Con varios premios a sus espaldas en los festivales de
Fantasia de Montreal, de Melbourne y de Sitges, entre otros, “Train To Busan”
se convertió en una de las sensaciones del año 2016 y todo un perfecto embajador
del potencial cinematográfico de Corea del Sur. El director Yeon Sang-Ho logró labrarse un
merecido hueco en la industria del país, sobre todo, tras sus anteriores
trabajos de animación, “The Kings of Pigs” (2011), “The Fake” (2013) y,
especialmente, “Seoul Station” (2016), en la que podemos visualizar los hechos
acontecidos en la céntrica estación de la capital como una especie de preámbulo
de lo que nos espera en “Train To Busan”. La fría crueldad que narran sus obras
se mantiene como hilo conductor de su trayectoria, en donde prima una sociedad prácticamente
apocalíptica, que provoca e invoca constantemente a las peores bajezas del
ser humano.
Es más que evidente el buen estado en el que se encuentran
las películas de infestados, no sólo por su revisión en cuanto a narrativa y
estética, que, obviamente, acompaña a las mejoras tecnológicas que el séptimo
arte pone a disposición, sino que, además, su notable inserción en el circuito
de festivales internacionales lleva a pensar que el género de zombies sigue
latente y con fuerza. En esta ocasión, Seok Woo (Yoo Gong) es un ocupado
empresario que apenas tiene tiempo para dedicárselo a su hija Soo-An (Kim
Soo-An). Recién separado, su mente se encuentra totalmente inmersa en los
negocios, pero, como regalo de cumpleaños de la pequeña, deciden tomar un tren
de alta velocidad para visitar a la madre de ésta en Busan, al sur del país. Lo que
bien pudiera haber sido un viaje tranquilo en el que, por desgracia, tener que
ver a su exmujer, se convierte en un día decisivo en sus vidas, en una lucha
por la supervivencia más descarnada por culpa de un extraño virus que se
expande a gran velocidad por Corea del Sur.
En un ir y venir de trenes y vagones, la claustrofóbica
situación hace las delicias de los amantes del género. Inevitablemente
comparada con la popular “Rompenieves” (“Snowpiercer”, 2013), de Bong Joon-Ho,
claramente por el escenario utilizado, lo cierto es que “Train To Busan” sigue otros
derroteros diferentes, aunque su alegato concluya en una esencia muy similar. La cinta supone prácticamente dos vertiginosas e inquietantes horas en las que se combina a la
perfección el terror, el gore, la ciencia ficción, el drama, la acción, el romance, la intriga y la
comedia, un híbrido en toda su plenitud que no deja títere con cabeza,
manteniendo un incesante ritmo que no decrece en ningún instante y que conduce
a un clímax en donde las emociones estallan. La rápida actuación de los
despiadados infestados facilita el desarrollo, ya que, en cuestión de segundos,
el transcurso de la historia da giros constantes hasta tomar rumbo hacia el
temido final.
La presentación de los personajes es sólo el preámbulo
de este dinámico ritmo, de tal forma que en un escaso y perfecto inicio ya se reconocen
cuáles participarán de forma activa en la trama. No obstante, la calidad de sus
personajes es menor, puesto que su imagen estereotipada pocas sorpresas
aguarda. La relación problemática entre padre e hija toma protagonismo frente a
los futuros padres, las hermanas inseparables, el equipo de béisbol o la
corrupción personificada. Cuando la vida está en juego, sólo tiene lugar
cualquier acción desesperada bajo la presión, el miedo, una infección que se
propaga rápida y mortalmente y un tiempo que se esfuma a máxima velocidad. Las
decisiones personales, las preferencias, el egoísmo, las opciones fáciles y el
instinto no harán más que evidenciar cómo el ser humano es capaz de autodestruirse
a sí mismo. Únicamente existen dos vías: llegar a Busan sano y salvo o morir en
el intento. Esta idea queda plasmada en escenas de pura adrenalina,
intercaladas por momentos en los que se profundiza en las relaciones entre
personajes.
Yoo Gong encabeza un reparto de rostros conocidos. El actor,
que compartió rodaje con “The Age of Shadows” (2016), la cinta del popular
cineasta Kim Jee-Woon, encara el papel protagónico muy dignamente, compartiendo
una trama de supervivencia con el drama entre un padre absorto en su trabajo y
una hija que necesita atención y cariño. La pequeña actriz, Kim Soo-An, es una
de las sorpresas de la cinta, todo un futuro talento interpretativo que cuenta, a pesar de su corta edad,
con una trayectoria fulgurante, en la que destaca su participación en la obra
histórica de Park Heung-Sik, “Memories of the Sword” (2015). Por su parte, las
grandes estrellas surcoreanas Ma Dong-Seok, en el papel de Sang Hwa; y Jeong
Yu-Mi, como Sung Gyeong, son una pareja clave en “Train To Busan”. Ambos,
reconocidos internacionalmente por largometrajes del calibre de “El Bueno, el
Malo y el Raro” (Kim Jee-Woon, 2008) o “Nameless Gangster” (Jun Jong-Bin,
2012), entre otros, en el caso del actor; y “En Otro País” (Hong Sang-Soo,
2012) o “Silenced” (Hwang Dong-Hyuk, 2011), en cuanto a Jeong Yu-Mi, llevan a cabo un trabajo impecable y claramente destacado por encima de los
restantes personajes, llegando a ser inesperadamente imprescindibles con el transcurso del metraje.
El director de fotografía Lee Hyung-Deok es otro de los
grandes nombres que surgen entre el equipo. “The Housemaid” (Im Sang-Soo,
2010), “Sunny” (Kang Hyeong-Cheol, 2011) o “A Company Man” (Lim Sang-Yoon,
2012) son algunos de los reconocidos títulos que avalan su estupenda labor y,
en esta ocasión, no hay excepción. La imagen es bañada por una capa traslúcida
de color azul, una perspectiva de miserable frialdad que obliga al espectador a tomar
distancia frente a la acción. Más que pulidos son los efectos especiales, las
fabulosas transformaciones de los infestados, los borbotones de sangre, los
gestos y retorcimientos. La cámara se atreve a enfrentar más de una vez a estos
pútridos seres, a mirarles a los blanquecinos ojos. El compositor Jang
Young-Gyu acompaña con una banda sonora efectista y a la altura para completar
una producción que destaca de forma sobresaliente en su género. “Train To
Busan” trata de revisar nuevamente este tipo de historias, aportando un
disfrute fantástico a partir de la locura, la claustrofobia, la desesperación y, especialmente,
la vileza humana.
Lo mejor: consigue atrapar nuestra atención desde el primer hasta el último minuto. La calidad de la puesta de escena es realmente atractiva.
Lo peor: no supone una fuerte innovación en el género, pero sí es una cinta indispensable para los seguidores del mismo.
Lo mejor: consigue atrapar nuestra atención desde el primer hasta el último minuto. La calidad de la puesta de escena es realmente atractiva.
Lo peor: no supone una fuerte innovación en el género, pero sí es una cinta indispensable para los seguidores del mismo.
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