Yuko Moriguchi (Takako Matsu) es una profesora de un instituto de secundaria que decide abandonar la enseñanza. Por ello, en el último día de colegio se despide de sus alumnos, pero también les cuenta que su hija de cuatros años, que falleció accidentalmente hace unos años, fue asesinada por dos estudiantes de esa misma clase. Así es cómo comienza una historia de venganza que se desarrolla a fuego lento.
El cine asiático ha generado multitud de cintas en las que se tratan cuestiones como el rencor, un aspecto que ellos mismos saben cómo explotar artísticamente y más cuando hablamos de la carga de violencia. No es raro ver a día de hoy esos thrillers en los que, al poco de arrancar la narración, ya se conoce la identidad del criminal. Y es, por eso, que precisamente son muchos los que creen que "Confessions" pueda perder cierto interés. Eso, como siempre, es una decisión del público.
La película realizada por el director japonés Tetsuya Nakashima es, sin duda alguna, macabra. Su narración es hilada lentamente, sembrando el misterio en un espectador que se mantendrá inquieto a lo largo de los 105 minutos de metraje. Posee ciertos elementos sorpresivos dentro de tan siniestra historia y es que un tema tan peliagudo como el asesinato de una niña perpetrado por dos adolescentes no puede dejar indiferente a nadie. Un debate continuo de la doble moralidad que pueden adquirir los jóvenes, su autodestrucción y las leyes para menores que tratan hecho tan atroces como el expuesto en "Confessions" y que el cineasta no duda en denunciar. Por supuesto, alrededor de esta clase de violencia, salen a la luz problemas como el “bullying” (acoso escolar) y se hace especial hincapié en la educación que reciben los niños en sus propias casas, el trato familiar tanto desde el punto de vista del abandono como el de la sobreprotección. Una falta de correcta atención que hace que en los colegios impere la ley del fuerte contra el débil.
Basándose en la novela de la escritora Kanae Minato, el autor nos desvela la principal incógnita en la primera media hora y no por ello su ritmo decae. Al contrario, cuanto más nos adentramos en la trama, más detalles conocemos de tal fechoría, resolviendo todo tipo de cuestiones que inundan nuestras mentes. Por mucho que hagamos conjeturas, algo irremediable cuando nos enfrentamos a un buen thriller, nada es lo que parece y todo elemento insospechado se convierte en sorpresivo a la menor oportunidad. Planos repetidos y escenas que parecen no tener valor se convierten en la clave indispensable para lograr comprender todo lo que ha sucedido. El tiempo se deleita con cada minucia, movimiento de cámara, gestos, expresiones y miradas. Cualquier aspecto forma parte del origen del suceso para destapar una verdad que ha destruido por completo a Moriguchi, quien no dudará en utilizar una especie de juego psicológico para destapar a los asesinos y desenmarañar lo que realmente le ocurrió a su hija.
Estructurada en forma de videoclip y narrada por la voz en off de algunos de sus personajes, el montaje se nos presenta más tranquilo que la propia historia, construida a partir de los testimonios de los personajes. Sobre la hermosa idea de la búsqueda del amor maternal se asientan los pilares de una perversa telaraña como es "Confessions". La oscuridad no sólo reina en su narración, sino que, además, los directores de fotografía Masakazu Ato y Atsushi Ozawa trasladan esta faceta a la imagen, creando tétricos ambientes en penumbra en contraposición a los deslumbrantes y prácticamente cegadores exteriores.
La cinta de Nakashima simplemente expone el nivel de violencia que habita en el interior de los colegios de cualquier lugar del mundo. Una tónica que cada vez se intenta vigilar más, pero que se castiga menos entre adolescentes que apenas aprenden de estas medidas y que son incapaces de mostrar cierta empatía por los más débiles. Teniendo esto como telón de fondo, "Confessions" se convierte en un thriller indispensable no sólo para los amantes del cine asiático. Un interesante trabajo que fue presentado en el Festival de Sitges de 2010, dentro de su sección oficial, y que arrasó en los premios de la Academia de Cine de Japón.
Lo mejor: la trama arranca de forma poderosa desde los primeros minutos, provocando que queramos saber más. El cuidadoso trabajo de cada plano. La buena mezcla entre thriller, drama y tragedia.
Lo peor: a los neófitos en cine asiático, les parecerá lenta tras el fuerte comienzo. La crítica social que se introduce de fondo. No es recomendable ver el tráiler, pues aporta una visión totalmente diferente de la historia.
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