Posiblemente,
cuando el director estadounidense Larry Clark estrenó su largometraje “Kids” en
1995, no se imaginó la gran huella que dejaría en un gran número de cinéfilos y
amantes del cine independiente. El retrato de jóvenes generaciones quedaría
plasmado en tan controvertida polémica, hasta el punto de seguir investigando y profundizando en esta
temática en obras posteriores, como “Bully” (2001), “Ken Park” (2002) o la más
reciente “The Smell of Us” (2014). Sus influencias llegan hasta nuestros días
de una forma indudable y en diversas variantes. Sin ir más lejos, la directora
y guionista belga Fien Troch plasma esta misma esencia en su trabajo “Home”,
una cinta que ha desfilado por el circuito de festivales internacionales como
el de Estambul, Múnich, Toronto y Venecia, entre otros, cosechando buenas
críticas y despertando un gran interés.
La
historia de “Home” es una auténtica radiografía de las jóvenes generaciones de
nuestros días. Kevin (Sebastian Van Dun) es un chico que acaba de salir de un
centro de detención. Debido al rechazo de sus padres por su pasado turbulento,
es acogido por sus tíos. Al empezar su nueva vida, entabla amistad con su primo
Sammy (Loïc Bellemans) y su novia Lina (Lena Suijkerbuijk), con quien mantiene
una relación con extraños altibajos. Kevin tiene la oportunidad de aprender un nuevo
oficio, al igual que disfrutar del ocio con sus nuevos amigos, entre los que también se
encuentra, John (Mistral Guidotti), que sufre terriblemente el violento desequilibrio de su madre. Sin embargo, y pese al empeño de Kevin por construir
un futuro muy diferente, su rutina se tambalea con arrebatos de
agresividad que trata de controlar, pero que, sin darse cuenta, influyen en las vidas de cada uno de sus colegas hasta marcar un antes y
un después.
Las
nuevas tecnologías, las drogas y el sexo son el día a día de unos jóvenes que
tratan de adoptar el perfil de un adulto, que quieren crecer demasiado rápido
sin darse cuenta de que los impulsos conllevan irremediablemente a caer en un oscuro pozo en el que aguardan terribles consecuencias y su consiguiente responsabilidad. La trama que presenta “Home” resulta ser cuanto
menos impactante en su recta final. Una historia aparentemente sencilla que intenta hilar la
rutina de la adolescencia a través de sus pensamientos, inseguridades e intereses, pero que acaba convirtiéndose en un siniestro drama
con toques de suspense. En plena edad de autodescubrimiento aparecen los
primeros amores, pero también se precipitan las segundas oportunidades, los
abusos de todo tipo, los excesos insaciables. La vertiginosa carrera hacia la
madurez se apresura para despojar a cada uno de ellos de cualquier atisbo de
inocencia que pudiera quedarles.
Troch se acerca con gran solidez a un perfecto
retrato generacional que, en pleno clímax, se despoja de toda moralidad para
rendir pleitesía a lo insensato, transformando un relato que por momentos
parece acomodarse en la monotonía para asestar un giro inesperado y sucumbir a
lo más macabro posible, a la desesperación y el infortunio, pero también a una
lección terrible que se trata de asimilar con toda la seriedad posible. Este tipo
de matices son los que aportan una mayor frescura al relato en su recta final,
dejando una sensación de lo más agridulce ante una historia que cuenta con
escenas de gran violencia que rozan la impotencia y el malestar.
Incapaces
de medir las consecuencias de sus impulsos ni sus instintos, la narración teje
un cóctel molotov siniestro, con el que sus jóvenes protagonistas rompen su
liviana rutina de la manera más indeseable. Al respecto, resulta muy reseñable
el elenco de actores, en especial, tanto uno de sus principales protagonistas,
Sebastian Van Dun, una grata sorpresa que comienza su trayectoria en el mundo
cinematográfico pisando fuerte con un personaje enigmático y provocador; y Guidotti, que lleva la carga emocional de la
cinta con un interesante papel de gran calado. Los dos actores protagonizan
las escenas de mayor importancia con gran profesionalidad y carisma. Incluso,
llegan a impulsar el ritmo de la narración en más de una ocasión en la que
parece verse estancado. Precisamente, la naturalidad que proyecta el reparto es uno de los
puntos fuertes de “Home”, aportando frescura y sensibilidad a una historia
aparentemente sencilla, pero más peliaguda de lo que parece.
El
director holandés Frank van den Eeden se encarga de una fotografía cargada de sobriedad, que sirve para
potenciar la mágica ilusión de un realismo inexistente. La cámara en mano persigue a los
jóvenes en sus andanzas, desde las reprimendas de los profesores en el colegio
hasta las tardes en el aparcamiento del supermercado “pasando el rato” o las
fiestas en la casa de algún amigo que se desmadran más de la cuenta. Es
imposible permanecer indiferente ante una espiral de violencia, drogas y sexo
desenfrenado que lleva a la vergüenza ajena, la rabia, la pena y la
tristeza. Una nueva generación, una nueva mirada que se refleja, incluso, en
imágenes grabadas con el móvil para trasladarnos a su mundo personal, a una
adolescencia muy diferente, a un universo perdido. “Home” no es perfecta, pero su encanto encierra compasión y dolor, mientras se intenta seguir adelante en una vida que ya nunca volverá a ser igual.
Lo
mejor: el ritmo asciende con gran dinamismo en una segunda mitad de lo más
potente.
Lo
peor: ciertas escenas del inicio que afectan al impulso de la narración.
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