Mucho dista entre la imagen pública de los grandes artistas y su vida privada. Estrellas encumbradas que, en el mejor momento de sus carreras, desaparecen dejando una estela interminable de éxitos que perduran en el tiempo, aglutinando seguidores con el paso del tiempo y siendo mitificados a través de decenas de leyendas, de especulaciones ante su desaparición. Resulta doloroso ver cómo se engrosa el famoso club de los 27, cómo el torbellino emocional ahoga la sensibilidad de quienes se sienten encerrados en una incontrolable espiral de vicios y excesos. The Rolling Stones se despedía de su guitarrista Brian Jones a mediados de 1969, abriendo la veda de aquellos músicos que sucumbían a la desgracia. Tan sólo un año después, una nueva década se cobraba la vida del guitarrista Jimi Hendrix, seguido por Janis Joplin, a tan sólo un mes de diferencia, y Jim Morrison, en julio de 1971. 23 años después, nos dejaría Kurt Cobain, el líder de la banda Nirvana que, no sólo marcaría a varias generaciones de jóvenes, sino que, además, crearía todo un fenómeno imparable desde entonces. Igualmente memorable, Amy Winehouse que, a pesar de no ser la última de este fatídico club, fue toda una conmoción para el mundo artístico de los últimos tiempos. Sobredosis, asesinatos, accidentes, las causas son casi siempre las mismas, pero sus pérdidas son totalmente irreparables.
La cineasta estadounidense Amy Berg, nominada en los Oscars en 2006 por “Líbranos del Mal”, su primer largometraje, suma un nuevo homenaje a una de esas artistas tan admiradas, pero tristemente desaparecidas, Janis Joplin. Un documental que repasa la vida de una de las mejores voces del rock y el blues. Carismática, profunda y diferente, con miles de seguidores tanto fuera como dentro de su profesión y todo un icono de los años 60. "Janis" comienza con la infancia de la cantante tejana en Port Arthur, una época en la que, lejos de ser idílica, construyó una inseguridad que tristemente aumentaría con el paso de los años. El rechazo constante y el acoso que sufría, hicieron que la joven no tardara en mostrar su rebeldía durante la adolescencia, convirtiéndose en todo lo contrario a una “chica bien” de entonces.
Con pantalones y el pelo corto, se inició en el mundo de la música a temprana edad, lo que le llevaría a escaparse a San Francisco, la ciudad en la que encontró un gran apoyo dentro de una comunidad hippie. No tardaría en destacar junto a su banda, Big Brother and the Holding Company, lo que la condujo a sus primeros éxitos y a participar en grandes festivales de referencia, como el de Monterrey o el mítico Woodstock. Alcanzando la cúspide prácticamente con sus manos, Joplin escondía una personalidad totalmente diferente a la que emitía cada vez que subía a los escenarios. No era fuerte ni un torbellino de energía, sino que lentamente se consumía en busca de cariño, de una aceptación que todavía arrastraba sus viejos traumas.
“Janis” recoge un trabajo de documentación sobresaliente compuesto por testimonios de familia y amigos, entrevistas de la propia artista, fotografías y grabaciones personales y cartas escritas de puño y letra por ella misma, dedicadas a sus padres, de los que tuvo que separarse para poder conseguir un sueño. Precisamente son estas últimas, narradas por la cantautora sureña de rock indie Chan Marshall, artísticamente conocida como Cat Power, las que mejor dan a conocer a la cantante. Estos datos nos descubren a la persona que se esconde tras el ídolo, tras el mito que ha ido creciendo con el paso de los años. Joplin no poseía la fortaleza que intentaba transmitir en sus directos, pero tenía una personalidad arrebatadora. Sin embargo, en su interior había demasiada oscuridad, un profundo terror a seguir sufriendo como cuando era pequeña.
Día tras día, su mente quedaba dañada por esas inseguridades, las únicas culpables de una vida repleta de drogas y excesos, actos nocivos que deseó abandonar más de una vez y no pudo evitar sucumbir ante ellos. Sus debilidades acabaron asfixiándola, precipitando un final por todos conocido y que escondía una historia de amor, un drama a contrarreloj que destapaba sus deseos y anhelos más recónditos. Su voz desgarrada daba vida a unas letras que expresaban cada uno de sus sentimientos, su complicado pasado y un presente imposible.
La directora de fotografía Jenna Rosher potencia cierta visión idílica del estrellato con la construcción de una atmósfera casi de ensoñación, de focos multicolores, de glamurosa fama y caótica autodestrucción. Una inevitable y oscura sombra acecha a cada segundo, sumiendo al relato en una extraña melancolía, tal vez porque somos conscientes del fatídico final y la gran pérdida que supuso para el mundo de la música. Su banda sonora repasa la trayectoria de la artista, con temas como “Little Girl Blue”, una joya en la que el documental se detiene a conciencia al formar parte de su título original, “Summertime”, que aporta instantes de intimidad en la vida de Janis, “Maybe”, que suena más desgarradora que nunca, o “Piece of my Heart”, una de las canciones indispensables de su carrera.
Berg desarrolla la historia de forma dinámica, permitiendo fluir los acontecimientos por sí mismos y sin buscar ningún tipo de sensacionalismo, aspecto en el que es fácil caer cuando se trata de un biopic de este tipo. Casi dos horas de metraje en las que es imposible apartar la vista de la pantalla, de los escenarios que la vieron crecer y marchitarse. Risueña y divertida ante las cámaras, fans y amigos, con una voz inigualable y memorable, la cantante permanece en nuestras retinas de manera hipnótica a cada minuto.
