martes, 17 de abril de 2018

13 RUE DE HONG KONG (2013)


El cine de terror hongkonés no suele llegar a nuestras manos, pero aquellas que logran conquistar en los circuitos de festivales, al menos, permiten disfrutar de un tipo de cine que sorprende por el propio desconocimiento occidental de aquellas leyendas asiáticas que son capaces de poner nuestro bello de punta. Un ejemplo de ello bien podría ser la ópera prima del revolucionario director hongkonés Juno Mak“Rigor Mortis”, que vio la luz por primera vez en la sección oficial del Festival de Sitges de 2013. Desde ese momento, no había espectador que no elogiara la gran labor técnica de la película por encima de ciertas deficiencias a nivel narrativo con una historia que, en realidad, ni siquiera intenta tomar el pulso con otras cintas de similares características. Precisamente, es en este aspecto donde más desconcierta que la obra de Mak falle, puesto que las expectativas, cuanto menos, eran bastante altas al ser conscientes de la calidad del anterior y primer trabajo como guionista del cineasta, “Revenge: A Love Story” (Wong Ching-Po, 2010), en el que participaba junto a sus compañeros, algo menos destacados, Lai-Yin Leung y Ching-Po Wong. En esta ocasión, Mak vuelve a contar con uno de ellos, Lai-Yun Leung, que firma como Jill Leung; y con Philip Yung.

“Rigor Mortis”  ofrece detalles realmente viscelares y sangrientos en una atmósfera de lo más horripilante dentro de una narración situada en la China de los años 80. Chin Siu-Ho (Chin Siu-Ho) fue toda una estrella del género de terror en la industria cinematográfica del país que, en la actualidad, ha caído en desgracia. Distanciado de su familia y prácticamente arruinado, decide poner fin a su mala racha en el interior de un viejo edificio abandonado. Sin embargo, su plan se ve interrumpido por extrañas fuerzas del mal que habitan en el interior de esta construcción. El trabajo de Mak, muy enfocado para el espectador internacional, plasma un choque entre géneros, el drama y el terror, que, para muchos, puede suponer otro de los grandes errores de la cinta, puesto que el riesgo de combinar ambos puede restar bien el efecto siniestro esperado, bien la emotividad que se intenta trasladar. A pesar de ello, la obra es, cuanto menos, digna de ser visualizada y, por supuesto, altamente disfrutable por el espectáculo visual con el que cineasta intenta captar nuestra atención.

Muy diferente a los largometrajes de otros directores asiáticos del género fantástico y de terror que también se dedican al público mayoritario. como James Wan y sus populares y taquilleras sagas de “Insidious” (2010, 2013) o “Expediente Warren: The Conjuring” (2013, 2016); lo cierto es que “Rigor Mortis” mantiene una fina línea de similitud con respecto al perfeccionismo de su atmósfera, un estilo muy moderno que, en este caso, Mak trata de afinar todo lo posible, depurando hasta el más mínimo detalle para lograr embaucarnos por el contexto en lugar de por la historia en sí misma, encerrándonos en un ambiente perverso, amenazador y espeluznante que, sin duda, es sencillo palpar desde el primer instante. Sus poco más de 100 minutos de metraje nos enclaustran en un edificio con múltiples secretos escondidos tras las puertas de un sinfín de apartamentos, en los que se encierran trágicos pasados, personajes inesperados y viejas leyendas que, con poco conocimiento, son fácilmente reconocibles.

Muy acertado su ritmo, pausado como no podría ser más propio de los cines asiáticos, y creando expectativas ante un posible susto, una indeseable aparición. Mak trabaja correctamente la tensión desde su inicio hasta, de repente, convertirse en una extraña montaña rusa en la que esos sobresaltos saben insípidos, prácticamente agridulces. Lo que podría ser y no ha sido. Tal vez pudiera resumirse así la producción con la que debutaba el autor. Es triste ver tanto virtuosismo a nivel técnico y que, en cambio, sea irremediable pensar en la multitud de largometrajes que engachan más y mejor por su historia. No obstante, ésto no impide que sea un producto de lo más entretenido y que la calidad de lo que realmente está potenciado sea evidente. Precisamente, y centrándonos en lo mejor de esta cinta, Mak nos presenta un mundo en el que es muy simple entrar, pero del que parece imposible salir. Rincones cargados de violencia simbólica que, posteriormente, se hará cada vez más palpable.

