No hay nada como lograr impactar al público sin necesidad de
grandes recursos, a pesar de que muchos sigan insistiendo en que el cine ya ha
reflejado todo tipo de realidades y que pocos trabajos ofrecen algo nuevo. Y aunque en muchos casos esto se
cumple, por desgracia, a rajatabla, aún es posible formar parte de la memoria
de un espectador, grabar en sus retinas una escena enfocada de una manera muy
diferente o un diálogo que consiga calar más allá del visionado. El director
japonés Ryuichi Hiroki arriesgó dentro de la sencillez de “Her Granddaughter” y
logró atraer a sus conciudadanos con lo que pareciera una nimiedad en
occidente. Lamer un pie le trajo consigo un aumento de su popularidad con
innumerables críticas de su obra, tanto negativas como positivas. Casi
pareciera un efecto inesperado, pero el autor no dudó en incluir un suculento
fotograma de ese instante en el propio cartel de la película y, obviamente,
alcanzó el objetivo esperado, que la gente hable de su trabajo.
Con más de 20 años de trayectoria, el autor vuelve a volcarse
en la profundidad de sus personajes a través de la historia de Tsugumi Dozomo
(Nana Eikura), una treintañera que decide tomarse un año sabático de su trabajo
para ir a su pueblo natal, Tsurumi, una pequeña localidad de Kagoshima, al sur
de la prefectura de Kyushu. Con el fallecimiento de su querida abuela Towa
Shimoyashiki (Chiharu Konno), trata de permanecer en la casa que tantos
recuerdos de su familia guarda para dejar atrás no sólo su empleo, sino también
a su antiguo amor, Toshio Nakagawa (Osamu Mukai). El silencio y la soledad
inundan un espacio que utiliza para reflexionar sobre su vida, pero que pronto
recibe la visita de un misterioso hombre de 52 años, Jun Kaieda (Etsushi
Toyokawa), que dice ser profesor de filosofía en la universidad y un conocido
de su abuela, por lo que posee una copia de la llave de la casa y, por tanto,
el derecho a quedarse en ella. Tsugumi se verá obligada a compartir la
vivienda, mientras intenta averiguar quién es realmente Kaieda.
El veterano guionista Hiroshi Saitô se encarga de adaptar el
manga “Otoko No Issho” del escritor Keiko Nishi, que fue publicado en la
popular revista Gekkan Flowers entre los años 2008 y 2010. La historia refleja
un romance muy poco retratado en el cine japonés, que aún guarda cierto recelo a
todo aquello que se salga de lo convencional. El director enfoca la relación entre
ambos protagonistas de una forma sencilla, evitando toda morbosidad y sin caer
en el melodrama. Trata de acrecentar la extraña tensión que surge entre ellos y que,
poco a poco, incluso, provoca anhelar alguna dosis de sensualidad ante tanta
emoción comedida. Las pequeñas pinceladas del pasado de la abuela Towa surgen
delicadamente en pantalla, desvelando, a fuego lento, la verdadera identidad de Kaieda. Un hombre rígido, de rostro sereno, inamovible, que, en ocasiones, tiene
palabras severas hacia Tsugumi, pero que atrae irremediablemente ante el
secretismo con el que lleva su vida.
Suave, respetuosa, agradable, pero, sobre todo, se trata de una
narración bien ejecutada y curiosamente seductora, que finaliza en un clímax
erótico rendido a una podofilia inesperadamente polémica. La trama discurre con
alguna que otra pausa, en la que participan personajes secundarios que amenizan
la obra, pero que no adquieren la menor importancia. Ejemplo de ello es la
llegada de un niño supuestamente abandonado por su madre en la puerta de la
casa de Tsugumi. Un episodio que no arranca con fuerza y que deja bastantes
incógnitas a su paso, a excepción de los sentimientos de la protagonista, que
quedan expuestos ante Kaieda. El autor desliza, así, una cómoda visión de la
unión familiar, el desgaste emocional, las relaciones ilógicas y las malas
decisiones. Sin embargo, no será hasta la llegada de Nakagawa cuando se
produzca un punto de inflexión en la historia, de tal manera que, aunque la
intervención de éste es prácticamente anecdótica, proporciona al metraje el
último impulso hacia su desenlace.
Tsugumi se descubre con total inseguridad. Ha perdido el
rumbo de su vida, pero ese parón existencialista será su solución. Eikura
interpreta a una mujer de ciudad, que intenta establecer un equilibrio entre su
profesión y su baja autoestima debido a éste. Su soledad queda interrumpida por
Kaeida que, pese a ser un hombre culto, posee un comportamiento algo rudo y
patán. Para colmo, pretende utilizar a Tsugumi como una auténtica esposa,
pidiéndola que se haga cargo de él y de sus necesidades. Curiosamente, estas
exigencias despojan a la joven de su aislamiento, sintiéndose, en parte,
útil para alguien más. El veterano actor, Toyokawa, transmite un aire
intelectual e imperturbable, desprendiendo cierto humor crítico a través de la
madurez de sus diálogos. No es la primera vez que ambos se ponen a las órdenes
de Hiroki, puesto que, mientras Eikura participó en “April Bride” (“Yomei 1 -
Kagetsu No Hanayome”, 2009) y “Nobody's Perfect” (“Daijôbu 3 Kumi”, 2013) con
papeles protagónicos, él actuó en “It's Only Talk” (“Yawarakai Seikatsu”, 2005)
con un personaje menos importante.
Igualmente, vuelve a contar con el director de fotografía
Atsuhiro Nabeshima, un indispensable en su equipo desde “New Type: Just for
Your Love” (2008). Como ya es habitual, el paisaje toma importancia como buen
drama asiático, sobreexponiendo la belleza y tranquilidad del paraje rural del
oeste de la prefectura de Mie. La minimalista imagen, elegantemente tratada, despliega cierto halo
impregnado de una profunda melancolía. Las tradiciones y
costumbres obviamente quedan registradas en la rutina de Tsugumi y Kaeida,
atrapando el encanto de una antigua casa feudal que casi pareciera convertirse
en otro personaje más. Así es, en esencia, la obra de Hiroki, “Her
Granddaughter”, una visión más madura de la realidad que evidencia un amor
impulsivo, ilógico, pero magnético gracias a la fuerte presencia de un elenco principal
sumamente carismático.
Lo mejor: las interpretaciones de Eikura y Toyokawa. El
trabajo técnico se muestra totalmente limpio e hipnótico.
Lo peor: tras una cinta de lo más agradable se esconde una
confusa polémica para nada casual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario