martes, 6 de octubre de 2015

EL SACRIFICIO DE UNA PROMESA (2014)


Dicen que “tiempos pasados siempre fueron mejores”, pero, aunque sintamos cierta nostalgia por épocas vividas, hay que recordar que el ser humano ha tenido que pasar por un sinfín de calamidades para llegar a la actualidad. Guerras e injusticias, un incontable número de muertes y destrucción a su paso, nuestra memoria histórica nos impide desprendernos de los hechos más importantes de nuestra civilización. 

Por eso mismo, el director JK Youn recupera los recuerdos de su pueblo con la obra, “Oda a mi Padre”, el sexto largometraje de una trayectoria que ha llegado indudablemente a la cúspide. Aunque los inicios del cineasta se centraron en el género de la comedia, en 2009, decidiría dar un giro completo con su quinta cinta, la producción “Tsunami (Tidal Wave)”, que inundó la pantalla de acción y catástrofes para, posteriormente, volcarse de lleno en un melodrama de fuerte intensidad. Cinco años de espera para mostrar una gran película que rinde homenaje a su tierra y que ha conseguido atraer a millones de espectadores al cine, convirtiéndola en una de las películas más taquilleras de su historia, superando, incluso, a grandes superproducciones hollywoodienses.

En 1950, estalla la guerra en Corea, por lo que el pequeño Deok-Su (Eom Ji-Seong) y su familia deciden emprender un éxodo hacia el puerto de Hungnam. Allí se encuentra el SS Meredith Victoria, una embarcación estadounidense que acabará transportando, durante la semana antes de navidad, a 14.000 refugiados desesperados por salir de un país que ha quedado devastado. Entre el tumulto, Deok-Su pierde a su hermana, por lo que el padre decide dejar a salvo a su mujer y sus otros tres hijos para ir a buscar a la niña. Divididos y con la incógnita de saber cuándo se volverán a reunir, el joven protagonista se hará cargo del mantenimiento familiar, lo que le llevará a buscar un trabajo explotador como minero en Alemania durante los años 60, asistir a la guerra de Vietnam a lo largo de los 70 y a buscar a su padre y hermana en los 80. Un fantástico recorrido a su vida que evoca, en gran medida, al protagonista de la oscarizada “Forrest Gump” (Robert Zemeckis, 1994) y que nos lleva por un completo viaje de esperanzas, lucha, promesas, desolación, amor, supervivencia, obligaciones morales y, sobre todo, recuerdos de un pasado sacrificado, de una parte de la historia del siglo XX en Asia.

Hwang Jung-Min es Deok-Su adulto, labor que ha combinado con el drama romántico “Man In Love” (2014), del debutante a la dirección Han Dong-Wook,  y con “Himalaya” (2014), la producción de Lee Suk-Hoon que actualmente se encuentra en post-producción. Un actor de grandes registros que adquirió popularidad internacional gracias al filme “New World” (2013), del cineasta Park Hoon-Jung. En esta ocasión, se encargó, incluso, de envejecer para dar vida a un hombre con mucho que contar. Un estupendo trabajo en el que parece sentirse cómodo junto a su compañera de reparto, Kim Yun-Jin, conocida mayormente por encarnar a Sun en la serie “Perdidos”. El resto del elenco también son caras populares en Corea gracias a las series televisivas o dramas. El veterano Oh Dal Soo es el encargado de propiciar las dosis de humor necesarias como el amigo de Deok-Su, Dal Goo, que le acompaña en cada momento con aires despreocupados y un tanto obsesionado con las mujeres.

Una cinta en tono épico que explota la intensidad melodramática de la trama jugando, principalmente, con las emociones de la población coreana que aún conserva las heridas abiertas del conflicto civil. Una muestra de agradecimiento a todas esas personas que vivieron de primera mano la guerra, que perdieron familiares por el camino, que sacrificaron todo por los suyos o que, por desgracia, hoy ya no se encuentran entre nosotros. Gran trabajo de documentación el de JK Youn para trazar el contorno de ciertos detalles que aportan credibilidad a la narración, haciéndola más cercana para quienes desconocemos el sufrimiento de este pueblo. El guionista Soo-jin Park, además, se encarga de otorgar instantes de comicidad absurda que dinamizan una cruda historia y que, al menos, consiguen que el espectador occidental llegue al final soportando las lágrimas. A estos momentos, se suman personajes célebres, como la figura de Chung Yu-Jung, uno de los empresarios más importantes del país gracias a la fundación del Grupo Hyundai, o el diseñador de moda André Kim, que acude a la tienda de la tía de Deok-Sun, en el mercado de Gukje (Busan), para encontrar una tela especial. Un lugar escogido que en verdad fue el espacio de trabajo de los refugiados y que cobrará suma importancia como punto de encuentro, como cumplimiento de una promesa eterna y como recuerdo de un dolor difícil de tapar, además de ser el título original del largometraje.

Poco más de dos horas en las que se explora un sinfín de cuestiones, desde la constante pobreza de la posguerra hasta el racismo vivido en la ciudad germánica de Duisburgo. Cada minuto es aprovechado al máximo, aunque sobre el desarrollo pese, en gran medida, ese halo previsible que a veces nos acompaña. Vemos las injusticias como minero y el riesgo que supone para la vida de Deok-Su, la cual también arriesgará en el conflicto vietnamita, pero la emoción nos embarga en los 80, cuando los medios de comunicación comienzan a unir a las familias separadas que han logrado sobrevivir. Un plató de televisión que, bajo nuestra mirada, se lucra del sufrimiento, que frivoliza y juega con la desesperación de quienes buscan a sus padres, hermanos o hijos después de tres décadas.

“Oda a mi Padre” posee unas imágenes impresionantes desde el primer momento. Escenas con efectos especiales como la evacuación del puerto de Hungnam o la explosión en tierras vietnamitas resultan impactantes a nivel fotográfico, convirtiendo a la cinta en una gran producción. El guitarrista y compositor Lee Byeong-Woo proporciona la guinda del pastel para crear una verdadera atmósfera épica con una banda sonora que sabe cuándo sacar mayor partido a los instantes más dramáticos de la historia. JK Youn vuelve a contar con su presencia tras “Tsunami (Tidal Wave)”, al mismo tiempo que también colaboraba en la cinta de Bong Joon-Ho, “Mother”, director con el que participó ya en “The Host” (2006). Uno de los músicos de cine más consolidados y autor de piezas para “Dos Hermanas” (Kim Jee-Woon, 2003), “Voice of Murderer” (Park Jin-Pyo, 2007) o “The Face Reader” (Han Jae-Rim, 2013), que completa el fabuloso equipo que da vida a “Oda a mi Padre”.

Lo mejor: un acercamiento a los hechos más importantes de la historia de la península coreana. El fantástico elenco con el que cuenta. Los toques de divertida comicidad que ayudan a pasar el mal trago del dramatismo.

Lo peor: escenas de relleno que no suponen un gran valor en el conjunto de la trama, la cual, en ocasiones, tiende a ser previsible.



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