Quienes estén poco acostumbrados a la labor visual que ofrece el cine fantástico hongkonés, descubrirán un mundo muy diferente, tratado con sumo esmero. No es así en el caso de sus personajes, que aunque su aura enigmática nos atrapa a la menor oportunidad, en realidad, los motivos por los que actúan como tal quedan muy poco definidos. Estos seres malignos, envueltos entre tradiciones y leyendas, permanecen silenciados, extraños, pendientes de los pasos de los que viven, en este caso, entre desgracias, vulnerables al más allá por su total desarraigo con la realidad. La interacción entre ambos universos, a veces, resulta predecible e, incluso, a pesar de la naturalidad con la que estas relaciones surgen desde el inicio, incongruentes en determinados instantes hasta desembocar en un clímax que mantiene esta línea y que, para los más aficionados a este género, les parecerá de lo más decepcionante.

El daño que resulta de una narración con tantos agujeros no permite que “Rigor Mortis” posea la calidad que merecía. De nada sirve si al final sólo encontramos un trabajo visual espectacular al que no acompaña una historia que, al menos, logre sorprendernos y atraparnos. Si de algo se resiente con fuerza la película es de su segunda mitad, en la que podemos perdernos en un gran puñado de minutos en los que el sueño puede vencernos. El cuerpo del largometraje es abandonado a su suerte, a la espera de alguna especie de giro argumental que impida rendirnos a los placeres que se esconden tras unos ojos cerrados y una mente en plena evasión. Y, pese a ello, nuevamente, la obra de Mak sigue siendo entretenida porque sus efectos visuales nos llenan de esperanza, de la posibilidad de que toda aquella trama sin sentido nos devuelva la ilusión por una cinta que bien pudiera haber sido de culto.

Tal logro viene firmado por el director de fotografía Ng Kai-Ming (Ng Man-Ching), que justo un año antes terminaba el proyecto “Chinese Zodiac: La Armadura de Dios(Jackie Chan, 2012) y que, como es apreciable, tiene experiencia con el público internacional. No cabe duda de que, en esta ocasión y ciñéndonos a su labor técnica, “Rigor Mortis” es de las mejores obras del género llegadas desde Asia. A los decorados repletos de macabros detalles y un rigor sobradamente perfeccionista, les acompaña todo un imaginario visual salpicado de violencia, traumas, exorcismos, muertes, suicidios, grandes espectros, vampiros, niños espeluznantes, etc. La riqueza que nos ofrece Mak bien hubiera valido un mayor esfuerzo para sus intenciones de homenajear al pasado del séptimo arte hongkonés. No es necesario ser un gran cinéfilo para darse cuenta de que parte del elenco con el que cuenta el director pertenece a la película “Mr. Vampire (El Señor de los Vampiros)” (Ricky Lau, 1985), en donde el humor y las artes marciales campaban a sus anchas. En esta ocasión, Chin Siu-Ho, protagonista de la obra que, además, se interpreta a sí mismo, también es casi todo un viejo emblema del cine de Hong Kong. Junto a él, el maestro taoísta es encarnado por Anthony Chan, rostro popular a quien siempre es un placer volver a ver, aunque sea con una lúgubre facha.

Esta humilde crítica no viene sino a ejemplificar esa montaña rusa a la que nos somete Juno Mak durante 100 minutos. Un resultado un tanto amargo de la que hubiera podido ser toda una grata sorpresa en el género, pero que, sin embargo, con el tiempo se desprende de ella una imagen vacua, borrosa, insustancial. ¿De qué trataba “Rigor Mortis”?, ¿qué es lo que ocurría en “Rigor Mortis”? En cambio, resulta increíblemente fácil recordar, incluso, con detalle, los escenarios sobre los que ocurrían únicamente desgracias, los personajes que deambulaban entre pasillos y habitaciones abandonadas, los efectos fantasmagóricos creados para dar un mayor realismo sobrenatural a una atmósfera que, sin duda, cuesta olvidar.

Lo mejor: su buena presentación, que augura buen entretenimiento. Su buen hacer en efectos visuales.

Lo peor: una vez pasada la acción, no saber si estamos viendo un drama social o la típica historia china de fantasmas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario