Cuesta mucho comenzar a hablar del director argentino Gaspar Noé sin caer en una sola palabra: dureza. Su filmografía invita a vivir experiencias únicas, inolvidables, pero también trata de dejar una hiriente huella en nuestra mente, incapaz de ser borrada ni siquiera con el paso de los años. Las desgarradoras historias que el cineasta relata en sus obras no sólo han despertado controversia a su paso, sino que, además, han servido para mostrar nuestro lado más perverso, inhumano y aterrador, ese otro "yo" que permanece en la oscuridad. Por eso mismo, su cine nunca ha sido plato de buen gusto, convirtiéndose en un autor del "horror" más crítico, de la "hiperviolencia" más espeluznante, de imágenes y hechos que cosiguen abrirnos en canal de la manera más dolorosa y de personajes perturbadores que viven torturados en un contexto excesivamente real. El inconfundible retrato de la sociedad en la que vivimos siempre es extremo. Recordemos la envolvente destrucción de "Irreversible" (2002), los excesos en la nocturnidad de un exótico Tokio en "Enter The Void" (2009) o la irremediable deriva de "Love" (2015).
El Carnicero (Philippe Nahon) es el gran protagonista de "Sólo Contra Todos", ambientada en plena década de los 80. Debe hacerse cargo de su hija (Blandine Lenoir) tras ser abandonado por su mujer. Con la llegada de la primera menstruación de la niña, él malentiende la situación, pensando que, en realidad, ha sido violada. Desde ese momento, comienza una búsqueda violenta por el culpble de tal fechoría. Ésto provoca que su visión de la sociedad sea totalmente negativa, ya que considera que todos los que le rodean se han vuelto en su contra. Podría parecer exagerado o tergiversado, pero lo cierto es que ésta es la cruda realidad. La mente perturbada del Carnicero se vuelve cada vez más inestable, hasta el punto de extrapolar su desesperación y llegar a creerse que, incluso, los inmigrantes y homosexuales están destruyendo su país.
El Carnicero (Philippe Nahon) es el gran protagonista de "Sólo Contra Todos", ambientada en plena década de los 80. Debe hacerse cargo de su hija (Blandine Lenoir) tras ser abandonado por su mujer. Con la llegada de la primera menstruación de la niña, él malentiende la situación, pensando que, en realidad, ha sido violada. Desde ese momento, comienza una búsqueda violenta por el culpble de tal fechoría. Ésto provoca que su visión de la sociedad sea totalmente negativa, ya que considera que todos los que le rodean se han vuelto en su contra. Podría parecer exagerado o tergiversado, pero lo cierto es que ésta es la cruda realidad. La mente perturbada del Carnicero se vuelve cada vez más inestable, hasta el punto de extrapolar su desesperación y llegar a creerse que, incluso, los inmigrantes y homosexuales están destruyendo su país.