El primer largometraje de la directora, guionista, productora y artista franco-libanesa Chloé Mazlo es toda una arriesgada aventura en tierras libanesas. “Bajo los cielos del Líbano” nos descubre una historia muy diferente dentro de los patrones del género dramático a la vez que la cineasta, en colaboración con la guionista Yacine Badday, nos acompaña en una revisión de la memoria histórica a lo largo de casi 30 años de recuerdos y vivencias a través de Alice (Alba Rohrwacher), una joven que decide abandonar su país natal, Suiza, para encontrarse a sí misma. Estamos en la década de los 50 cuando se traslada a vivir a Beirut, en donde logra su primer trabajo y también toma contacto con Joseph (Wajdi Mouawad) en una cafetería. El paso de los días hace que, poco a poco, sus mesas cada vez estén más cerca entre ellas hasta que, por fin, ambos inician una relación. Joseph es un astrofísico que ha iniciado un proyecto de investigación para enviar el primer cohete libanés al espacio. Parece un plan ambicioso, pero en realidad vendría a demostrar que el Líbano se posicionaría en el panorama internacional con una población inmersa de lleno en la modernidad.
Así es como la obra de Mazlo inicia su andadura en tiempos de paz junto a una pareja que irá evolucionando con total normalidad y sin sobresaltos, momentos de felicidad que suceden dentro del matrimonio hasta que el tiempo se detiene en el peor instante posible: estalla la Primera Guerra del Líbano en 1982. A partir de entonces, todo cambia. Alice ve cómo sus amistades pierden sus hogares y se ve forzada a realojarlos en la suya. En las calles, se producen enfrentamientos, mientras la familia se cobija entre cuatro paredes, intentando mantener la normalidad pese a todo. Definitivamente, “La Suiza de Medio Oriente”, como se conocía al país, había quedado reducida a cenizas y, aun teniendo este panorama frente a ellos, Alice se niega a abandonar su casa porque no concibe que sus vidas pueden correr peligro. Aunque bien pareciera que el contexto planteado podría inyectar ese dramatismo con el que se ha categorizado la película, lo cierto es que la sátira domina en todo momento la cinta, pero no por ello se pierde la importancia de los hechos que acontecen durante estos años.
El estilo tan personal y creativo de Mazlo, con una fuerte y evidente influencia de la autoría de Wes Anderson, ya se vislumbraba en sus cortometrajes, que adquieren un matiz mucho más artístico sin necesidad de grandes alardes o elevados presupuestos. Podría decirse que “Deyrouth” (2010), “Les petits cailloux” (2014) y “Conte de fées à l'usage des moyennes personnes” (2015) marcan una primera etapa más experimental en cuanto a su estética, con escenarios muy personalizados. Sin embargo, estos primeros trabajos se interrumpen con los cortometrajes “Diamenteurs” (2016), “Pense-moi” (2017) y “Asmahan la diva” (2019), en donde se aprecia una mayor sobriedad en pos del minimalismo e, incluso, de una imagen mucho más lúgubre. Tal vez, por eso, podemos afirmar con seguridad que “Bajo los cielos del Líbano” supone un equilibro entre todas sus obras, aunque sigue manteniendo un realismo mágico muy particular del que trata de no desprenderse. Con la participación de la veterana directora de fotografía Hélène Louvart, la película se ofrece más edulcorada de lo esperado, pero, al mismo tiempo, la acción se reduce a escasos espacios, propiciando una mirada intimista ante un contexto que simplemente queda, en cierta manera, aislado en el exterior salvo muy contadas ocasiones.
Sabemos que la situación para la familia es extremadamente delicada y difícil, ya que podemos intuir la crueldad y violencia a partir de algunos hechos que les afectan y que acaban minando su estabilidad. La felicidad se ha perdido y ahora solo queda el silencio y la soledad, en el caso de Joseph; o la sensación de haber perdido sin terminar de luchar, como Alice. La guerra destruye amistades y familias, los vínculos que durante años se han ido construyendo y cuidando, para dejar unas calles desoladas y unos edificios reducidos a escombros de un Líbano prácticamente irreconocible. Esta sensación permanece en todo momento, a pesar de no ser testigos de ese daño en el exterior. Durante los 92 minutos de metraje, nos dedicamos exclusivamente a mirar a través de los ojos de Alice con una narración compuesta por “una de cal y otra de arena”. El positivismo de su primera parte, queda derrocado por el belicismo y la distancia que toman los miembros de la familia y es, precisamente, con esta estructura con la que Mazlo consigue atraparnos desde el primer hasta el último instante.
Rodada en Súper 16 mm., “Bajo los cielos del Líbano” es una
obra artesanal realmente fascinante, encumbrada por la labor de interpretación de sus protagonistas. Tanto Rohrwacher como Mouawad forman una
delicada pareja de grandes contrastes. La falta de experiencia del actor apenas
es apreciable y mucho menos en compañía de la actriz italiana, a quien ya
conocimos gracias al popular director Luca Guadagnino a través de sus obras
“Melissa P.” (2005) y “Yo soy el amor” (2009) o a Arnaud Desplechin con “Los
fantasmas de Ismael” (2017). Asimismo, de una manera más global, también vimos
a Rohrwacher en “El cuento de los cuentos” (Matteo Garrone, 2015), sin olvidar
sus colaboraciones con su propia hermana, Alice Rohrwacher. Estos protagonistas creados por Mazlo inyectan vida en un contexto mortal, pero también una diversidad de
matices psicológicos que afloran ante la supervivencia, siendo este el mayor
valor que nos puede ofrecer “Bajo los cielos del Líbano”. Al final solo quedan preguntas sin contestar porque no existen las respuestas correctas, tan solo los efectos del dolor en el rostro de Alice.
Lo mejor: la evolución psicológica de los personajes a lo largo de tres décadas.
Lo peor: algunos verán como un error la falta de presencia del conflicto o, al menos, algo de información al respecto. No obstante, es evidente que Mazlo trata de representar a esos ciudadanos que, en tiempos de guerra, muchas veces no comprenden qué sucede y por qué se está atentando a sus vidas ante su total desvinculación política.
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