Pensar en el verano es recordar irremediablemente películas tan famosas como bien
podría ser “Vacaciones en Roma” (William Wyler, 1953), con una encantadora Audrey Hepburn y el inolvidable Gregory Peck enseñándonos
la ciudad, la misma que servía de escenario años más tarde para otra obra maestra que evoca a la estación más calurosa y ociosa del año, “La Dolce Vita” (1960), del aclamado director italiano Federico Fellini, que nos daba a conocer la lujosa vida de los más pudientes entre fiestas, risas y resacas. Sin embargo, hemos querido dar cabida a otras
cintas que también pueden ofrecernos un estupendo entretenimiento, viajar a lugares desconocidos, aportarnos una pizca de libertad, incitarnos a alguna que
otra reflexión como el buen séptimo arte suele hacer, y, en alguna
ocasión, generar críticas a la sociedad actual, al comportamiento del ser humano. Tal vez no sean una cita indispensable dentro de su género, pero su
visionado no está de más para descubrir historias diferentes a la luz del
caluroso verano.
1. “HACIA
RUTAS SALVAJES”, de Sean Penn (2007)
Cada vez son más los que optan por disfrutar de sus
vacaciones en soledad y ni qué decir que prefieran dedicar sus días de ocio a entrar en contacto con la naturaleza y
todo aquéllo que nos rodea, pero no
siempre se corre la misma suerte. Christopher McCandless (Emile Hirsch) decide
coger su mochila y embarcarse en una auténtica aventura de supervivencia por la
remota Alaska. Un viaje de autodescubrimiento situado a principios de los 90 en
el que el propio director, Sean Penn, adapta la novela del escritor y montañero estadounidense Jon Krakauer, que, a su vez, parte de
las anotaciones del propio McCandless. Con unos escenarios idílicos y
majestuosos, a cada cual más atractivo e impactante, y una banda sonora
indispensable y cautivadora como pocas, creación del líder de Pearl Jam, Eddie Vedder,
el largometraje se erige como una de los mejores trabajos tanto de Hirsch como
del propio actor y cineasta, Penn, obviando pequeñas imperfecciones sin
importancia. Sumamente enriquecedora y personal, realiza un retrato conmovedor
que se desarrolla a fuego lento, deteniéndose en los pequeños detalles y
captando la magnífica profundidad psicológica del protagonista y toda su
apabullante evolución. Una obra con alma, con un clímax inigualable y, en
definitiva, con una imagen de la libertad rodeada de naturaleza salvaje que
cobra un significado muy diferente al ser llevada hasta sus últimas
consecuencias.
2. “MUD”, de
Jeff Nichols (2012)
El cine independiente de Estados Unidos muchas veces ofrece grandes
producciones a bajo presupuesto que superan con creces al producto
hollywoodiense. Sin ir más lejos, “Mud” ofrece una estupenda aventura llena de
misterio con dos niños como protagonistas, Ellis (Tye Sheridan) y Neckbone
(Jacob Lofland), quienes descubren que un fugitivo, Mud (Matthew McConaughey),
se esconde muy cerca de sus casas para evitar a los cazarrecompensas. El tercer
largometraje de Nichols apuesta sobre seguro por un elenco más que perfecto,
sobre todo en el caso de McConaughey y su actual época dorada en el ambito profesional. Los sinsabores de la vida, el sufrimiento, las primeras decepciones,
los recuerdos, pero, ante todo, la pérdida de la inocencia y la lealtad entre
los personajes marcan la tónica de una narración que fluye con gran naturalidad
gracias, en parte, al tono suavemente dramático y reflexivo que se respira en
todo momento. El interés crece a buen ritmo a lo largo de los casi 130
minutos muy bien aprovechados, quedando absortos sin darnos cuenta ante la
elegancia con la que el autor desarrolla una más que sencilla trama. Ciertos
secretos hacen aflorar las emociones y un inevitable aroma nostálgico en lo que
se convertirá en una especie de proceso de autodescubrimiento provocado por el surgimiento
de un héroe bastante atípico bajo la sombra de un escenario sureño, rural,
marginal y empobrecido de una isla situada en pleno Mississippi.
