1. "OKJA",
de Bong Joon-Ho
Corea
del Sur se unía a los atractivos de Netflix por primera vez a través de uno de
sus directores más internacionales, Bong Joon-Ho. Sin embargo, su participación
en el Festival de Cannes de 2017 no hizo más que desatar la controversia entre
una productora que deseaba estrenar su proyecto en la popular “puerta europea
del cine” sin querer atarse a las condiciones que se establecían. Por suerte,
tanta polémica provocó una auténtica llamada de atención de los usuarios de la
plataforma, pero también se ganó el boicot en la taquilla surcoreana alcanzando
poco más de 2 millones de dólares. Independientemente de ello, la historia de “Okja” recuerda,
en cierta manera, a los relatos ochenteros con los que muchos crecimos. La gran
multinacional Mirando Corporation tiene un plan de negocio a largo plazo, por
lo que ha creado una extraña criatura, que posteriormente ha clonado y ha enviado un ejemplar a
varios cuidadores situados en diferentes partes del mundo. Uno de ellos es Mija (An Seo Hyun) y su abuelo, que
conviven con la cariñosa Okja desde hace 10 años en un lugar idílico entre
montañas. Lucy Mirando (Tilda Swinton) se asombra de las condiciones
excepcionales en las que se encuentra el animal, por lo que decide llevar a
Okja a Nueva York para culminar con sus ambiciosos objetivos. Llena de ingenio
y sentimientos, la vida de Mija y su curiosa mascota no sólo recoge una
reflexión ecológica y humana, sino que también posee, en su recta final, cierto
paralelismo con el Holocausto nazi. Las protagonistas, destinadas a
distanciarse por culpa de la ambición de Mirando y sus crueles intereses,
luchan durante las casi dos horas de metraje para esquivar un destino incierto
que remueve y destapa la verdadera esencia del hombre y la naturaleza.
Inevitablemente lacrimógena al más puro estilo del cine surcoreano, la cinta
también da cabida a un trepidante entretenimiento entre efectos digitales y una
excelente fotografía a cargo del reconocido director iraní Darius Khondji.
2. "MINDHUNTER",
de Joe Penhall
Probablemente,
“Mindhunter” sea una de las series más destacadas de 2017. El dramaturgo,
guionista y productor inglés Joe Penhall cuenta con la ayuda de cuatro
directores para plasmar lo más oscuro de los asesinos en serie más famosos del
siglo XX en una magnífica adaptación del libro “Mind Hunter: Inside FBI’s
Elite Serial Crime Unit”, escrito por el norteamericano Mark Olshaker y el
exagente del FBI John E. Douglas. El danés Tobias Lindholm, los británicos Asif
Kapadia y Andrew Douglas, y el aclamado cineasta estadounidense David Fincher
se han embarcado en un proyecto que prácticamente absorbe al espectador desde
el primer capítulo. Ambientada en 1977, la historia sigue los pasos de los
agentes Holden Ford (Jonathan Groff) y Bill Tench (Holt McCallany), que
comienzan a profundizar en las mentes de los hombres más peligrosos del momento
para innovar nuevas técnicas de investigación. A través de su acercamiento a
estos psicópatas, pretenden comprender sus comportamientos para evitar nuevos
casos similares en el futuro. La curiosidad se dispara al desgranar la
narración a fuego lento entre inquietantes silencios y poderosos diálogos. Ya
no es importante qué es lo que sucede, como en el clásico thriller, sino qué
mente tan perturbadora se esconde tras cada macabro acto, cuál es la raíz de
estos crímenes. Por lo que estamos ante una producción escalofriante que atesora grandes palabras sin
necesidad de acudir a la gratuidad de la acción. Ciertos elementos reales
aportan toda la credibilidad que necesita, contando, en su primera temporada,
con relatos de asesinos sobradamente reconocidos, como el inesperado Ed Kemper
(Cameron Britton), Jerry Brudos (Happy Anderson), Monte Rissell (Sam Strike) o
Richard Speck (Jack Erdie), entre alguna que otra sorpresa.
