El
proceso de duelo es muy personal. A pesar de que todos desfilamos por las mismas etapas
(negación, enfado, negociación, depresión y aceptación), cada uno gestiona sus
emociones de una forma muy particular, ya sea individualmente como
recurriendo a la ayuda de un profesional. Sin embargo, a parte de estos
factores internos, existe una carga social de la que es difícil desprenderse.
Esta es una de las cuestiones que se presentan en “La Delicadeza”, el primer largometraje de los
directores y guionistas franceses Stéphane y David Foenkinos, que logró dos
nominaciones a los Premios César en 2012. Una comedia romántica realmente
sencilla, que muestra la necesidad de buscar nuestro propio camino
independientemente de las presiones que surjan de la sociedad, de las
decisiones “políticamente correctas” que deben cumplirse cuando un ser querido
ha dejado de estar a nuestro lado.
La historia está basada
en la novela de David Foenkinos, todo un superventas en Francia que
cumplió en la taquilla, alcanzando una recaudación nacional de más de 400.000
euros. En ella, Nathalie (Audrey Tautou) es una mujer que se enamora
perdidamente de François (Pio Marmaï) como si fuera un capricho del destino.
Una pareja idílica que contraen matrimonio y que disfrutan de su día a día a
pesar de las presiones de sus padres por tener un hijo. Una mañana, François
sale a correr, pero ese mismo destino que los unió, decide separarles a través
de un siniestro accidente. Nathalie recibe la noticia de que se marido ha
fallecido y, lejos de distanciarse de toda su rutina, decide volver a la
oficina lo antes posible y evitar que su alrededor siga observándola con
tristeza. Volcada totalmente en su trabajo, es ascendida en el departamento al
que llega Markus Lundell (François Damiens), un sueco bastante introvertido que
nunca ha tenido éxito en las relaciones de pareja. En un inesperado arrebato,
Nathalie besa a Markus tras discutir con su jefe, marcando el inicio de un
necesario resurgir de las cenizas que dejó la pérdida de François.
La
obra de los cineastas Stéphane y David Foenkinos no es precisamente un metraje
perfecto. Sus constantes altibajos narrativos en la segunda mitad de la cinta
merman en demasía el buen dinamismo con el que comenzaba en sus inicios. Sus
primeros minutos se componen de saltos en el tiempo para mostrar la trayectoria
de Nathalie y François, su flechazo, sus días de feliz noviazgo culminados en
una boda de cuento y su posterior convivencia. Con la llegada de la triste
noticia, el tiempo se detiene tanto en la vida de la protagonista como en la
narración. El proceso de dolor destruye la felicidad y con él se instala una
extraña tranquilidad excesivamente estática, que juega en contra de la evolución
de la trama. Los toques de humor son dosificados hasta prácticamente apagarse
en una escasa mueca de simpatía que resta la importancia de los temas que en
verdad se tratan.
El
elemento clave de “La Delicadeza” es su elenco actoral, compuesto por
profesionales de lujo, especialmente la popular actriz Audrey Tautou, la
entrañable y eterna Amélie Poulain de Jean-Pierre Jeunet que, en esta ocasión,
lleva a cabo una excelente interpretación con un personaje de lo más
entrañable. Tras una apariencia frágil se esconde una mujer con gran fortaleza,
que resiste al mal tiempo volcando su energía fuera de los muros del dolor, adormeciendo sus
sentimientos para salir a flote de aquello que destruyó todo su mundo. Su perfil
entra en contraste con la personalidad de su compañero de reparto, François
Damiens, que, en cambio, resulta ser más débil de lo que a simple vista parece.
Markus es tímido, inseguro, refugiado en el trabajo al no triunfar en el resto
de los aspectos de su vida. Procedente de Suecia, llegó a Francia hace 15 años
y, aunque domina el idioma con bastante soltura, sigue sintiéndose distante del país que le ha proporcionado una oportunidad. Ambos actores sostienen
perfectamente la carga dramática de la narración, siendo lo más destacable del
largometraje.
El
director de fotografía francés Rémy Chevrin se encarga de trasladar las
emociones a la imagen, descubriendo, en un principio, una cautivadora
ensoñación que culmina de forma tajante ante el fallecimiento de François.
Desde ese instante, el mundo de Nathalie se sume en la desgracia y, con ello,
la alegría y vitalidad se transforma en luto, oscuridad y días grisáceos,
apagados y monótonos. Parte de esa viveza se recupera con la llegada
de Markus, que irrumpe en el despacho de la protagonista para una consulta sin
darse cuenta de que con él llega de nuevo la luz, las sonrisas y la comprensión
de un compañero que respeta el duelo de ella y que admira sus recuerdos a través
del bonito jardín en el que Nathalie creció. “La Delicadeza” hace honor a su
título con gran sencillez y respeto. Los hermanos Foenkinos apenas se
inmiscuyen en el universo de sus personajes, a quienes observan desde la distancia
como un testigo más de sus impulsos, anhelos, heridas e ilusiones. Un proceso
de duelo de lo más convincente en el que el tiempo transcurre imparable bajo la
eterna presión de una sociedad que cree saber mejor lo que es conveniente para
quien ha perdido a un ser querido y se enfrenta a una nueva etapa en su vida.
Lo
mejor: las sobresalientes actuaciones tanto de Audrey Tautou como de François
Damiens.
Lo
peor: los fuertes altibajos en su narración, especialmente en la segunda mitad
de la cinta.
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