3. “EL
ARCO”, DE Kim Ki-Duk (2005)
Una historia muy diferente es la que presenta uno de los
cineastas más famosos de Corea del Sur, Kim Ki-Duk. La cinta es capaz de no dejar
indiferente a nadie, extrayendo conclusiones de lo más variopintas, pero
siempre invitando a la constante reflexión. Un anciano pescador (Jeon Seong-Hwang) vive
en su barco en mitad del mar junto a una adolescente (Han Yeo-Reum). Aunque
aparentan ser padre e hija, en realidad, el hombre espera a que ella cumpla 17
años para poder desposarla. Su sueño cada vez está más cerca y, para
ello, ha preparado todo para tal acontecimiento. A su vez, posee un arco con el
que protegerla, aparte de servirle como herramienta para adivinar el futuro e
instrumento musical. A su barco llegan otros pescadores para ejercer su
trabajo, pero un día llega un grupo en el que se encuentra un joven estudiante
(Jeon Gook-Hwan), que rápidamente se enamora de la joven como si de un flechazo
se tratase. Extraña y controvertida, rebosa hermosura a cada paso a partir de
imágenes realmente poderosas, a pesar de que sus personajes apenas salgan de la
embarcación. Todo se desarrolla sin mediar palabra, provocando que, incluso,
el silencio hable por sí mismo, pero que, sobre todo, sea el espectador el que
juzgue ante una trama meticulosa, colmada de detalles, de tradición y, en
especial, de metáforas como sello del propio director. “El Arco” es un trabajo cuidado con esmero, pero, ante todo, es pura
poesía onírica.
4. “THE KINGS OF SUMMER”, de Jordan
Vogt-Roberts (2013)
Muchos hemos sido testigos de la época de oro del cine
“teen”. Hollywood prestaba atención a una generación que siempre ha necesitado
una mayor comprensión y de la que muchas veces se olvida. Precisamente, “The
Kings of Summer” despliega esa esencia ochentera que ya se había perdido y todo
gracias a, de nuevo, el cine independiente estadounidense. Joe (Nick
Robinson), Patrick (Gabriel Basso) y el excéntrico Biaggio (Moises Arias) son
tres jóvenes que buscan su independencia fuera de la sobreprotección de sus
padres. Para ello, deciden embarcarse en una gran aventura al vivir en una
cabaña perdida en el bosque. Las normas las ponen ellos, pero la convivencia es
más complicada de lo que pensaban. Una fantasía que, en ocasiones, roza lo
inverosímil, pero que respira frescor e imaginación a cada instante. A través
de sus entrañables y simpáticos personajes es fácil sentir la emoción de la
juventud, la empatía por sus preocupaciones e inseguridades, los sueños rotos
y, en especial, la sensación de que, a esa edad, todo es posible. Dosis de
humor sarcástico, drama y romance se fusionan para revisar el género con un
original estilo y algún que otro abuso innecesario a nivel técnico. No
obstante, Vogt-Roberts cumple fácilmente con el simple objetivo de ofrecer un
producto de entretenimiento familiar realmente inteligente con el que más de un
nostálgico recordará mejores tiempos de este tipo de cine.
5. “VIAJE A
DARJEELING”, de Wes Anderson (2007)
“Moonrise Kingdom” fue una de sus obras clave, pero antes de
llegar a ella, Anderson creó grandes joyas como “Viaje a Darjeeling”, una
especie de road movie ingeniosa, exótica y mística que combina comedia y drama
a partes iguales. Los hermanos Francis (Owen Wilson), Peter (Adrien Brody) y
Jack (Jason Schwartzman) se enteran de la muerte de su padre, por lo que
deciden reunirse de nuevo tras mucho tiempo distanciados. Con la idea de una
reconciliación definitiva, emprenden su viaje de un extremo al otro de
la India a bordo del tren Darjeeling Limited. Sin embargo, son inevitables
las disputas, por lo que se verán obligados a abandonar el tren y a subsistir con
pocos recursos a una travesía repleta de imprevistos. Un trabajo imaginativo
fascinante lleno de contrastes visuales, colorista, mágico y espectacular al
son de la música pop, sonidos de la tierra y algún que otro tema de The Kinks y
The Rollings Stones. La optimista comicidad, cercana al slapstick tan peculiar
del autor, crea situaciones extrañas, caóticas e, incluso, algo
absurdas y surrealistas. Tres actores con un impresionante carisma, intrépidos
diálogos y un ritmo dinámico para conducir una historia original,
desenfadada, emocionante y conmovedora, en la que aparecen la popular Natalie
Portman o el mítico actor Bill Murray, que protagoniza momentos de estupenda
hilaridad. Un viaje espiritual para disfrutar de un
paraje de lo más desconocido.