3. "MADRE!",
de Darren Aronofsky
Sólo
ciertos directores pueden ser capaces de crear una gran obra que deje al
espectador reflexivo durante varios meses y, precisamente, el cineasta
norteamericano Darren Aronofsky es uno de ellos. Una sacudida contundente a los
sentidos y emociones en la que parece, en un principio, una trama sencilla con
cierta comicidad. Una mujer (Jennifer Lawrence) y su marido, (Javier Bardem),
renuevan una vieja casa en mitad del campo. En plena noche, reciben la visita
de un médico (Ed Harris) pero, a pesar de confundir el lugar con un pequeño hospedaje, es invitado a pasar la noche. Sin embargo, poco después,
llega su esposa, una extrovertida mujer (Michelle Pfeiffer) sin tapujos, que
parece adueñarse de la estancia como si fuera su propio hogar, mientras que la
protagonista es testigo de extraños comportamientos de cada vez más personas a
las que es imposible expulsar. Toda una vuelta de tuerca entorno a la narrativa
de “el otro” en forma de salto al vacío durante dos horas de metraje a ritmo
pausado y con una tensión psicológica en aumento. El director de fotografía
neoyorquino Matthew Libatique transforma la imagen a capricho en la que supone
una de las películas más apocalípticas y enigmáticas del año. Lo más atractivo
de la obra es que el autor deja libre cualquier vía de interpretación, una lógica
que para cada espectador parece ser diferente y que va desde cuestiones
bíblicas hasta la relación del hombre con la naturaleza. La exaltación del
sonido ambiente sin necesidad de acudir a una banda sonora juega en favor del
suspense de la trama, que genera cada vez más ansiedad, estrés y, curiosamente,
incomprensión, favoreciendo un clímax apoteósico entre cenizas, una salvaje
anarquía y una cruda violencia que desemboca en un estado de inconsciencia de
lo más perturbador.
4. "A
TAXI DRIVER", de Jang Hoon
La
historia de Corea del Sur durante el siglo XX está llena de constantes cambios y conflictos a lo largo de sus gobiernos militares. Precisamente, “A Taxi
Driver” viene a recordar uno de los instantes más macabros de estos años en
forma de homenaje. La masacre de Gwangju durante la dictadura militar de Chun
Doo-Hwan se produjo a finales de mayo de 1980, cobrándose la vida de 165
víctimas por la sanguinaria violencia gubernamental. El cuarto largometraje del
director surcoreano Jang Hoon se centra en esos días, cuando Kim Man-Seob (Song
Kang-Ho), un taxista de Seúl con una hija a su cargo le roba el cliente a uno
de sus compañeros por pura desesperación, ya que se trata de una misión
especial por la que obtendrá bastante dinero. Así es como recoge a Peter
(Thomas Kretschmann), un periodista que desea llegar a Gwangju para grabar los
incidentes que se están produciendo allí y poder mostrar las imágenes al mundo.
Sin embargo, Man-Seob desconoce la gravedad del asunto y mucho menos que el
ejército ha tomado la ciudad. Uno de los blockbusters surcoreanos más exitosos
del año basado en una historia verídica que se trató de silenciar y que, gracias a
un suceso emotivo, ha servido para crear un largometraje de obligada
visualización. En la vida real, el reportero alemán Jürgen Hinzpeter ha estado
buscando a ese anónimo taxista que le acompañó durante tan siniestros días. Por
eso mismo, Jang Hoon contó con su colaboración para llevar a cabo este
proyecto, aunque, por desgracia, su fallecimiento en 2016 impidió que viera el
montaje final de la cinta. No obstante, Corea del Sur sigue pendiente de su
memoria histórica desde un punto de vista crítico como nunca antes habíamos
sido testigos de este cine, creando un fuerte impacto que, precisamente, es la
clave de esta película.