“Janis” es el perfecto homenaje para la artista. Una cinta que supone un recuerdo agridulce y que se hace indispensable tanto para admiradores como simples aficionados. Profundo, melancólico y realista, el documental de Berg nos adentra en la verdadera mujer que se esconde tras el mito. Una persona extremadamente sensible y necesitada de cariño que se refugiaba en una especie de máscara llena de fortaleza cada vez que se mostraba en público. Entre nosotros permanece el recuerdo de su extraordinario talento para expresar su dolor a través de las canciones, de olvidar sus penas en presencia de los focos, de la seductora esencia de su voz y de su poder embaucador para encontrar un refugio a todos aquellos que necesitaban consuelo. Janis sigue siendo inolvidable.
Lo mejor: la profundidad del relato. La fantástica labor de documentación.
Lo peor: “Janis” no será su último homenaje, puesto que aún queda mucho por conocer de ella.
La cineasta estadounidense Amy Berg, nominada en los Oscars en 2006 por “Líbranos del Mal”, su primer largometraje, suma un nuevo homenaje a una de esas artistas tan admiradas, pero tristemente desaparecidas, Janis Joplin. Un documental que repasa la vida de una de las mejores voces del rock y el blues. Carismática, profunda y diferente, con miles de seguidores tanto fuera como dentro de su profesión y todo un icono de los años 60. "Janis" comienza con la infancia de la cantante tejana en Port Arthur, una época en la que, lejos de ser idílica, construyó una inseguridad que tristemente aumentaría con el paso de los años. El rechazo constante y el acoso que sufría, hicieron que la joven no tardara en mostrar su rebeldía durante la adolescencia, convirtiéndose en todo lo contrario a una “chica bien” de entonces.
Con pantalones y el pelo corto, se inició en el mundo de la música a temprana edad, lo que le llevaría a escaparse a San Francisco, la ciudad en la que encontró un gran apoyo dentro de una comunidad hippie. No tardaría en destacar junto a su banda, Big Brother and the Holding Company, lo que la condujo a sus primeros éxitos y a participar en grandes festivales de referencia, como el de Monterrey o el mítico Woodstock. Alcanzando la cúspide prácticamente con sus manos, Joplin escondía una personalidad totalmente diferente a la que emitía cada vez que subía a los escenarios. No era fuerte ni un torbellino de energía, sino que lentamente se consumía en busca de cariño, de una aceptación que todavía arrastraba sus viejos traumas.
“Janis” recoge un trabajo de documentación sobresaliente compuesto por testimonios de familia y amigos, entrevistas de la propia artista, fotografías y grabaciones personales y cartas escritas de puño y letra por ella misma, dedicadas a sus padres, de los que tuvo que separarse para poder conseguir un sueño. Precisamente son estas últimas, narradas por la cantautora sureña de rock indie Chan Marshall, artísticamente conocida como Cat Power, las que mejor dan a conocer a la cantante. Estos datos nos descubren a la persona que se esconde tras el ídolo, tras el mito que ha ido creciendo con el paso de los años. Joplin no poseía la fortaleza que intentaba transmitir en sus directos, pero tenía una personalidad arrebatadora. Sin embargo, en su interior había demasiada oscuridad, un profundo terror a seguir sufriendo como cuando era pequeña.
Día tras día, su mente quedaba dañada por esas inseguridades, las únicas culpables de una vida repleta de drogas y excesos, actos nocivos que deseó abandonar más de una vez y no pudo evitar sucumbir ante ellos. Sus debilidades acabaron asfixiándola, precipitando un final por todos conocido y que escondía una historia de amor, un drama a contrarreloj que destapaba sus deseos y anhelos más recónditos. Su voz desgarrada daba vida a unas letras que expresaban cada uno de sus sentimientos, su complicado pasado y un presente imposible.
La directora de fotografía Jenna Rosher potencia cierta visión idílica del estrellato con la construcción de una atmósfera casi de ensoñación, de focos multicolores, de glamurosa fama y caótica autodestrucción. Una inevitable y oscura sombra acecha a cada segundo, sumiendo al relato en una extraña melancolía, tal vez porque somos conscientes del fatídico final y la gran pérdida que supuso para el mundo de la música. Su banda sonora repasa la trayectoria de la artista, con temas como “Little Girl Blue”, una joya en la que el documental se detiene a conciencia al formar parte de su título original, “Summertime”, que aporta instantes de intimidad en la vida de Janis, “Maybe”, que suena más desgarradora que nunca, o “Piece of my Heart”, una de las canciones indispensables de su carrera.
Berg desarrolla la historia de forma dinámica, permitiendo fluir los acontecimientos por sí mismos y sin buscar ningún tipo de sensacionalismo, aspecto en el que es fácil caer cuando se trata de un biopic de este tipo. Casi dos horas de metraje en las que es imposible apartar la vista de la pantalla, de los escenarios que la vieron crecer y marchitarse. Risueña y divertida ante las cámaras, fans y amigos, con una voz inigualable y memorable, la cantante permanece en nuestras retinas de manera hipnótica a cada minuto.
“Janis” es el perfecto homenaje para la artista. Una cinta que supone un recuerdo agridulce y que se hace indispensable tanto para admiradores como simples aficionados. Profundo, melancólico y realista, el documental de Berg nos adentra en la verdadera mujer que se esconde tras el mito. Una persona extremadamente sensible y necesitada de cariño que se refugiaba en una especie de máscara llena de fortaleza cada vez que se mostraba en público. Entre nosotros permanece el recuerdo de su extraordinario talento para expresar su dolor a través de las canciones, de olvidar sus penas en presencia de los focos, de la seductora esencia de su voz y de su poder embaucador para encontrar un refugio a todos aquellos que necesitaban consuelo. Janis sigue siendo inolvidable.
Lo mejor: la profundidad del relato. La fantástica labor de documentación.
Lo peor: “Janis” no será su último homenaje, puesto que aún queda mucho por conocer de ella.
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