Siguiendo con la tónica habitual de los últimos años, las
carteleras se llenan de remakes de todo tipo. La mayoría son totalmente
innecesarios, regocijándose en un despliegue de medios de los que no se podía
disponer en épocas anteriores; otros simplemente perfeccionan una historia,
aportando nuevos giros a una trama que en su día pasó desapercibida. Pocos son
los que se atreven a encarar una cinta que supone tanto riesgo con un público
que ya conoce la historia. Uno de ellos es el director italiano Luca Guadagnino,
que aporta su propia visión de “Cegados por el Sol”, la película que, en
1969, realizaría el cineasta francés Jacques Deray bajo el título “La Piscina”
y cuyo reparto encabezarían los míticos actores Alain Delon y Romy Schneider.
Las comparaciones son odiosas, pero, en este caso, resultan irremediables.
Si el deseo y los celos movían la clásica trama, basada en
la historia escrita por el guionista francés Alain Page, en ésta no iba a ser
menos. Marianne Lane (Tilda Swinton) es una famosa cantante de rock que sufre
una severa afonía. Para tratar de recuperarse, descansa una
temporada en la isla siciliana de Pantelleria junto a su pareja, Paul (Matthias
Schoenaerts), un misterioso fotógrafo más joven que ella. De forma inesperada,
el alocado Harry (Ralph Fiennes), exnovio de Lane, decide ir a ver a la
estrella junto a su preciosa hija Penélope (Dakota Johnson), una coqueta
adolescente que no duda en utilizar sus inocentes armas de seducción. Lo que
parecían unas apacibles vacaciones se convierte en el hogar de las dobles
intenciones y mentiras.
Drama, romance y aires de thriller adornados por una
elegante comicidad que se deslizan entre las manos del guionista estadounidense
David Kajganich, convirtiéndose en un extraño híbrido con gran poder de
atracción. Un agradable producto que atrapa por su cercana e íntima narración
desarrollada a fuego lento, pero que, sin embargo, sufre fuertes altibajos por
culpa de ciertos flashbacks innecesarios, por una introducción que da la sensación de quedar extrañamente paralizada y por un metraje que se alarga excesivamente.
Como si fuera un reflejo de nosotros mismos y de la sociedad de la que formamos
parte, Guadagnino entrelaza la amistad, el amor, los celos y deseos o la
manipulación para desenmascarar a unos personajes que llevan todo el peso de la
película. Esta proyección de la psicología de las relaciones humanas es la
principal culpable de transformar lo que era una bonita e idílica atmósfera
veraniega en un juego inesperado y una interesante intriga que sólo es entorpecida por personajes secundarios poco funcionales que rompen con esa
grata fluidez.
Su reparto atrae toda nuestra atención, con unos
protagonistas sumamente contradictorios. Desde la enmudecida Swinton, que
repite experiencia con el autor tras participar en “Yo Soy El Amor” (2009) y
que no necesita decir ni una sola palabra para expresar claramente lo que desea y siente, hasta el charlatán de Fiennes, volcado en la excentricidad y el
exceso, pero totalmente carismático en cada escena, contando sus viejas
batallas junto a la cantante y encarando instantes de pura comicidad. Por su
parte, Schoenaerts se encarga del musculoso y servicial novio de Lane, que
guarda mucho más de lo que nuestros ojos puedan percibir. El actor puede
presumir de haber tenido un ajetreado año entre la cinta de Guadagnino, las producciones “Disorder” (Alice
Winocour, 2015), “The Loft” (Erik Van Looy, 2015), “Lejos del Mundanal Ruido”
(Thomas Vinterberg, 2015) o la popular “La Chica Danesa” (Tom Hooper, 2015); y diversas
series documentales para la televisión. También es muy destacable, sin duda
alguna, el trabajo realizado por Johnson, que sorprende con su esencia lolita y
juvenil en continuo contraste con su lado más salvaje y sensual que la incita a
coquetear con todo lo que hay a su alrededor.
El director francés Yorick Le Saux se encarga de la labor
fotográfica, pulcramente centrada en el resplandor lumínico del paraje isleño, del idílico escenario mediterráneo.
Al igual que ocurría con Swinton, el cineasta vuelve a colaborar con Guadagnino
tras su experiencia en “Yo Soy El Amor”, su anterior largometraje. En esta
ocasión, la imagen toma personalidad propia, planificando un erótico ambiente
que va en aumento hasta desembocar en un oscuro suspense. Este delicado e
inesperado cambio viene acompañado de una banda sonora con grandes matices,
adaptándose a la historia con asombrosa sencillez. “Cegados por el Sol” es más
que un digno remake, ya que termina por completar y profundizar en aquella
trama que nos presentó Deray a finales de los 60. Un juego que deja en
evidencia la realidad de nuestra condición, la fuerza y las consecuencias de
los sentimientos que sus cuatro personajes van intensificando a lo largo de las
dos horas de metraje. Una historia hilada al detalle, pausada, contemplativa,
que peca en unos pocos detalles, pero que consigue atraparnos hasta el final.
Lo mejor: las fascinantes interpretaciones de su elenco. En
general, es una estupenda revisión de “La Piscina”.
Lo peor: ciertos secundarios que rompen con el suspense y
crean una atmósfera un tanto ridícula. Los innecesarios flashbacks que
interrumpen la fluidez de la narración.
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