5. "LO
QUE LA VERDAD ESCONDE: EL CASO ASUNTA", de León Siminiani
La
miniserie documental del director cántabro Elías León Siminiani y el productor
Ramón Campos ha sorprendido tanto a crítica como a público con uno de los casos
más perturbadores de 2013. La fascinante profundización en el asesinato de
Asunta Basterra Porto, una niña de 13 años que desapareció en el municipio de
Teo (La Coruña) y cuyos padres adoptivos fueron inculpados del crimen, repasa
la investigación judicial aportando nuevas perspectivas del hecho. Sin duda,
estamos ante uno de los trabajos más minuciosos que ofrece el panorama
documental español, que aporta una asombrosa documentación para arrojar cierta
luz a un macabro suceso. Tres capítulos en los que se revisan los testimonios
de Alfonso Basterra y Rosario Porto, sus cartas personales y conversaciones
bajo arresto, simulaciones del día del secuestro, diversas teorías y
explicaciones o entrevistas a otras personas involucradas y a expertos que hilan la
narración en orden cronológico, permitiendo que el público sea el encargado de
sacar conclusiones y emitir los juicios oportunos. Una producción de lo más
arriesgada que pone en tela de juicio todo el proceso desde diferentes puntos
de vista junto a una crítica social del juicio mediático paralelo al que se
sometieron todos los protagonistas del crimen. El recuerdo de la crónica negra
que demuestra, una vez más, esas medias verdades, los extraños agujeros que
surgen en la investigación, las incongruencias y la relatividad de lo que nos
rodea, dejando un final abierto envuelto en un aura de misterio. Tampoco se
trata de una meta, alcanzar un objetivo, sino que “Lo Que La Verdad Esconde: El
Caso Asunta” se erige como un ejemplo televisivo de calidad y coherencia, en
donde lo importante es el desarrollo, la sucesión de los hechos, la psicología
de los involucrados y el buen periodismo.
6. "MEMOIR
OF A MURDERER", de Won Shin-Yeon
Como
cada año, no puede faltar un buen thriller surcoreano entre las películas más
destacadas. En este caso, el director Won Shin-Yeon continua con la estela de
los serial killer con su quinta producción, “Memoir of a Murderer”, pero desde
una vertiente más profunda, oscura y aislada. Byung-Su (Sol Kyung-Gu) es un
hombre mayor que padece Alzheimer y se encuentra al cuidado de su hija
adolescente, Eun-Hee (Kim Seol-Hyun). En los momentos de mayor claridad
recuerda su pasado como asesino en serie, una íntima parte de él que nadie
conoce y que sigue permaneciendo en sus recuerdos por culpa de los últimos asesinatos que se han
producido muy cerca del pueblo. Un día, tiene un accidente de coche por el que
conoce a Tae-Ju (Kim Nam-Gil), uno de los policías de la zona con el que siente una
terrible conexión. Una mente enferma en pleno proceso existencialista que
infunde la duda tanto en los que le rodea como en el espectador y en él mismo, lo
que genera varios giros argumentales que enriquecen una narración plagada de
elipsis y agujeros, emulando el estado en el que se encuentra Byung-Su. Como
siempre, la moralidad se tambalea entre lo malo y lo peor, estableciéndose
límites cada vez más ambivalentes en los que ya no existe ni el bien ni el mal.
La realidad y la ficción del protagonista se funden hasta la confusión, creando
posibles espejismos y fantasmas que pueden llegar a esconder la verdadera
realidad o, en cambio, revelar más de lo que él jamás hubiera deseado.
Won Shin-Yeon juega constantemente con el público hasta llevarle a una
confusión que sólo se aclara en su recta final, culminando en un desenlace en
el que todo queda iluminado por la asfixiante memoria enferma de sus
personajes. La pesada carga del pasado viene encadenada a unos perfiles
psicológicos perfectamente retratados, siendo este aspecto uno de los elementos
más atractivos de la película.
