Nic (Brenton Thwaites), su novia Haley (Olivia Cooke) y su mejor amigo Jonah (Beau Knapp) son tres estudiantes que investigan el rastro de un hacker. Mientras viajan por carretera, tratan de localizar a un genio informático que, en el pasado, logró acceder a los sistemas del MIT, evidenciando, así, los problemas de seguridad que tenía la organización. Sin embargo, tras conocerse, todo cambia. Nic no es capaz de localizar a sus compañeros, pero, además, se encuentra siendo interrogado por el Dr. Wallace Damon (Laurence Fishburne). Entre ellos surge una batalla de ingenio, mientras el protagonista trata de dilucidar qué es lo que ocurre, dónde están sus amigos y cómo puede liberarse.
Tanto en "Love" como en "La Señal", Eubank demuestra tener mucho talento para crear climas y mantener el suspenso. Sin embargo, y pese a los esfuerzos por crear una obra más redonda que su ópera prima, lo cierto es que su trama de fondo guarda grandes similitudes, que se hacen cada vez más evidentes a medida que avanza el metraje. Tras 95 minutos de diálogos brillantes y una tensión que aumenta lentamente, pero con buen pulso, nos damos cuenta de que uno de los problemas que esta segunda cinta posee es su clímax. Así es, no termina siendo tan satisfactorio como cabía esperar, simplemente porque no contesta todas las preguntas planteadas en su argumento. Aún con ello, la película es lo suficientemente intensa, inteligente e interesante como para ganarse una recomendación en esta época en donde abundan las mediocridades y las ideas refritadas.
El cineasta aprovecha para reflexionar sobre el ser humano y su relación con la tecnología, utilizando también fundamentos del universo espacial. Durante todo el largometraje, nos encontramos elementos que parecen llamar a la contemplación del espectador, algo que no suele ser muy propio en este género. Puede parecer que dichos elementos no tienen ningún sentido, pero sin ellos la cinta sería otra completamente distinta. Es por eso que resulta inevitable recordar al cineasta Terrence Malick y su “El Árbol de la Vida” (2011). Todo ello irá acompañado por una lograda banda sonora a cargo del compositor Nima Fakhrar y unos actores que encajan perfectamente en esta narración .
Sin embargo, no todo va a ser bueno, ya que la historia nos deja
con ese amargo sabor de boca (tan querido para algunos freaks como
odiado para la gente que espera que le den todo hecho) en el que se van
dejando numerosas miguitas de pan entre rizo y rizo de una narración que
parece dirigirse a un merecido desenlace, o no tan merecido. No sería justo hacer spoilers con todo lo que ello conlleva y menos en
una producción con estas características en la que todo va increscendo, potenciando la necesidad de saber más, de despejar todas las incógnitas que se nos plantean. Por lo tanto, la decisión última y su consecuente juicio, como
siempre, la tendréis vosotros. Eso sí, no podemos obviar que Eubank ha arriesgado
en su empeño por realizar un buen trabajo, lo que es bastante meritorio, ya de por sí. No cabe dudas de que ha pensado a lo
grande para construir todo este rompecabezas de ciencia ficción que está más dirigido
hacia el deleite visual que hacia una narrativa coherente en la que se
entre de lleno en la compleja personalidad de los protagonistas, los cuales, por
cierto, sobresalen en la textura final de "La Señal".
En
definitiva, nos encontramos ante una película notable. Debemos tener en cuenta que "La Señal", al tratarse de un largometraje independiente y de bajo presupuesto, no tuvo el marketing necesario para invitar a los espectadores a acudir a las salas a visualizarla. Es más, también hay que valorar que su distribución no llegara a muchas
salas de cine, como suele ocurrir a tantas cintas independientes. No obstante, el hecho de que haya pasado tan desapercibida y que, incluso, sea para muchos toda una desconocida, no significa que no merezca la pena prestarla atención, ya que, sin duda, esta es una de esas obras de las que cuesta olvidarse con
facilidad.
Lo mejor: parte de una de esas historias que te hacen pensar y pensar tras haberla visto y te obligan a un revisionado posterior. Su original planteamiento.
Lo peor: quizá su pretensión de un final, a priori, un tanto exarcebado.
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