No solo "Los Simpsons" predicen el futuro. Llegada a nuestro país
gracias a Manga Video, esta cinta nos muestra una situación que nunca ha
podido ser más veraz, sincera y humana. "Roujin-Z" la obra del director Hiroyuki Kitakubo, no es el clásico
telefilm dramático-social de la hora del café ni pretende sacarle la
lágrima fácil a nadie. Es una excelente mezcla de drama y comedia, con
mucha acción y un ritmo trepidante a medida que arranca la trama. El guionista japonés Katsuhiro Ôtomo realiza una mordiente crítica a la sociedad, centrada en dos aspectos.
Por un lado, la dejadez de las familias y el gobierno hacia la tercera
edad, siendo los abuelos vistos como un estorbo, sin apreciar todo
aquello que la cultura tradicional (en este caso, la nipona) veneraba en
las personas mayores; por otro, la escalada tecnológica que, con el
pretexto de facilitar la vida de sus ciudadanos mediante la tecnología y
la robótica, no hace sino alejar a las personas, obligándolas cada vez
más a necesitar de un medio tecnológico para comunicarse con otra gente o simplemente dejándolas a merced de máquinas.
Durante sus escasos 80 minutos de metraje, asistimos a una historia protagonizada por el señor Takazawa, un anciano que desconoce totalmente que ha sido reclutado por el Ministerio de Sanidad. La finalidad de esta acción es la de formar parte de un experimento que, supuestamente, busca el bienestar de la tercera edad y mejores en su asistencia. Para ello, se crea el proyecto Z-001, una cama mecánica que viene equipada por una supercomputadora gubernamental y que debe conectarse al cerebro del paciente para conocer cuáles son sus necesidades. De tal forma que, con esta información, pueda proporcionarle todo lo que requiera al momento. Todo un revolucionario sistema que ha terminado por conquistar a la sociedad, pero del que, en cambio, desconfía Haruko, la enfermera del señor Takazawa.
Con una combinación de los géneros del drama y la comedia, la película de Ôtomo es toda una montaña rusa emocional sin necesidad de grandes alardes artísticos. La clave principal de la que el cineasta hace uso es, precisamente, la capacidad de provocar que el espectador sea capaz de reflexionar sobre aquéllo que se le presenta. La animación no es espectacular, aunque se mantiene siempre a buen nivel, siendo un perfecto ejemplo de la animación habitual de la época. El diseño de personajes, aunque no está realizado por Otomo, sigue claramente su estilo. La banda sonora acompaña perfectamente al filme, con un interesante tema final cuando aparecen los títulos de crédito.
Durante sus escasos 80 minutos de metraje, asistimos a una historia protagonizada por el señor Takazawa, un anciano que desconoce totalmente que ha sido reclutado por el Ministerio de Sanidad. La finalidad de esta acción es la de formar parte de un experimento que, supuestamente, busca el bienestar de la tercera edad y mejores en su asistencia. Para ello, se crea el proyecto Z-001, una cama mecánica que viene equipada por una supercomputadora gubernamental y que debe conectarse al cerebro del paciente para conocer cuáles son sus necesidades. De tal forma que, con esta información, pueda proporcionarle todo lo que requiera al momento. Todo un revolucionario sistema que ha terminado por conquistar a la sociedad, pero del que, en cambio, desconfía Haruko, la enfermera del señor Takazawa.
Con una combinación de los géneros del drama y la comedia, la película de Ôtomo es toda una montaña rusa emocional sin necesidad de grandes alardes artísticos. La clave principal de la que el cineasta hace uso es, precisamente, la capacidad de provocar que el espectador sea capaz de reflexionar sobre aquéllo que se le presenta. La animación no es espectacular, aunque se mantiene siempre a buen nivel, siendo un perfecto ejemplo de la animación habitual de la época. El diseño de personajes, aunque no está realizado por Otomo, sigue claramente su estilo. La banda sonora acompaña perfectamente al filme, con un interesante tema final cuando aparecen los títulos de crédito.
Aunque los más puristas del género digan
lo contrario, ésta ya forma parte de las obras cyberpunk más elogiadas. En ella, no sólo debemos esperar un intenso desfile de "mechas" o criaturas gargantescas, explosiones,
disparos y sangre, y mucho menos debemos quedarnos con estos elementos en nuestra mente. Lo más importante es que su desenlace se centra en cómo el amor, aunque se
muestre monstruoso y terrible, nos persigue y nos busca destruyendo todo,
si hace falta, para llevarnos a donde queremos. Es por eso que nuestra mayor atención se centra en su protagonista, el lugar
al que desea ir y no donde otros le obliguen.
Aunque siempre apostamos por visualizar los metrajes en su versión original, es cierto que, precisamente "Roujin-Z" posee uno de los mejores doblajes españoles que hemos podido encontrar. La labor realizada por Mangafilms es de lo más acertada, ni que decir tiene que la elección de las voces para los personajes principales es magnífica. Podría decirse que, una vez disfrutada la cinta, no cabría esperar mejor trabajo de doblaje que éste. Independientemente de este detalle técnico que no podíamos pasar por alto, la obra de Katsuhiro Ôtomo, complementada con la visión del cineasta Hiroyuki Kitakubo resulta fascinante, aunque sea irremediable percibir el paso del tiempo. Como curiosidad, Ôtomo ideó el guion tras un viaje junto a su esposa a la playa de Kamakura (Kanagawa, Japón).
Lo mejor: el mensaje tras los escasos y justos 80 minutos de película. El doblaje en castellano. El final.
Lo mejor: el mensaje tras los escasos y justos 80 minutos de película. El doblaje en castellano. El final.
Lo peor: se hace corta, pero al menos impide que la trama se enrevese a la forma japonesa e introduzca relleno.
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