7. "VERÓNICA",
de Paco Plaza
La
terrorífica obra del director valenciano Paco Plaza, “Verónica”, es una de las
grandes sorpresas que nos ha traído 2017. Basada en un caso real, la historia
está ambienta en el barrio madrileño de Vallecas durante el verano de 1991. La
joven Verónica (Sandra Escacena) consigue un tablero de ouija para jugar con
sus amigas en los sótanos de un colegio católico. Lo que sucede en la oscura
sala marca un antes y un después en sus vidas, puesto que una peligrosa
presencia sobrenatural pretende amenazar a toda la familia. Una inexplicable
situación que el autor desarrolla con gran maestría durante 105 minutos de
metraje, en los que los sustos están totalmente medidos, los efectos de sonido
muy bien aprovechados y en los que la tensión aumenta lentamente, pero con paso firme. Su
esencia clásica se sustenta, en parte, en el destacable trabajo de
documentación, que, a pesar de tomarse ciertas licencias, aportan una asombrosa
verosimilitud a una historia que deja el bello de punta. Por supuesto, no es
ninguna sorpresa que el director de fotografía argentino Pablo Rosso esté
detrás de tan magnífica labor visual. Un ambiente opresivo, terrorífico,
cuidado hasta el más mínimo detalle en cuanto a esa ambientación noventera tan
reconocible y siempre teniendo presente el verdadero expediente, que va
ahogando más y más a la joven Verónica y a sus hermanos pequeños, verdaderos protagonistas
de lo que ocurre entre los muros de un viejo piso en el que una presencia
maligna se manifiesta a través de los objetos, las sombras, los sonidos y hasta
los sueños. Con una sencillez hipnótica, la narración se sucede con total
naturalidad, conduciéndonos por un aterrador camino sin retorno compuesto por
varios giros inesperados y puertas que se abren en la inconsciencia de una
mente joven e inocente que sólo cree en un peligroso juego para volver a hablar
con su ser querido.
8. "EL
SACRIFICIO DE UN CIERVO SAGRADO", de Yorgos Lanthimos
Es
imposible permanecer imperturbable ante una obra del director griego Yorgos
Lanthimos, que sigue sorprendiendo y elevando expectativas. Ideas
existencialistas e inquietudes del ser humano forman parte de su trayectoria,
dejando siempre un irremediable poso reflexivo que a veces es impagable. Steven
Murphy (Colin Farrell) es un importante cirujano que ha formado su familia con
una oftalmóloga, Anna (Nicole Kidman). A su consulta suele acudir Martin (Barry
Keoghan), un joven de 16 años que ha perdido a su padre y que siente una gran
admiración por el médico. Sin embargo, todo cambia cuando su hijo pequeño, Bob
(Sunny Suljic), deja de andar de forma fortuita e inexplicable. Poco a poco, su
estado empeora, complicándose la situación cuando su otra hija, Kim (Raffey
Cassidy), se ve en las mismas circunstancias. Las advertencias le colocan en
uno de los peores momentos de su vida al verse obligado a elegir entre llevar a
cabo un sacrificio contra natura o perder todo lo que había conseguido hasta
entonces. Lo que aparentemente parecía una simple trama de venganza se
transforma en una siniestra narración de lo más angustiosa con ciertos toques
de un inesperado humor ácido. Lanthimos vuelve a reivindicar ese
autocuestionamiento tan característico en sus películas a través de decisiones
precipitadas, forzadas por un transcurso del tiempo imparable. Estamos ante dos
hipnóticas horas que se suceden a fuego lento, pero que, en cambio, transmiten
una gran vertiginosidad mientras se agolpan los acontecimientos. Un
largometraje de gran exigencia no apto para ciertas sensibilidades que cuenta
con un fantástico elenco que desfila por espacios austeros prácticamente
congelados y unos movimientos de cámara más arriesgados de lo que nos tiene
acostumbrados el cineasta.
