Los trabajos del director inglés Tom Hooper son un claro ejemplo del siempre clásico y elegante estilo cinematográfico de la industria británica. En esta ocasión, “La Chica Danesa” cumple con esta expectativa, pero, además, trata una cuestión real que no ha dejado indiferente a nadie: la transexualidad. Tal es así que los medios de comunicación se han hecho eco de las risas que han ocasionado ciertas escenas entre el público general, permitiendo un inverosímil debate sobre si la sociedad del siglo XXI está preparada para visualizar y acercarse a este tipo de cuestiones. Increíble, pero cierto. Aún continúan existiendo los prejuicios ante la crudeza de una realidad por la que muchas personas siguen sufriendo y luchando para que sea aceptado con total normalidad. Por desgracia, se sigue tomando con frivolidad y, lo que es aún peor, con morbosidad.
La guionista Lucida Coxon se encarga de adaptar la novela del escritor norteamericano David Ebershoff, que descubre la historia real de Einar Wegener (Eddie Redmayne). Casado con Gerda (Alicia Vikander), el estable matrimonio de estos dos artistas daneses sufre una crisis cuando Einar posa de modelo femenino para su esposa. Desde ese momento, el joven siente la necesidad de descubrir públicamente a su verdadero yo, Lili, una mujer coqueta, valiente y delicada que provoca una gran metamorfosis en las vidas de ambos.
La transexualidad es reflejada de forma elegante, sutil, sumamente respetuosa, pero, en cierta manera, comedida. El autor describe detalladamente el proceso de cambio mental y físico, evitando caer, en todo momento, en el melodrama. No obstante, resulta inevitable emocionarse por las vivencias de la protagonista, obviamente influidas por el difícil contexto en el que se producen. Si en la actualidad, tal y como comentábamos con anterioridad, aún sigue siendo un tema candente que necesita una mayor conciencia y aceptación, siglo y medio atrás, parece imposible socialmente. Sin embargo, apenas existen diferencias con tanta distancia temporal, puesto que, en este tipo de realidades, continuamos sin evolucionar.
Su ritmo pausado se detiene en los detalles, se paraliza en los diálogos y se regocija en los sentimientos, creando un producto cuidado, con clase y, sobre todo, necesario, que abre, de nuevo, un debate que parecía haberse asimilado. Pese a que su desarrollo es totalmente previsible y su narración no puede ser más sencilla, el interés que despierta viene, principalmente, por la intensidad y, en definitiva, la estupenda calidad interpretativa de Redmayne y Vikander, los dos actores que llevan a cuestas el peso del largometraje. Independientemente de susnominaciones a los Oscar de 2015 como mejor diseño de producción y vestuario, fueron más que evidentes y bien merecidas las otorgadas como mejor actor principal y actriz de reparto.
Si con “La Teoría del Todo” (James Marsh, 2014) consiguió el reconocimiento tan merecido, en esta ocasión, Redmayne logra desplegar su inigualable talento con un papel de gran dificultad. Su evolución desde el joven artista retraído y entregado al matrimonio hasta la mujer encerrada en un cuerpo que no le corresponde, que necesita ser reconocida por su feminidad y que busca la comprensión de sus allegados saca a relucir las mejores cualidades del actor. La personalidad de Lili queda perfectamente reflejada con el apoyo de Gerda, que lucha entre la compasión por su eterno compañero y la pérdida de la estabilidad encarnada en la imagen convencional de su esposo junto a la felicidad que les unía. Vikander, que finalmente se alzó con el Oscar, se mantiene a la altura de Redmayne, generando una gran química entre ambos. Los dos protagonizan momentos de fascinante exquisitez, acompañados de un elenco restante bastante secundario, entre los que destaca un muy correcto Matthias Schoenaerts, como Hans, el amigo de la infancia de Einar; Amber Heard, en el personaje de Ulla, una bailarina conocida por el matrimonio; y Ben Whishaw, como Henrik, que será determinante en la vida de Einar.
La fotografía, a cargo del director Danny Cohen, otorga mayor protagonismo a la historia a través de la sencillez de una puesta en escena sumamente cuidada. El diseñador español Paco Delgado continúa con su imparable carrera en el mundo cinematográfico con un elegante y atractivo trabajo que le llevó, de nuevo, a ser nominado a los Oscars. Además, Hooper cuenta con la colaboración del gran compositor francés Alexandre Desplat, que llena de emotividad los instantes dramáticos más intensos al crear una banda sonora verdaderamente cautivadora.
“La Chica Danesa” es un estupendo homenaje no sólo a la figura de Lili Elber, sino también a la de una fantástica pintora y comprensiva compañera, Gerda Wegener, cuyas obras están recibiendo el reconocimiento que en su momento no obtuvieron. Una producción necesaria que no todos los espectadores están percibiendo de igual manera, pero que, al menos, vuelve a poner sobre la mesa un debate sobre la concienciación y solidaridad ante el sufrimiento, evidenciando que, a estas alturas, la sociedad parece no haber evolucionado tanto como pensamos.
Lo mejor: tanto Redmayne como Vikander realizan un trabajo magnífico. Sólo por ellos merece la pena la visualización de la película.
Lo peor: su ritmo pausado puede hacer que, el interés de un espectador poco acostumbrado a este tipo de dramas, se resienta.
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