martes, 27 de febrero de 2018

EL AROMA DE LAS CUERDAS (2008)



La historia musical engloba un gran número de inolvidables artistas que marcaron un antes y un después en nuestras vidas. Nombres que permanecen en la memoria colectiva aun con el paso de los años y de los que disfrutamos constantemente gracias a su importante aportación. Algunos nos acompañan en los momentos más difíciles como el mejor refugio desde el que hacer frente a nuestros problemas, otros están presentes en los instantes de mayor felicidad, escribiendo nuestra propia historia con las letras y sonidos que una vez crearon. Esta es la esencia que, en su día, el director, productor y guionista estadounidense Davis Guggenheim quiso retratar a través del magnífico documental “It Might Get Loud”, una cinta con la que obtuvo una nominación a mejor documental en los Satellite Awards de 2009. “Every Little Step” (2008), de los cineastas Adam Del Deo y James D. Stern, le arrebató tal reconocimiento con una obra centrada en la constante lucha personal de varios bailarines ante las audiciones de “A Chorus Line” en Broadway.

Guggenheim se iniciaba en el largometraje de ficción con “Amores Que Matan” en el 2000 con la intención de probar suerte tras sus comienzos en el mundo de las series de televisión, dirigiendo algunos capítulos de “Policías en Nueva York” (Steven Bochco y David Milch, 1993.2005) o “Urgencias” (Michael Crichton, 1994-2009), entre otras. “24” (Robert Cochran y Joel Surnow, 2001-2010), “Alias” (J.J. Abrams, 2001-2006), “The Shield: Al Margen de la Ley” (Shawn Ryan, 2002-2008) o “Deadwood” (David Milch, 2004-2006) precedieron a su primer largometraje documental, “Una Verdad Incómoda” (2006), sobre los efectos del cambio climático, que le llevó a recoger importantes premios otorgados por la Asociación de Críticos de Chicago y de Los Ángeles, los Critics’ Choice Awards o, incluso, los Oscars, en donde se alzó con el premio al mejor documental y canción original, afianzando así su carrera en este tipo de cine.

Aunque, en esta ocasión, el galardón se escapara irremediablemente para “It Might Get Loud”, es cierto que la película de Guggenheim eclipsa durante los casi 100 minutos de metraje. En pantalla surge la genialidad de tres grandes guitarristas, Jimmy Page, The Edge y Jack White. Estrellas que brillan con luz propia sin necesidad de ser respaldados por sus grupos, Led Zeppelin, U2 y The Raconteurs y The White Stripes, respectivamente, que además conforman la magnífica banda sonora. Cada uno de ellos muestra su íntima relación con la guitarra a través de tres puntos de vista que conciben el instrumento de diversas formas, pero que, en cambio, les une por la pasión y la magia que transmiten a través de sus manos. Si ya de por sí los tres han influido a varias generaciones de músicos, ganándose a pulso una reputación inamovible, el documental de Guggenheim revela aún más el por qué son quienes son. 

El autor otorga su protagonismo a cada uno de ellos por separado, revisando sus andanzas y hazañas durante su trayectoria profesional, desde su infancia, sus inicios en el duro y sacrificado mundo de la música hasta las anécdotas con sus grupos o sus influencias. Cada hecho y pensamiento ha forjado a la estrella y al hombre que se esconde tras sus populares nombres. Tres estilos, tres generaciones y tres tramas diferentes entre sí que revelan cómo los genios despliegan todo el virtuosismo posible. El enigmático Jimmy Page mantiene su oscura aura aun con los intentos de profundizar en su vida. Led Zeppelin, una de las bandas más fundamentales del rock, marca su ser aún a día de hoy, pero es innegable que la formación británica no habría sido lo mismo sin su presencia. En la intimidad, Page desvela momentos que le marcaron, problemas que surgieron, oportunidades que aprovecharon o que se perdieron y episodios únicos de gran intensidad.

Por su parte, Dave Howell Evans, o mejor dicho, The Edge, sorprende aún más si cabe con su experiencia. Con mayor timidez que sus compañeros, demuestra su especial destreza con la guitarra. Una aguda capacidad que encandila en cada una de sus exhibiciones al igual que Jack White, expandiendo su frenesí en guitarras preconstruídas con las que daba rienda suelta a su perseverancia y, muy especialmente, a sus sueños y que hoy en día forman parte de una curiosa habilidad que, sobre todo, ameniza el metraje. La decisión de Guggenheim de dejar en sus manos esta obra no puede haber sido más acertada, verdaderos protagonistas del fuerte dinamismo que aportan a un contenido que no deja de ser simple y sencillo.

Los renombrados directores de fotografía Guillermo Navarro y Erich Roland acompañan a Guggenheim en esta labor, apoyando la naturalidad del metraje y centrando sus esfuerzos en propiciar un ambiente íntimo y personal no sólo para retratar a los tres guitarristas con total acierto, sino también en su reencuentro, en los rostros de admiración de cada uno de ellos y, en definitiva, en generar una atmósfera cercana a tres grandes estrellas que siempre han permanecido en lo más alto, casi inalcanzables. Efectivamente, “It Might Get Loud” es la perfecta excusa para revivir la esencia de ciertos himnos del rock y un magnífico homenaje para los verdaderos culpables de todo ello, la guitarra y el talento.

Lo mejor: el gran dinamismo del que disfruta el documental. Ver juntos a tres grandes artistas como Jimmy Page, The Edge y Jack White.

Lo peor: ¿ante tal ocasión, puede existir algún error digno de ser mencionado?



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