martes, 27 de marzo de 2018

VIAJE A LA DESTRUCCIÓN (1984)


Desde occidente, a día de hoy, sólo los más cinéfilos en el género de animación conocen y disfrutan de las grandes obras maestras que nos ha dejado el llamado “Dios del Manga”, el dibujante y director japonés Osamu Tezuka. Su labor por difundir masivamente el consumo popular de la literatura manga, tan indispensable en nuestros días, le llevó a expandir su carrera al mundo televisivo, en donde, con la indudable influencia de la hegemonía de Walt Disney, se convirtió en uno de los pioneros de la animación en su país a través de su propio estudio, Mushi Productions, con sede en Nerima, aunque actualmente se encuentre en el mismísimo Tokio.

Un ejemplo de sus grandes creaciones, recordado por varias generaciones, fue la serie “Astro Boy” (1963), que nos amenizó las mañanas y tardes de nuestra más tierna infancia; y ni qué decir de aquel largometraje de animación que pareciera una maravillosa obra pictórica y que, hasta hace poco, fue, por suerte, recuperado en formato digital, “The Belladonna of Sadness” (1973). Entre sus más famosas producciones, Tezuka también realizó muchas piezas experimentales en las que ponía a prueba su propia creatividad, como “Jumping”, un cortometraje de 7 minutos de duración, que fue presentado en el Festival de Zagreb de 1984 en colaboración con la compañía canadiense ACC Production y con el que fue galardonado con el Gran Premio del certamen.

martes, 20 de marzo de 2018

EL EMBRUJO DE LA NOCHE (1904)

No cabe duda de que Georges Méliès es uno de los padres del cine narrativo, una carrera que partió de la compra del Teatro Robert-Houdin, cuna de la magia y el ilusionismo y que, posteriormente, recibió la primera presentación pública de aquellas fotografías animadas de los hermanos Lumière, a quienes quiso comprar su patente a pesar de la negativa. Sin embargo, tal rechazo no detuvo su trayectoria, creando su primer metraje en 1896 gracias a la colaboración de un viejo amigo británico, el director de cine Robert W. Paul. Así es como comenzó su nueva vocación, que, a día de hoy, se traduce en los primeros inicios de una fantasía como es la del séptimo arte.

Aquella ingente cantidad de obras que vieron la luz a principios del siglo XX fueron poco a poco rescatadas del olvido gracias a la Filmoteca francesa, siendo restauradas constantemente a lo largo de las décadas para trasladarse a cada uno de los formatos que han pasado por nuestras manos. Precisamente, uno de los muchos ejemplos de los que podemos disfrutar es “La Serenata a la Luna por el Infortunado Pierrot” (“Au Clair de la Lune ou Pierrot Malheureux”). Rodada en 1904, la pieza, de escasos 3 minutos de duración, recoge un pequeño fragmento en el que Pierrot intenta tocar su guitarra frente a la puerta de una casa. Sin embargo, un vecino sale por la puerta para protestar por los ruidos que produce su canto. Ambos discuten, incluso, con espada en mano, provocando que Pierrot, molesto, se refugie en una esquina de la calle para calmar su llanto. Es entonces cuando, entre nubes, surge la luna y, con ella, la noche, acompañada por una mujer que consuela al pobre Pierrot, pero que también le traerá extrañas consecuencias que el protagonista no podrá evitar.

martes, 13 de marzo de 2018

MELANCOLÍA BUSCA AMIGO, RAZÓN AQUÍ (2009)


"Mary and Max", del director, productor y guionista australiano Adam Elliot, cuenta la historia de dos almas incomprendidas, llenas de defectos y virtudes que entran en una espiral de sentimientos y de miedos para mantener una amistad que ni el tiempo ni la distancia parece que pueda acabar con ella. Parecería la típica película para los más pequeños de la casa, por aquella falsa, pero popular idea de que una animación claymotion no suele estar enfocada a un público adulto. Sin embargo, resultó ser todo lo contrario. Estamos ante una cinta con un sentido del humor muy refinado, en el que no todo son bromas que pueda entender un infante.

Después de 5 años y más de 8 millones de dólares gastados, el primer largometraje de Elliot consiguió ver la luz. Es lo que tiene el cine independiente, que, en parte, también es uno de sus encantos. Obras creadas con sumo mimo y cuidado siempre al servicio de relatos magnéticos que desvelan más de lo que a simple vista parece. "Mary and Max" se construye con este mismo mecanismo. Si como comedia funciona, como drama resalta aún más. En su narración quedan plasmados grandes pensamientos e ideas que a todos nos persiguen como una constante en la vida. La felicidad o la soledad son algunas de las cuestiones que se muestran en pantalla, pero requiere más de un incansable visionado para llegar a comprender la profundidad que encierra el metraje del cineasta.

Uno de los personajes que forman parte de su título es Mary, una niña australiana que posee una pequeña marca de nacimiento en la frente a la que no solo odia, sino que además, a su edad, es la principal causa de sus problemas. Precisamente, ese dichoso "ser" provoca las burlas de sus compañeros de colegio, que no se cansan de reírse a su costa, provocando una gran impotencia en la joven. Por eso mismo, decide que lo mejor que puede hacer es dar la espalda a ese mundo que decidió ser cruel con ella a tan tierna edad, aislándose en un rincón del que pretende no saber nada de una vida social que le ha sido arrebatada.

martes, 6 de marzo de 2018

EL CORAZÓN DEL PERIODISMO (1940)



“Luna Nueva” es uno de los mejores ejemplos de lo que realmente caracterizaba a la comedia screwball, un subgénero surgido tras la Gran Depresión de 1929, que logró extender su conquista durante casi 15 años según los investigadores. De gran popularidad para el público internacional, su influencia ha llegado hasta nuestros días, en donde aún se pueden percibir ciertos elementos de esa vía de escape que suponían grandes títulos como “Sucedió Una Noche” (Frank Capra, 1934), “Al Servicio de las Damas” (Gregory La Cava, 1936) o “La Fiera de mi Niña” (Howard Hawks, 1938), obras que han quedado en el eterno recuerdo y que resultan indispensables para todo cinéfilo que se preste a disfrutar de las primeras décadas del séptimo arte.

Aunque el gran director, productor y escritor Howard Hawks es recordado por el mítico thriller policíaco “Scarface, el Terror del Hampa” (1932), la comedia romántica “Bola de Fuego” (1941), los western “Río Rojo” (1948) y “Río Bravo” (1959), o el inolvidable musical “Los Caballeros las Prefieren Rubias” (1953), entre otras muchas, lo cierto es que, en toda su carrera, sólo consiguió un Oscar honorífico en 1975, aunque quizás sea más valorable que su trabajo aún permanezca en las retinas de bastantes generaciones. En esta ocasión y con un argumento similar a otras cintas de la época, “Luna Nueva” se traslada al trepidante mundo periodístico, en donde Hildy Johnson (Rosalind Russell) llega a la redacción para comentarle a su ex marido, el editor Walter Burns (Cary Grant) que se predispone a rehacer su vida con otro hombre, Bruce Baldwin (Ralph Bellamy), con el que pretende casarse pronto y formar una verdadera familia. Walter, sorprendido ante tal noticia, no puede aceptar su decisión, por lo que intenta urdir un plan para lograr que Hildy regrese al periódico y, por tanto, a sus brazos.