martes, 21 de mayo de 2019

LA ESPIRITUALIDAD DE LA BELLEZA (1928)


El artista estadounidense Man Ray nos dejó como herencia importantes metrajes que han pasado a ser indispensables para la composición de un retrato histórico del séptimo arte. “Retorno a la Razón” (1923), “Emak-Bakia” (1926) o “La Estrella de Mar” (1928) han quedado para el recuerdo por su contribución a las vanguardias clásicas, como el surrealismo. Precisamente, esta última pieza, surgida a partir de un poema del escritor parisino Robert Desnos que tomó como inspiración y que, además, figuraría en este trabajo; se convirtió en una de sus obras más populares tras su exhibición en el Cinema des Ursulines el 28 de septiembre de 1928. 

En esa carrera basada en la experimentación con la transfiguración de las imágenes en la que su fascinación por la fotografía le llevó a buscar el movimiento en sus creaciones, Ray construye el encuentro entre un hombre (André de la Rivière) y una mujer (Kiki de Montparnasse) en una estampa romántica que, incluso, adquiere ciertos tintes eróticos, mientras el tiempo y el espacio se introducen en una ensoñación claramente distorsionada. Una estrella de mar, un tubo de vidrio, unas escaleras, hojas de un periódico al vuelo, un cuchillo en alza, las líneas de la mano, un lugar solitario o una ventana componen un metraje sin historia, una aventura observada desde un latente y obligado vouyerismo que se tambalea entre las rendijas de una cinta que se escapa de cualquier convención y que nos invita a asomarnos a lo irracional.

martes, 7 de mayo de 2019

LA IRREALIDAD DE LOS DÍAS FUTUROS (2013)


El director, guionista y compositor israelí Ari Folman llamó la atención en 2008 con "Vals con Bashir", por la que obtuvo un Globo de Oro a mejor película de habla no inglesa, aunque en los Oscars sólo pudiera conformarse con la nominación. Esta entrada por la puerta grande al panorama del cine mundial fue gracias a esa peculiar fusión de géneros cinematográficos, que convierte a sus obras en llamativos híbridos en los que el documental, la animación, la denuncia política y el ensayo autobiográfico se combinan con maestría en lo que ya supone una parte muy importante de su autoría. Es cierto que no es la primera cinta que utiliza técnicas realidad/animación y, obviamente, tampoco será la última, pues este tipo de contrastes siempre captan la atención del espectador.

Cinco años después de este claro triunfo, nos haría llegar su siguiente cinta, la coproducción franco-israelí  "El Congreso". Dos horas de metraje que se inician con la actriz Robin Wright interpretándose a sí misma. Ante nosotros aparece llorando, siendo prácticamente maltratada de forma verbal por su agente Al (Harvey Keitel) en una escena que define parte de su personalidad, esa inestabilidad emocional en la que veremos a la aztriz desenvolverse. La falta de dinero le ha llevado a firmar un acuerdo con los estudios para realizar una copia de sí misma con el fin de que su cuerpo sea utilizado para su explotación. Transcurridos 20 años, en su regreso a los escenarios, será invitada a un congreso en donde la realidad se ha convertido en irrealidad con la presentación de una nueva tecnología. En el plano personal, Wright posee una vida privada alejada del estrellato, con una hija adolescente, Sarah (Sami Gayle) y un hijo, Aaron (Kodi Smit-McPhee), que posee un extraño síndrome diagnosticado por el doctor Barker (Paul Giamatti) por el que, poco a poco y sin remedio, el joven pierde visión y audición.