (Benicio del Toro), un veterano que desea regresar a su hogar, está al frente de la misión. Mujeriego sin remedio, debe hacer frente también a la presencia de su exnovia, Katya (Olga Kurylenko), una supervisora que debe controlar el servicio humanitario y si es necesario que siga su presencia en la región. Junto a ellos, colaboran el alocado B (Tim Ribbins), Damir (Fedja Stukan), un traductor veterano, Sophie (Mélanie Thierry), una nueva cooperante, y el pequeño Nikola (Eldar Residovic), un niño que representa a todas las víctimas de este tipo de calamidades provocadas por el propio ser humano.
Una aventura repleta de improvistos, de sufrimiento, de vínculos sentimentales y de compañerismo en la que tiene cabida la comedia a través de unos brillantes e ingeniosos diálogos que dinamizan los poco más de 105 minutos de metraje. Aranoa realiza un claro homenaje a la humanidad de las personas en este tipo de conflictos sirviéndose de la novela “Dejarse Llover”, escrita por la expresidenta de Médicos Sin Fronteras, Paula Farias. La sencillez de la narración se sustenta en una visión modesta y liviana de la complicada situación cuando su evolución reclama una mayor implicación y tensión que logre extraer cierta empatía por parte del espectador. Cada conflicto es desarrollado de forma tranquila y edulcorada gracias al sentido del humor, que, en ocasiones y ante la conocida crueldad, es agradecido, pero su crítica social queda ensombrecida por un resultado demasiado camuflado por el concepto de “película agradable”. La falta de pasión ante la denuncia no invita a la reflexión, no deja ese poso que se podía haber desprendido de una historia con grandes posibilidades.
Mientras que la subtrama protagonizada por el niño, Nikola, y su relación con Mambrú consigue despertar toda nuestra atención, la vertiente más romántica entre éste y Katya no termina de cuajar, puesto que no sólo no avanza con el transcurso del tiempo ni aporta nada en el argumento general, sino que, además, no trasciende más allá de unas pocas escenas. Sin embargo, lo que sí resulta interesante es ver cómo el cineasta se enfrenta ante una cinta bélica sin la necesidad de mostrar lo más convencional del género. No hay enfrentamientos ni grandes explosiones, pero sí un escenario en el que se palpan las consecuencias de una devastadora guerra desde un punto de vista sutil y realmente audaz.
La presencia de Benicio del Toro ya es suficiente reclamo como para no perderse “Un Día Perfecto”. Con una interpretación sumamente natural a la que se añade la dificultad de tener que comunicarse en varios idiomas, el actor protagoniza los mejores momentos junto a Robbins. La estupenda química entre ambos es el punto de mayor interés del largometraje, mientras que el peso dramático recae sobre Thierry, con un personaje novato en batallas, pero más crítico y justiciero que los demás. Más correcta es la actuación de Stukan, mientras que Kurylenko no saca todo el partido a este trabajo. El español Sergi López también figura entre el elenco con un papel meramente anecdótico y sin importancia.
La tierra de Granada sirve de escenario para el sello inigualable del director de fotografía Álex Catalán. Prueba de ello son las más recientes “Anochece en la India” (Chema Rodríguez, 2014) y la premiada “La Isla Mínima” (Alberto Rodríguez, 2014), con terrenos áridos, solitarias carreteras e impresionantes planos aéreos. Junto a tan fantástica labor, una banda sonora algo estridente en ocasiones, pero con un repertorio de lujo, compuesto por el popular cover de “Sweet Dreams” de Marilyn Manson, la voz de Marlene Dietrich en “Where Have All The Flowers Gone?” o el tema de Lou Reed que da título al filme, “Perfect Day”.
“Un Día Perfecto” es un simple ejemplo de lo que ocurre en cada conflicto armado, de la ayuda humanitaria de ciertos equipos, de los imprevistos que surgen para dar esperanza a pueblos castigados. Aranoa realiza un largometraje de lo más correcto y sencillo, pero con pocas dosis de denuncia e implicación, quedando totalmente atenuadas cuestiones que podrían facilitar una posterior reflexión por parte del espectador y que, en cambio, pasan desapercibidas, mitigadas por diálogos marcados por el sentido del humor que deja atrás la crueldad de las consecuencias del belicismo.
Lo mejor: la gran química que despliegan en pantalla Benicio del Toro y Robbins.
Lo peor: la falta de crítica social. Una banda sonora excesivamente irregular.
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