Que una cámara pueda registrar tu propia historia, volver a
repetir ciertos capítulos de tu vida hasta la extenuación, rememorar los hechos
tal cual sucedieron, suena a una mágica herramienta de doble filo. El torbellino
de emociones que se manifiestan al repasar nuestros recuerdos convierten cada
experiencia en irrepetible, pero, con el paso del tiempo, la nostalgia cada vez
está más presente en nuestra memoria. Explorar en el presente para evocar el
pasado es una de las ideas que fluía en la mente de la directora noruega Aslaug
Holm cuando decidió ser una espectadora más de las vidas de sus dos hijos
durante 8 años de rodaje para finalmente crear su obra “Brothers”. Lo que simplemente
partió como una excusa para atrapar lo que en un futuro serían recuerdos, no
tardó en convertirse en un proyecto simplemente observacional que desprende
existencialismo a cada instante.
El transcurso del tiempo se refleja en Markus Holm Buvarp y
su hermano pequeño, Lukas, en los constante cambios, no sólo físicos, que les
lleva a modificar su personalidad y gustos, en ocasiones, de forma radical,
pero siempre permaneciendo intacta esa fuerte conexión fraternal que se respira
entre ambos. El primer día de colegio, las travesuras, los amigos, el fútbol,
la música, las decisiones, los deseos, la estética, el primer beso, las risas,
los enfados y su madre, siempre a su lado con cámara en mano hasta, incluso,
llegar al hartazgo. Su inocencia poco a poco se va apagando para dar paso a una
madurez en la que la autora ve cómo irremediablemente se distancian de ella.
Durante los casi 110 minutos de metraje, Holm nos invita a experimentar con la
observación para crear nuevos pensamientos, reflexiones sobre nuestra propia
vida enfocadas a través de la juventud de dos niños y acompañadas por su propia
voz en off.
Lukas se enfrenta a su primer día de clase en la escuela
primaria, en donde se dará cuenta de que no le apetece jugar tras una pelota,
tal y como le inculca su padre, el entrenador del equipo de fútbol. Poco tiempo
pasará para que se dé cuenta de que no lo hace tan mal y de que este deporte le
hará plantearse llegar a ser un jugador profesional o, tal vez, un
ingeniero. Mientras él es más impulsivo, su hermano mayor, Markus, comparte esta
afición junto a la música, por lo que se integra en un pequeño grupo de rock
que le hará plantearse definir mejor su apariencia. Teñirse el pelo de negro o
hacerse un piercing en la oreja serán los primeros pasos para desligarse de la
batuta de sus padres. A su vez, la cercanía de la adolescencia hace que
desarrolle cierto cuestionamiento por el mundo que le rodea, por ideas
existenciales entre las que se encuentra su propio futuro.
“Brothers” no es sólo un documental al uso, sino que enfoca
una perspectiva poética para enfrentarse a la realidad. Solapada y comparada en
cierta medida por “Boyhood (Momentos de una Vida)” (Richard Linklater, 2014),
la cinta rehúsa de cualquier tipo de artificialismo interpretrativo, como en el
caso de la primera. La intrusión de Holm en la vida de sus hijos cada vez es
más extrema, de tal forma que los pequeños no dudan en hacerla entender que
necesitan privacidad en alguna que otra ocasión, al igual que ella misma, que, en
determinados instantes, se ve obligada a dejar la cámara en suelo y cortar la escena para
centrarse en su familia. La autora se siente dividida entre su trabajo y su
intimidad y, a pesar de tal encrucijada, sigue grabando con total naturalidad,
impregnando la película de su propio pensamiento.
Su retrato también lleva consigo de forma implícita la
esencia de una sociedad que, a pesar de tener una imagen tan avanzada de cara
al exterior, en realidad es como otra cualquiera, con sus prejuicios,
tradiciones y conservadurismo. Un aspecto que evidentemente no es el fin de su
documental, pero que forma parte de toda la improvisada historia que, por
supuesto, no termina, sino que acaba de comenzar con la juventud de Markus y
Lukas. Asimismo, la cineasta incluye pequeños extractos de su propia cosecha,
de recuerdos de su infancia junto a sus padres como parte del testimonio de
toda una vida y como el recordatorio que desea dejar a sus hijos.
Un viaje que despierta, con suma elegancia, nuestra empatía,
nuestro propio pasado. “Brothers” abandona toda cronología para crear un
montaje fresco y dinámico, colmado de detalles para crear una visión poética de
la realidad. Holm fusiona el cine y la vida a través de su familia, de una simple
rutina que desvela grandes reflexiones con las que la autora nos invita a
participar. Su exquisito y emotivo desenlace es el colofón perfecto para la
mirada tierna de una madre tanto a su pasado como a su presente y futuro.
Lo mejor: la calidad de su montaje, que ofrece una visión
mucho más poética de la infancia.
Lo peor: el espectador tarda en sentirse involucrado en el documental.
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