En los últimos tiempos, se está tratando de otorgar su lugar
a la mujer dentro de la historia del cine. Todavía quedan muchos nombres por
descubrir y reivindicar y, para tal labor, los académicos continúan dando valor a aquellas
cineastas que también aportaron su propio granito de arena en este ámbito. Por
supuesto, aún hay un gran trabajo por delante y, por tanto, qué mejor momento
que dedicar un pequeño espacio a la directora neoyorquina Marie Menken.
Centrada en el mundo artístico y experimental, la autora se encontraba en el
mismo epicentro de las vanguardias modernistas estadounidenses. El tiempo quiso
que artistas de su más cercano círculo se convirtieran en los grandes
protagonistas de esta etapa histórica del séptimo arte, olvidando a otros
tantos que también ejercieron su labor en una época en la que el clasicismo
cinematográfico llegaba a su fin. Sin ir más lejos, fueron los casos de Kenneth
Anger, el gran precursor del mundo del videoclip; o Maya Deren, quien, como ya
es bien sabido, terminó influyendo en la trayectoria profesional de importantes
directores más actuales, como David Lynch.
La inquietud por experimentar nuevas formas de arte y, sobre
todo, por otorgar movimiento a su estilo, llevó a Menken a aparcar el pincel
momentáneamente para cargar con una cámara Bolex de mano de 16 mm y con
manivela con la que acabaría rodando su primera aclamada obra, “Visual
Variations on Noguchi” (1945). Para entonces, sólo había colaborado en la
fotografía y el rodaje de “Geography of the Body” (1943), uno de los
cortometrajes de su marido, el también director y poeta Willard Maas. Menken se
vio rápidamente rodeada por la socialité más bohemia, aquel popular círculo de
Andy Warhol que terminaría impulsando sus ansias por innovar en el mundo del
vídeo arte.