Es indudable el gran número de seguidores que ha cosechado
el director tailandés Prachya Pinkaew a través de una carrera que comenzaría en
1992, con ciertos coqueteos con el cine documental y el drama, pero que hasta el año 2003 no despegaría gracias a su inmersión en el mundo del género de acción y las artes
marciales. Su popularidad creció desde el mismo instante en el que vio la luz
su tercer largometraje, “Ong Bak: El Guerrero Muay Thai” (2003), una cinta que,
debido al éxito que cosechó, acabó siendo una saga en manos del propio protagonista, Tony
Jaa, que se estrenaba tras las cámaras apoyado por el cineasta Panna Rittikrai.
Pinkaew realizó un casting en un gimnasio para emprender el
que sería uno de sus trabajos más arriesgados, “Chocolate”, a pesar de contar con un presupuesto limitado. Allí es donde conoció a la ahora actriz JeeJa
Yanin (Yanin Vismistananda), una joven con cinturón negro y 3º Dan de Taekwondo
que acabaría formándose en Muay Thai para encarnar el papel de Zen, una niña
autista que aprende artes marciales a través de lo que ve en la televisión y de
la escuela de boxeo que hay cerca de su casa. Cuando descubre que su madre está
enferma de cáncer y que su tratamiento es muy costoso, decide hacer una lista
de deudores a los que visitar para recuperar el dinero. Junto a su primo,
deberá enfrentarse, incluso, a la yakuza, descubriendo, a su vez, el pasado tortuoso de su madre.
Chukiat Sakveerakul y Nepalee Sakweerakul se encargan de un
guion que comienza como un simple drama al contextualizar la vida de la
protagonista y de sus padres, de tal forma que cualquier elemento emocional va
siendo eliminado poco a poco desde el instante en que Zen prueba sus nuevas
habilidades. A partir de ese momento, la película pasa a sumergirse en escenas
de intensa acción. Las constantes peleas dejan en el olvido las calamidades y
dificultades, prestando únicamente atención a una trama vertiginosa que se
recrea en ángulos imposibles, impactantes combates cuerpo a cuerpo y unas
coreografías insólitas bajo la batuta de Rittikrai, todo un sobrado experto en
el cine de artes marciales. Este “error” le costará caro a Pinkaew, puesto que,
con el desarrollo de la narración, se irán fraguando pequeñas lagunas que no se
resolverán en su desenlace.
Por desgracia, la cinta original, que contaba con 110
minutos de metraje, incluía extractos de películas protagonizadas por otros
héroes cinematográficos del género, como Bruce Lee o Jackie Chan, que tuvieron
que ser suprimidas por cuestiones de copyright, sobreviviendo tan sólo los de
Tony Jaa en “Ong Bak: El Guerrero Muay Thai”. Los 90 minutos de los que se disponen
a nivel internacional revelan ciertos cortes excesivamente evidentes, restando calidad a un trabajo que podría
haber sido perfecto a nivel técnico. A ello se suma la excelente
profesionalidad de Yanin que, sin necesidad de dobles de riesgo, del uso de los
típicos efectos especiales y estando expuesta a extensas jornadas de rodaje,
sale totalmente airosa en el que, hasta la fecha, es el largometraje más
destacado de su escasa carrera. Magullada en más de una pelea, tal y como se
muestra junto a los títulos de crédito, la joven despliega una gran habilidad no
sólo a nivel físico, sino también para la actuación. Por esto mismo, Pinkaew no
dudó en contar con ella para sus siguientes proyectos, “The Kick” (2011), y
“Thai Dragon 2: El Protector” (2013), que también contaría con Tony Jaa. Sin
embargo, desde entonces pocas noticias llegaban de ella, a excepción de una
secuela de “Chocolate” que la productora Sahamongkol anunció tras el éxito de
ésta, pero que, a fecha de hoy, sigue siendo una incógnita. El director y actor
neoyorquino Michael Jai White es el encargado de rescatar a tan interesante
actriz a través de “Never Back Down 3: No Surrender” (2016), con la que
compartirá elenco junto a Josh Barnett y Gillian White.
“Chocolate” tiene el don de dejar en nuestras retinas
escenas inolvidables, en las que Zen debe luchar dentro de una cámara, en un
enorme almacén lleno de cajas o en una pescadería. El fantástico uso del
espacio hace presagiar un desenlace totalmente a la altura, en el que la
protagonista debe deslizarse por un escenario realmente complicado que hará las
delicias de quienes se consideren amantes del cine de acción. Además, podrán
disfrutar de rostros populares como Pongpat Wachirabunjong (Nº 8), y Hiroshi
Abe (Masashi), con los que la intensidad y espectacularidad se elevan al máximo
como principales villanos de la historia. Sin duda, Pinkaew podría haber
conseguido una cinta redonda, pero, a pesar de ello, no nos sorprendería que
“Chocolate” se convirtiera en una película de culto con el paso del tiempo.
Lo mejor: su gran dinamismo. El excelente
trabajo realizado por Yanin. Los instantes de máxima acción.
Lo peor: pese a tener una premisa de lo más interesante, la historia queda olvidada a mitad de metraje, obviando todo el dramatismo que se había desarrollado hasta el momento. Los extraños cortes muy poco cuidados, que evidencian los problemas que tuvo el cineasta con las licencias.
Lo peor: pese a tener una premisa de lo más interesante, la historia queda olvidada a mitad de metraje, obviando todo el dramatismo que se había desarrollado hasta el momento. Los extraños cortes muy poco cuidados, que evidencian los problemas que tuvo el cineasta con las licencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario