En la última década, Corea del Sur ha estado
haciendo revisiones de los errores cometidos en el pasado, algo que se hizo aún más evidente
con el gran éxito que el drama televisivo “Respond 1997 (Reply/Answer Me 1997)”
(Shin Won-Ho, 2013) cosechó en el canal nacional y que propició dos
secuelas más, situadas en los años 1994 y 1988, cada una de ellas profundizando
aún más en hechos históricos que marcaron la sociedad de la época. Por
supuesto, el cine no iba a ser menos, destacando una fulgurante corriente que
ahonda en este tipo de cuestiones y que cobra aún más peso en su formato
documental. Las reflexiones sobre ciertos episodios devastadores
confluyen en el vertiginoso desarrollo que ha experimentado el país en los
últimos tiempos, pero no todas logran abstraer al espectador y cautivarle hasta
dejar ese poso necesario para recordar este tipo de calamidades e impedir que se
repitan en un futuro.
Tras sufrir diversas invasiones, una guerra civil
devastadora que dividió a su pueblo en dos, diversos regímenes militares a cuál
más opresivo y una democracia que abogaba por la libertad de quienes han soñado
con ella desde hacía demasiados años, el país se vio envuelto en una época de
inestabilidad que desembocó en una fuerte crisis económica solventada rápidamente a duras
penas. Más de un siglo de constante lucha y de capítulos que se han querido
olvidar pero que, en cambio, cineastas como el debutante Jung Yoon-Suk,
reclaman una revisión de un pasado que se debe tener presente en todo momento
para evitar caer en los mismos fracasos. “Non Fiction Diary” es un fascinante
ensayo sobre graves sucesos que han asolado a la historia moderna de Corea
del Sur y las consecuencias que se desprendieron de ellos, que, en alguna
ocasión, llegaron a ser extrañamente bondadosas. Cuando se trata de la pérdida
de un incontable número de víctimas, a veces, su final puede llegar a ser muy
distinto al esperado.
Por eso mismo, el autor comienza con el caso del Clan Jijon,
un grupo de jóvenes que deseaban castigar y asesinar a los más ricos para, así,
hacer “justicia”. Sin embargo, ese brutal pensamiento desembocó en la muerte de
6 personas de clase media/baja en la población de Yeonggwang, provincia de
Jeolla del Sur, impactando a la sociedad surcoreana con las despiadadas
declaraciones de su líder y sus intenciones de proseguir con su cometido. El
exjefe de policía de Seocho (Seúl), Go Byung-Chun, es el encargado de narrar los trágicos
hechos de uno de los crímenes en serie más impactantes del país, manteniendo
cierta incredulidad aun a día de hoy como si de un guion cinematográfico se
tratase. Parece imposible que el ser humano pueda llegar a obrar de
esta forma, pero este primer suceso tan sólo abre la caja de pandora de unos años repletos de catástrofes.
El puente Seongsu, sobre el río Han, conectaba con el ahora
mundialmente famoso barrio de Gangnam, una de las zonas de mayor poder
adquisitivo de la capital. Una construcción que terminó en 1979 y que,
precisamente un mes después de que el Clan Jijon fuese detenido, se derrumbó
inesperadamente por un error en su estructura. Las imágenes muestran un autobús
escolar totalmente destruido al lado de un gigantesco hueco que se llevó
consigo la vida de 32 personas, dejando a 17 heridos sobre la plataforma. Mientras que el primer incidente se pagó con la
pena de muerte del grupo de asesinos, en este caso, la justicia tomó la
decisión de que los agentes y gestores responsables fueran sancionados con
despidos o puestos en libertad condicional.
En relación a ello, “Non Fiction Diary” recurre a una última
y devastadora desgracia. La capital tuvo que presenciar, en 1995, el
derrumbamiento de los grandes almacenes Sampoong que, bajo sus escombros, dejó
enterrada la friolera cifra de 502 víctimas y 937 heridos. Un percance que
simplemente llevó a su presidente a ser condenado a 7 años y medio de prisión
por homicidio. Es inevitable sacar ciertas conclusiones a día de hoy
inexplicables, pero que el autor, con sumo cuidado, procura no desvelar a simple vista. El propio espectador es quien debe hacer su propio juicio gracias a la fuerte
objetividad volcada en unas imágenes de archivo que han sido obtenidas a través de
los medios de comunicación del país.
Con una oscura atmósfera y una perturbadora banda sonora
ambiental, el discurso se centra en los crímenes y castigos y, de una forma más
indirecta, en los efectos de estos espeluznantes incidentes que siguen formando
parte de la conciencia de los ciudadanos y que, con el trabajo realizado
por Yoon-Suk, adquieren nuevas dimensiones. El poder, la riqueza y la codicia
continúan presentes en el pueblo surcoreano que ve cómo la justicia trata de
diferente manera a quienes están en los escalafones más altos. El valor y la
intensidad que posee “Non Fiction Diary” le convierten en un dinámico
documental de lo más atractivo, en un relato inspirador en el que cualquier sociedad
puede verse reflejada y en un mosaico visual en el que se cuestiona la capacidad del ser humano para construir
una nación democrática que, al final, acaba sustentada en la desigualdad.
Lo mejor: la fantástica labor de documentación.
Lo peor: tan sólo son tres desoladores ejemplos de los
millones que se han producido a lo largo de la historia.
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