“Tú
y Yo” es una de esas obras que pasa desapercibida, aunque su autor sea uno de
los mejores directores italianos nacidos, a nivel profesional, en plena
modernidad europea. Recordado más por éxitos como “El Último Tango en París”
(1972) o “Soñadores” (2003), entre otros muchos, Bernardo Bertolucci es todo un
maestro en llevar a sus personajes directamente a la catarsis en forma de
viajes exploratorios hacia sus propios límites. En esta ocasión, se sumerge una
vez más en el papel de la juventud, de una etapa de nuestra vida que tiende a
la experimentación, a la búsqueda de una identidad. Una pequeña narración de
gran fondo que no cuenta con un gran despliegue ni mucho menos altas
expectativas, pero que fluye con gran sinceridad sobre esas vivencias
inesperadas que marcan un antes y un después en la trayectoria de uno mismo.
Como
adaptación un tanto libre a la novela del escritor Niccolo Ammaniti, la
historia presenta a Lorenzo (Jacopo Olmo Antinori), un adolescente de 14 años
que comienza a adentrarse en una fase de autoexploración y cuestionamiento. La
mala relación con su madre (Sonia Bergamasco), que bien podría ser típica de su edad, y la
ausencia de su padre le han marcado tan profundamente hasta el punto de
sentirse oprimido. Esa necesidad de libertad le lleva a escapar de casa aprovechando
que el colegio realiza una excursión a los Alpes. Cualquiera pensaría que, con
tal oportunidad, Lorenzo correría lejos de su ciudad para vivir sus primeras
aventuras, pero, lo cierto es que simplemente quiere aislarse una semana de todo lo que le rodea. Para ello, se refugia en el sótano del edificio en donde reside, un
lugar en el que la familia acumula viejos trastos y que mínimamente adecúa para
sobrevivir esos días. Sin embargo, su tranquilidad queda reducida a cenizas con
la llegada de ella, su hermanastra Olivia (Tea Falco).
El
relato parte de un rechazo a la estructura familiar, a la sociedad y al entorno
escolar. En apenas 100 minutos de metraje, el autor forja un mundo
desequilibrado en el que Lorenzo intenta alejarse de todo aquéllo que es considerado
“normal”, los modelos familiares, sociales, las normas, etc., todo lo que le ha llevado a
aislarse, a retirarse de este mundo para permanecer encerrado en la penumbra
más absoluta. Si en “Soñadores”, la anterior obra del cineasta, con la que se toma un
respiro de casi 9 años por motivos de salud; se aprecia, al albor de la
modernidad de los años 60, una alternativa puramente individual a esa
revolución sexual de los tres jóvenes, Theo (Louis Garrel), Isabelle (Eva
Green) y el recién llegado Matthew (Michael Pitt); en “Tú y Yo” no existe, no
hay una resistencia pasiva.
Tampoco
es inocente que la acción suceda en un semisótano repleto de objetos del
pasado, de una historia familiar de la que él mismo trata de apartarse. Sin embargo, Bertolucci
no juega con la nostalgia, sino que funciona como una especie de "gueto físico"
hasta que aparece en su vida su hermanastra. Olivia representa una nueva
estructura familiar que ha sido recompuesta. Ella ha rehecho su vida, aunque
también arrastra el malestar de su extrema dependencia a las drogas, un círculo vicioso del que desea salir. Por tanto,
ambos expresan dos respuestas al malestar: una aislarse del mundo que le rodea
y la otra relacionada con las drogas, exponiendo una vida más afirmada y
extrema. De esta forma, se establece una dialéctica entre ellos y un vínculo
horizontal entre hermanos al no funcionar el vínculo vertical de la familia. El
diálogo que surge entre ellos parte de esta diferencia para trazar un curioso nexo de
unión que sostiene todo el desarrollo de la película.
Los
dos jóvenes actores extraen lo mejor de sí mismos bajo las órdenes del
cineasta, que siempre ha tenido un don para escoger tan acertadamente el
reparto de sus trabajos. Con sus personajes renace la identidad o, al menos, se
replantea desde la alteridad que representa la hermanastra, que persigue un
recorrido totalmente diferente y negativo. Olivia y Lorenzo se embarcan en el
redescubrimiento a partir del contraste con el otro, forjándose una no
afirmación de la rebeldía por el aislamiento. Bertolucci trabaja de forma brillante el enfrentamiento con el
conflicto, creando un retrato bastante intimista en el que no se aclara el
porqué del aislamiento, aunque, al menos, nos queda esa imagen de la rebeldía
blanda que lleva a los personajes a marcar un punto de inflexión en sus vidas.
El
reputado director italiano Fabio Cianchetti sigue formando parte del mejor
equipo del autor. No es sencillo sacar el máximo partido a tan escasez de
escenarios y mucho menos desenvolverse en un claustrofóbico y siniestro sótano que, en
ocasiones, parece llegar a asfixiar. Su espléndida labor acentúa ese
aislamiento que desean los protagonistas, pero también proyecta cierta calidez
como pilar fundamental para establecer ese lazo de unión entre ambos.
Acompañando al trabajo visual, encontramos una banda sonora impecable, con
temas tan significativos como “Boys Don’t Cry”, de The Cure, “Rebellion” de
Arcade Fire, “Equality”, de Red Hot Chili Peppers; o “Absolution”, de Muse.
No obstante, podríamos decir que la joya de la corona viene de la mano de David
Bowie, del que se incluye una de sus fantásticas rarezas, “Ragazzo Solo, Ragazza
Sola”, la versión italiana de “Space Oddity” que construye una mágica
ambientación en pleno clímax. Pese a todo ello, es más que evidente que “Tú y
Yo” no es la gran obra de Bertolucci, pero, sin duda, el encanto que se
desprende de ella resulta hipnotizador, mientras que sus personajes, aquéllos
que nadan a la deriva en este mundo, se embarcan en una renovación abierta que
agitaría la vida de cualquiera de nosotros.
Lo
mejor: la sencilla premisa de la que parte se embarca en un desarrollo mucho
más original que salva el largometraje. Su inigualable banda sonora con temas tan reconocidos.
Lo
peor: las grandes expectativas que muchos de los seguidores de Bertulocci
habían depositado en este trabajo, sobre todo, tras tantos años de espera.
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