6. “NUESTRO
ÚLTIMO VERANO EN ESCOCIA”, de Andy Hamilton y Guy Jenkin (2014)
Un toque británico para el verano a través de la cinta de
Hamilton y Jenkin, dos directores y guionistas que proceden del mundo de las
series televisivas. Doug (David Tennant) y Abi (Rosamund Pike) son un
matrimonio en crisis, por lo que deciden marcharse de vacaciones a Escocia
junto a sus tres excéntricos hijos. Al llegar, se reúnen con el resto de la
familia, pero la búsqueda de unos apacibles días de distracción naufraga entre rencores y malentendidos hasta que, de repente, se ven obligados a olvidar las redecillas y colaborar juntos por culpa de los niños.
Una auténtica locura de afilada e inteligente comedia que lleva a sus
personajes a una situación límite. De ritmo ágil, sus diálogos requieren verdadera atención, sobre todo, en el caso de los más pequeños, que
bien podrían enrojecer a más de un espectador con su estupenda naturalidad. Sin
vergüenza y con total descaro, rezuma lógica a pesar de su humor disparatado. Un giro inesperado será el culpable de provocar un clímax
que, aun siendo predecible, resulta ser de lo más agradable. Muy destacable,
sin duda, es el impresionante paisaje del que sus autores hacen gala, que, sin
adquirir demasiada importancia, reflejan una bella estampa perfecta para la
trama. Entre risas, discusiones y lágrimas, las vacaciones se convertirán en un
punto de inflexión en sus vidas y, sobre todo, en sus relaciones.
7. “ROCK’N LOVE (YOU INSTEAD)”, de
David Mackenzie (2011)
El verano también nos trae el ambiente festivalero del que
presume el realizador británico David Mackenzie en “Rock’n Love (You Instead)”.
En apenas 80 minutos de metraje, el mundo musical del festival T in The Park
será el testigo directo de la historia de Morello (Natalia Tena), la líder de
la banda punk Dirty Pink, y Adam (Luke Treadaway), que forma parte del exitoso
dúo indie The Make. A partir de una serie malentendidos, ambos quedan esposados
para todo el fin de semana, mientras que sus respectivas parejas se revuelcan
en los celos y el enfado hasta llegar a la locura. Con cierto aire documental, la
frescura de esta comedia viene causada más por su dinámico ritmo y las
interesantes interpretaciones de su elenco que por la típica estructura
narrativa en la que, llegando al final, el espectador es capaz de conocer las
circunstancias por las que sus protagonistas se han visto en tal embrollo, dando sentido a todo lo ocurrido con anterioridad. “Rock’n Love (You Instead)” no es así,
posiblemente porque su autor no desea presentar una película al uso, sino una
trama de enredos extrañamente más realista de lo que aparenta ser. Puede pecar
de predecible en cuanto a su vertiente más romántica, pero su aroma
underground, el telón musical de fondo, el ambiente juvenil y alocado al más
puro estilo británico y esa hilaridad que arranca alguna que otra sonrisa hace
que sea un producto ligero para su disfrute.
8. “LA
COMEDIA SEXUAL DE UNA NOCHE DE VERANO”, de Woody Allen (1982)
No podemos olvidar el clasicismo gracias a la cinta escrita y
dirigida por Woody Allen, del que podríamos utilizar más de un ejemplo, sobre
todo, en sus últimos largometrajes, en los que emprende una especie de tour por las ciudades de París, Barcelona o Roma. En este caso, y teniendo
como base la popular obra del dramaturgo William Shakespeare, “El Sueño de una
Noche de Verano”, el autor transforma la sobradamente conocida comedia en una
digna adaptación, un tanto refinada, situada a principios del siglo XX,
en la que tres parejas se reúnen en una casa de campo para disfrutar de unos
días de relax. No tardarán en surgir ciertas confusiones amorosas entre un
relamido profesor de filosofía y su prometida, un inventor con mucha fantasía y
su problemática esposa o un médico bastante mujeriego y su última amante. El
sello del cineasta es inconfundible con su agudeza expresada a través de los
diálogos, que, como es obvio, rondan entre el amor y el sexo. Apenas 82 minutos
de duración que transcurren a un ritmo realmente agradable y entretenido al
pasear por un colorido y radiante ambiente campestre que, a veces, parece ser
casi etéreo. El deseo hacia lo ajeno, el anhelo de una satisfacción y el
hipnótico poder del placer hacen estragos en unos simpáticos personajes que
danzan al son de las clásicas melodías de Mendelsshon. Un delicioso homenaje
con ciertos guiños al estilo del director sueco Ingmar Bergman con el que es
fácil divertirse.
9. “¿QUIÉN
PUEDE MATAR A UN NIÑO?”, de Narciso Ibáñez Serrador (1976)
Un toque de terror e intriga basado en la obra homónima del
escritor y periodista asturiano Juan José Plans, que prácticamente podría
convertirse en toda una película de culto para ciertos cinéfilos. Los turistas
británicos Tom (Lewis Fiander) y Evelyn (Prunella Ransome) disfrutan de
una luna de miel algo tardía en la costa española. Sin embargo, los ruidos y la
acumulación de gente en la zona hacen que ambos tomen la decisión de buscar un
paraje mucho más tranquilo. Por ello, alquilan una barca y se adentran en el
mar para visitar una pequeña isla realmente solitaria de la que Tom tiene muy
gratos recuerdos. Paseando por sus calles, no son capaces de cruzarse con
ningún adulto, sino que el luminoso pueblo está dominado por niños que no dudan
en rebelarse contra ellos. Una interesante e irrepetible propuesta en la que la
tensión crece a pasos agigantados, manteniéndonos expectantes ante tan
extraños y espeluznantes sucesos. Para todo amante del género, sin duda, se
trata de una pieza indispensable, que, aun pecando de sobriedad y simpleza,
construye una narración perfecta y muy poco convencional que logra inquietar
psicológicamente desde el primer instante. Resulta impensable generar una
atmósfera tan aterradora en un idílico paisaje marítimo bañado por la luz de un
cálido sol, pero las sonrisas aparentemente inocentes de los pequeños esconden una
sombría inquietud. ¿Quién iba a pensar que unos niños pudieran ser tan
perversos?
10. “SUMMER
CAMP”, de Alberto Marini (2015)
Era impensable no incluir algún que otro título de terror en
su vertiente más divertida y ligera y “Summer Camp” es un buen ejemplo de ello.
Un campamento de verano al norte de España, extrañas infecciones en las que los
personajes entran en un estado de furia extrema y escupen líquido verde por la
boca, una carrera hacia la supervivencia, grandes dosis de humor negro y algún
que otro toque sangriento. Así es la terrible noche que viven Antonio (Andrés
Velencoso), Will (Diego Boneta), Michelle (Maiara Walsh) y Christy (Jocelin Donahue),
cuatro monitores que llegan dos días antes con el fin de tener todo preparado
para recibir a los más pequeños. Sin embargo, las cosas se complican por una
extraña infección que es capaz de llevar a la locura. Ritmo trepidante desde el
inicio y mucha perversidad, no por parte de la historia, sino del espectador,
que desea más acción a costa de las vidas de los personajes. No obstante, hay
que recalcar que no estamos ante una obra maestra del género, sino que hay que
tener en cuenta de que se trata de una cinta de bajo presupuesto (aunque cuente
con Jaume Balagueró a la producción) que simplemente busca dosis de diversión a
través de sus escasos 85 minutos de metraje. Actuaciones más que dignas para
una narración que se atreve a reírse de todo lo que está en sus manos, desde
otras cintas de similar temática hasta de los propios personajes, repletos de
clichés no tan previsibles.
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