“Eros”
rinde homenaje a uno de los cineastas europeos más importantes a nivel mundial, el italiano
Michelangelo Antonioni. Una obra compuesta por tres mediometrajes en los que,
como es de esperar, no puede faltar la mano del autor, que une fuerzas a otros
grandes directores del cine más actual, como el estadounidense Steven
Soderbergh y el chino Wong Kar-Wai, pesos pesados del séptimo arte que funden
su creatividad para presentar tres piezas que giran en torno a un único tema:
el erotismo. Tan sólo esta condición rige los parámetros de una cinta nada estricta, que respeta, por encima de todo, la libertad de sus artistas.
Con
su visión personal, construyen una original producción que expone y confronta las influencias
cinematográficas y narrativas de América, Europa y Asia para formar un todo de notable
calidad, pero con serios altibajos, puesto que, por desgracia, resultan
inevitables las comparaciones, aunque nos enfrentemos a diferentes estilos y
enfoques a cada cual más dispar. Reflexiones silenciadas, humor absurdo entre
inseguridades y un dramático romanticismo presentado con suma delicadeza hacen
de “Eros” un proyecto realmente atractivo, no por los nombres que lo respaldan,
sino por la maestría con la que cada uno se desenvuelve, imponiendo, por supuesto, su propia autoría, sus experiencias e inquietudes y todo su conocimiento profesional sobre el terreno.
“THE DANGEROUS THREAD OF THINGS” (“El Hilo Peligroso de las
Cosas”) de Michelangelo Antonioni:
Se
trata del último metraje de quien, en su día, creó las películas más
imprescindibles de la historia del cine, como su aclamada Tetralogía de la
Incomunicación, compuesta por “La Aventura” (1960), “La Noche” (1961), “El
Eclipse” (1962) y “El Desierto Rojo” (1964).
Situado
en la costa de la Toscana italiana, el veterano realizador extrae un cuento de
su propio libro “Quel Bowling Sul Tevere” (1983) para llevar a cabo una pieza que presenta
la distante relación entre Cloe (Regina Nemni) y Christopher (Christopher
Buchholz). Sus frías vacaciones se cimentan en una discusión y la posterior ausencia
de comunicación, alejándolos cada vez más de la pasión, el cariño y el amor.
Los constantes silencios sacan a relucir unos defectos poco a poco más evidentes y
menos soportables. De repente, el protagonista se encuentra con una nueva mujer,
Linda (Luisa Ranieri), que es físicamente similar a Cloe, con quien despliega
todo un arrebato de pasión.
El
realizador explora los espacios por los que se mueven sus desnudos personajes,
que tan sólo son cuerpos deslizándose a través del esplendor de la naturaleza,
de su luminosidad infinita, convirtiendo cada plano en pura belleza clásica
bajo el sello habitual del autor. Su ambiguo mensaje nos deja suspendidos entre
arrebatos pasionales y amores solitarios, mientras nos conmovemos ante tal
afine técnico, pero, a pesar de todo, se trata del metraje más flojo de los
tres, evidenciando cómo Antonioni, pese a su obvia maestría, sigue conservando
un estilo narrativo muy generacional que nos traslada directamente al
clasicismo de sus obras.
“EQUILIBRIUM”, de Steven Soderbergh:
Su carrera creativa ha sufrido grandes altibajos y, sin ir
más lejos, sólo hay que recordar que se puso tras las cámaras para rodar la
superflua e innecesaria “Magic Mike” (2012). No obstante, muchos preferimos
tener presente su excelente debut con “Sexo, Mentiras y Cintas de Vídeo”, que
logró la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 1989, entre otros galardones, y, además, se convirtió en toda una película de culto.
Pese
a ello, “Equilibrium” pasa desapercibido en su trayectoria con un guion que
saca a pasear la comicidad más ridícula
del autor con una historia que protagoniza el archiconocido actor Robert Downey Jr.
en el papel de Nick Penrose, un ejecutivo de publicidad que necesita acudir a
una sesión de psicoanálisis con su Dr. Pearl (Alan Arkin), que resulta ser un profesional
bastante disperso. No pretende escuchar a su paciente, sino que le despierta
mayor interés observar a través de los ventanales con sus prismáticos o lanzar
aviones de papel, mientras Nick no para de hablar, dejando salir su neurosis por culpa de un sensual
sueño con una atractiva mujer que intenta camuflar con su crisis laboral y personal.
Situada
en Nueva York, en 1955, Soderbergh no duda en encerrarnos con los personajes en
el claustrofóbico y minimalista salón de una vivienda, destapando temores y
obsesiones que se camuflan por la superficialidad y la incomunicación, una
cuestión en la que coincide con Antonioni, aunque, en este caso, el
estadounidense prefiere optar por el gag humorístico sin adornos ni reflexiones
demasiado rebuscadas.
El
trabajo técnico es bastante llamativo, con un curioso juego entre realidad y sueños
que presenta en blanco y negro y en color, respectivamente. Acompañado de dos
grandes actores que realizan una fantástica labor interpretativa, el cineasta
se pierde en sus propias divagaciones y experimentos para, al final, dejar poco
espacio al tema central.
“THE HAND”
(“La Mano”), de Wong Kar-Wai:
Para
cuando se puso sobre la mesa este proyecto, el realizador chino ya se había
ganado un nombre a nivel internacional gracias a largometrajes como “Días
Salvajes” (1990), “Chungking Express” (1994), la memorable “Happy Together”,
que le sirvió en bandeja el premio a Mejor Director en el Festival de Cannes de
1997, o la esencial “Deseando Amar” (2000), con la que expandió sus fronteras
con presencia en varios certámenes.
En
1963, el joven aprendiz de sastre Zhang (Chang Chen) reside en los suburbios de Hong Kong
cuando, un día, acude a la casa de una prostituta de lujo, Hua (Gong Li), para
tomarla medidas. Desde ese mismo instante, se enamora perdidamente de ella. Los
años transcurren sin remedio y él sigue prendido de una mujer que comienza a
tener tiempos difíciles, viéndose obligada a desprenderse de sus ricas pertenencias y
a exponer su cuerpo en plena calle por falta de clientes.
Amores
imposibles que Kar-Wai luce en uno de sus mejores trabajos, lleno de
sensibilidad romántica con ese toque que tanto le caracteriza. La delicadeza
con la que aborda el tema del erotismo hace que este último mediometraje se
convierta en el más destacado de los tres, ensombreciendo en demasía a los dos
anteriores y es que, como decíamos al principio de esta crítica, resultan
inevitables las comparaciones.
El
autor desnuda a sus personajes sin necesidad de mostrar ni un ápice de piel,
formando escenas de intensa e irrefrenable pasión. Del preciosismo de sus
imágenes y la empatía de una banda sonora realizada por el compositor alemán
Peer Raben, se desprende un trabajo de abrumadora poesía, consiguiendo atraparnos de
principio a fin sin apenas respiro. Un ejercicio cinematográfico impecable que
corona el especial talento de este cineasta.
El
artista italiano Lorenzo Mattotti se encarga de enlazar cada una de las piezas
con unas magníficas ilustraciones acordes a cada historia y, en especial, al
estilo de cada uno de ellos. “Eros” supone la libertad de creación de
Antonioni, Soderbergh y Kar-Wai y, precisamente, en esa visión tan personal del
erotismo, se extraen múltiples percepciones puestas en tela de juicio por un
espectador que es invitado, en todo momento, a formar parte de esas
interpretaciones.
Lo
mejor: el nivel técnico y la belleza paisajística de la que se sirve “The
Dangerous Thread Of Things”, la absurda comicidad de “Equilibrium” y la pieza
de “The Hand” al completo.
Lo
peor: Antonioni recibió, con razón, severas críticas por la superficialidad narrativa de su
producción. Por su parte,
Soderbergh apenas aprobaba su exhibición, mientras que Kar-Wai se llevó todos
los elogios, incluidos los de público.
No hay comentarios:
Publicar un comentario