9. "EL
TERCER ASESINATO", de Hirokazu Koreeda
Es
la primera vez que el autor japonés Hirokazu Kore-eda realiza una inmersión en
el género del thriller, distanciándose de sus trabajos anteriores que tanta
popularidad le han generado. Por eso mismo, “El Tercer Asesinato” se convertía
en una cinta especial, única en su filmografía, posiblemente porque puede que
estemos ante un nuevo ciclo en su trayectoria o tal vez sea un simple coqueteo
con otros géneros a los que el cineasta apenas había prestado atención.
Shigemori (Masaharu Fukuyama) es un reconocido abogado que se hacer cargo del
caso de Misumi (Kôji Yakusho), un presunto ladrón y asesino que confesó
fácilmente sus crímenes nada más ser capturado. Hace 30 años, ya fue juzgado
por otro homicidio, por lo que ahora se enfrentaría a una sentencia de pena de
muerte. Todo aquello que parecía sencillo y cristalino se vuelve aún más
complicado de lo que Shigemori pensaba. Su desgana frente a una condena
evidente es transformada cuando, tras interrogar a varios familiares de la
víctima y del propio criminal, sospecha que existe una verdad que se desea
tapar, desvelándose que no todo es tan simple como él creía pensar. En poco más
de dos horas de metraje, siempre a un pausado ritmo como suele ofrecer este
cine, se suceden brillantes diálogos, silencios reveladores, miradas y gestos
cargados de información y, en definitiva, la necesidad de cubrir una oscura y
macabra realidad que no hace más que crear confusión en Shigemori. Kore-eda y
su actual director de fotografía Mikiya Takimoto ensombrecen una atmósfera enrarecida,
que contrasta con gran armonía con las panorámicas, los planos frontales y las
sobreimpresiones. Un ambiente íntimo y personal que otorga todo el protagonismo
a un elenco que supone el punto fuerte de la producción. Atrás quedan los
dramas familiares, los toques de comicidad y las bondadosas reflexiones de un
autor que sigue sorprendiendo con el transcurso de los años.
10. "THE
BABYSITTER", de McG
Es
cierto que “The Babysitter” no es lo mejor de 2017, pero, sin duda, es lo más
destacable del popular “cine caspa”. El director estadounidense Joseph McGinty Nichol
(McG), más conocido por las dos entregas de “Los Ángeles de Charlie”, se
encarga de una producción enfocada a un público muy concreto dentro de la
programación de la plataforma Netflix. Cole (Judah Lewis) es un niño de 12 años
que se queda solo en casa, por lo que sus padres deciden contratar a una
niñera, Bee (Samara Weaving), la atractiva vecina que muchas veces se ha
encargado de él. Sin embargo, Bee llega acompañada por unos estereotipados
amigos para amenizar una noche con un macabro rito satánico. En apenas 85
minutos de metraje, el cineasta desarrolla una terrorífica comedia de lo más
divertida, repleta de acción, escenas sangrientas, clichés del género,
persecuciones, locuras, algún que otro susto y, muy especialmente, risas. Con
gran dinamismo, cada instante es aprovechado al más puro estilo freak, llegando
a ser un producto de lo más ligero y entretenido sin importar su vacío narrativo
ni la previsibilidad de la obra. De hecho, la premisa sólo se desarrolla
enseguida para dar rienda suelta a una extraña historia que bebe del terror
adolescente más ochentero. Con la llamativa fotografía del director neoyorquino
Shane Hurlbut, con un toque de estética de videoclip y una exaltación de los detalles, la
supervivencia en plena noche resulta sobradamente complicada con una villana de
lo más variopinta que trata de jugar con los asistentes a la ceremonia para
crear una tensión que sólo emerge en ciertos momentos muy concretos. Para este
tipo de cintas, es importante no esperar nada de ellas y simplemente dejarse
llevar por una historia más que sencilla que, sin ninguna expectativa, sólo
busca el disfrute de quien la visualiza.
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