Independientemente de la perenne controversia que lleva consigo el célebre director y guionista francés Roman Polanski, lo cierto es que es
indudable la fascinante filmografía que ha aportado a la historia del cine, compuesta por
títulos que siempre permanecerán en nuestra memoria, como “La Semilla del
Diablo” (1968) o “Lunas de Hiel” (1992), convertidas en películas de culto con
el paso del tiempo. Sin embargo, su vida privada siempre ha ensombrecido su
trabajo, ya sea por su reconocido escándalo por violación como por el asesinato
de su mujer, la actriz y modelo estadounidense Sharon Tate, y su hijo nonato.
Una trayectoria repleta de situaciones extrañas y trágicas, de claroscuros que,
en cierta manera, acabó trasladando a su cine, aunque no de forma explícita. Su
mirada hacia el exterior se transformó en dramas, comedias satíricas, thrillers
que juegan con los sinsabores del terror, erotismo literario, recuerdos
históricos o, incluso, aventuras inesperadas. A día de hoy, podría decirse que
el cineasta ya se ha enfrentado a todo aquello que siempre ha querido hacer a
nivel cinematográfico.
Sea cual sea el género que trate, el universo que construye siempre
es diferente a los demás. Prueba de ello es una de sus obras maestras, “El
Quimérico Inquilino”, un thriller psicológico basado en la novela “Le Locataire
Chimérique”, del escritor y también cineasta francés Roland Topor, que acabó
siendo una cinta de culto, a pesar de la frialdad con la que fue recibida por la crítica del momento. Con esta historia participó en el Festival de Cannes
de 1976 y obtuvo una nominación a los Premios César un año después, aunque
tristemente no obtuvo mayor reconocimiento. Curiosamente, es todo un placer ver
cómo el propio Polanski se pone en la piel del protagonista, aunque ésta no es
la primera vez que juega a ser un actor más en sus metrajes. Trelkovsky (Roman
Polanski) es un hombre tranquilo que acaba de alquilar un apartamento para él
sólo en París. Nada más entrar a vivir, la conserje (Shelley Winters) le
informa de que la anterior inquilina trató de suicidarse tirándose por la
ventana del piso y que, mientras está hospitalizada, sus pertenencias siguen en
el interior. Trelkovsky poco a poco le da más importancia a los hechos. Observa
sus objetos personales, entrando cada vez más en una espiral que le consume
hasta la locura.