jueves, 1 de octubre de 2015

EL SENTIDO DEL EROTISMO (2004)

“Eros” rinde homenaje a uno de los cineastas europeos más importantes a nivel mundial, el italiano Michelangelo Antonioni. Una obra compuesta por tres mediometrajes en los que, como es de esperar, no puede faltar la mano del autor, que une fuerzas a otros grandes directores del cine más actual, como el estadounidense Steven Soderbergh y el chino Wong Kar-Wai, pesos pesados del séptimo arte que funden su creatividad para presentar tres piezas que giran en torno a un único tema: el erotismo. Tan sólo esta condición rige los parámetros de una cinta nada estricta, que respeta, por encima de todo, la libertad de sus artistas.

Con su visión personal, construyen una original producción que expone y confronta las influencias cinematográficas y narrativas de América, Europa y Asia para formar un todo de notable calidad, pero con serios altibajos, puesto que, por desgracia, resultan inevitables las comparaciones, aunque nos enfrentemos a diferentes estilos y enfoques a cada cual más dispar. Reflexiones silenciadas, humor absurdo entre inseguridades y un dramático romanticismo presentado con suma delicadeza hacen de “Eros” un proyecto realmente atractivo, no por los nombres que lo respaldan, sino por la maestría con la que cada uno se desenvuelve, imponiendo, por supuesto, su propia autoría, sus experiencias e inquietudes y todo su conocimiento profesional sobre el terreno.



“THE DANGEROUS THREAD OF THINGS” (“El Hilo Peligroso de las Cosas”) de Michelangelo Antonioni:

Se trata del último metraje de quien, en su día, creó las películas más imprescindibles de la historia del cine, como su aclamada Tetralogía de la Incomunicación, compuesta por “La Aventura” (1960), “La Noche” (1961), “El Eclipse” (1962) y “El Desierto Rojo” (1964).

Situado en la costa de la Toscana italiana, el veterano realizador extrae un cuento de su propio libro “Quel Bowling Sul Tevere” (1983) para llevar a cabo una pieza que presenta la distante relación entre Cloe (Regina Nemni) y Christopher (Christopher Buchholz). Sus frías vacaciones se cimentan en una discusión y la posterior ausencia de comunicación, alejándolos cada vez más de la pasión, el cariño y el amor. Los constantes silencios sacan a relucir unos defectos poco a poco más evidentes y menos soportables. De repente, el protagonista se encuentra con una nueva mujer, Linda (Luisa Ranieri), que es físicamente similar a Cloe, con quien despliega todo un arrebato de pasión.

El realizador explora los espacios por los que se mueven sus desnudos personajes, que tan sólo son cuerpos deslizándose a través del esplendor de la naturaleza, de su luminosidad infinita, convirtiendo cada plano en pura belleza clásica bajo el sello habitual del autor. Su ambiguo mensaje nos deja suspendidos entre arrebatos pasionales y amores solitarios, mientras nos conmovemos ante tal afine técnico, pero, a pesar de todo, se trata del metraje más flojo de los tres, evidenciando cómo Antonioni, pese a su obvia maestría, sigue conservando un estilo narrativo muy generacional que nos traslada directamente al clasicismo de sus obras.



“EQUILIBRIUM”, de Steven Soderbergh:

Su carrera creativa ha sufrido grandes altibajos y, sin ir más lejos, sólo hay que recordar que se puso tras las cámaras para rodar la superflua e innecesaria “Magic Mike” (2012). No obstante, muchos preferimos tener presente su excelente debut con “Sexo, Mentiras y Cintas de Vídeo”, que logró la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 1989, entre otros galardones, y, además, se convirtió en toda una película de culto.

Pese a ello, “Equilibrium” pasa desapercibido en su trayectoria con un guion que saca a pasear la comicidad más ridícula del autor con una historia que protagoniza el archiconocido actor Robert Downey Jr. en el papel de Nick Penrose, un ejecutivo de publicidad que necesita acudir a una sesión de psicoanálisis con su Dr. Pearl (Alan Arkin), que resulta ser un profesional bastante disperso. No pretende escuchar a su paciente, sino que le despierta mayor interés observar a través de los ventanales con sus prismáticos o lanzar aviones de papel, mientras Nick no para de hablar, dejando salir su neurosis por culpa de un sensual sueño con una atractiva mujer que intenta camuflar con su crisis laboral y personal.

Situada en Nueva York, en 1955, Soderbergh no duda en encerrarnos con los personajes en el claustrofóbico y minimalista salón de una vivienda, destapando temores y obsesiones que se camuflan por la superficialidad y la incomunicación, una cuestión en la que coincide con Antonioni, aunque, en este caso, el estadounidense prefiere optar por el gag humorístico sin adornos ni reflexiones demasiado rebuscadas.

El trabajo técnico es bastante llamativo, con un curioso juego entre realidad y sueños que presenta en blanco y negro y en color, respectivamente. Acompañado de dos grandes actores que realizan una fantástica labor interpretativa, el cineasta se pierde en sus propias divagaciones y experimentos para, al final, dejar poco espacio al tema central.



“THE HAND” (“La Mano”), de Wong Kar-Wai:

Para cuando se puso sobre la mesa este proyecto, el realizador chino ya se había ganado un nombre a nivel internacional gracias a largometrajes como “Días Salvajes” (1990), “Chungking Express” (1994), la memorable “Happy Together”, que le sirvió en bandeja el premio a Mejor Director en el Festival de Cannes de 1997, o la esencial “Deseando Amar” (2000), con la que expandió sus fronteras con presencia en varios certámenes.

En 1963, el joven aprendiz de sastre Zhang (Chang Chen) reside en los suburbios de Hong Kong cuando, un día, acude a la casa de una prostituta de lujo, Hua (Gong Li), para tomarla medidas. Desde ese mismo instante, se enamora perdidamente de ella. Los años transcurren sin remedio y él sigue prendido de una mujer que comienza a tener tiempos difíciles, viéndose obligada a desprenderse de sus ricas pertenencias y a exponer su cuerpo en plena calle por falta de clientes.

Amores imposibles que Kar-Wai luce en uno de sus mejores trabajos, lleno de sensibilidad romántica con ese toque que tanto le caracteriza. La delicadeza con la que aborda el tema del erotismo hace que este último mediometraje se convierta en el más destacado de los tres, ensombreciendo en demasía a los dos anteriores y es que, como decíamos al principio de esta crítica, resultan inevitables las comparaciones.

El autor desnuda a sus personajes sin necesidad de mostrar ni un ápice de piel, formando escenas de intensa e irrefrenable pasión. Del preciosismo de sus imágenes y la empatía de una banda sonora realizada por el compositor alemán Peer Raben, se desprende un trabajo de abrumadora poesía, consiguiendo atraparnos de principio a fin sin apenas respiro. Un ejercicio cinematográfico impecable que corona el especial talento de este cineasta.




El artista italiano Lorenzo Mattotti se encarga de enlazar cada una de las piezas con unas magníficas ilustraciones acordes a cada historia y, en especial, al estilo de cada uno de ellos. “Eros” supone la libertad de creación de Antonioni, Soderbergh y Kar-Wai y, precisamente, en esa visión tan personal del erotismo, se extraen múltiples percepciones puestas en tela de juicio por un espectador que es invitado, en todo momento, a formar parte de esas interpretaciones.

Lo mejor: el nivel técnico y la belleza paisajística de la que se sirve “The Dangerous Thread Of Things”, la absurda comicidad de “Equilibrium” y la pieza de “The Hand” al completo.

Lo peor: Antonioni recibió, con razón, severas críticas por la superficialidad narrativa de su producción. Por su parte, Soderbergh apenas aprobaba su exhibición, mientras que Kar-Wai se llevó todos los elogios, incluidos los de público.



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