El cine no
narrativo sobrevive en los márgenes relegado a viejos clichés que restan su
interés entre la audiencia general. Una alternativa infravalorada que siempre guarda
sorpresas en su interior y que aporta experiencias únicas en su visionado, pero
que, al igual que sucede en la historia del cine mundial, ha dejado en el
olvido nombres que en los últimos años se han tratado de reivindicar, especialmente
aquellas cineastas que han aportado una importante contribución al cine
experimental, como fueron Shirley Clarke, Storm de Hirsch o Marie Menken, entre
otras muchas que, con el transcurso del tiempo, la historia les otorgará su
lugar.
Así sucedió también con
la artista y directora norteamericana Sara Kathryn Arledge, tristemente
olvidada entre las vanguardias cinematográficas y hasta incluso ensombrecida
por la figura de Maya Deren, cineasta con la que coincide temporalmente y que
recobró su fama gracias a la gran influencia de sus obras en la filmografía de
David Lynch. Formada en pintura y baile, es fácil observar que su mayor interés
residía en la representación del cuerpo humano en movimiento, precisamente a
través de la danza y el esteticismo. Es en “Introspection” (1947) en donde se
puede apreciar estas inquietudes desde diversas perspectivas y ángulos. Este
“cine-dance”, del que es considerada pionera junto a Deren, combina diversos
matices entre láminas de gel de colores vivos a modo de filtros y superposiciones
que envuelven los cuerpos entre telas y los rostros maquillados sobre un fondo
eternamente oscuro e infinito. Una distorsión hipnótica que canaliza la expresión
corpórea más poética y simbólica.
Junto a su obra
“What is a Man?” (1958), que refleja una vertiente más psicológica relacionada
con su lucha con la esquizofrenia, “Instrospection” se ha convertido en el
emblema de la todavía desconocida filmografía de esta cineasta. No fue hasta la década de los
70 cuando se proyectaron públicamente ambos trabajos para, por fin, ser reconocida
por su importante labor. Su legado, al
que se unen varios textos sobre el cine no narrativo de la época, nada, en un
inicio, en el influyente surrealismo europeo para aislar las diferentes partes
del cuerpo. Sólo queda el disfrute de brazos y piernas conectados entre sí,
danzando en una fascinante experiencia visual como pocas en una especie de
abstracción temporal y espacial que nos lleva a la experimentación rítmica en
toda su esencia, compactada en unos minutos de pura desorientación creativa.
Así, “Instrospection” viene a evidenciar que aún queda mucho por descubrir y analizar de Arledge, al igual que otras posibles directoras que han sido olvidadas o ignoradas por la historia.
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