jueves, 25 de mayo de 2017

LA PRISIÓN DEL CONTROL (2015)



El director y guionista griego Yorgos Lanthimos es conocido popularmente por crear trabajos con historias de lo más retorcidas que logran perturbar a todo espectador. Pese a que su debut en largometraje con “My Best Friend” (2001) arrancó por el camino más cómico, pronto se evidenció un tremendo giro que partiría de los toques experimentales de su siguiente obra, “Kinetta” (2005), para desembocar en una de las cintas más inquietantes de este nuevo siglo, “Canino” (2009), una historia un tanto bizarra que era presentada de forma sencilla, pero sumamente claustrofóbica. Utilizando una de las claves de su autoría como es la distopía cercana, el cineasta encerraba literalmente a una familia dentro de los muros de una casa de campo para reflejar una especie de gueto, por un lado, patriarcal, generando un mundo de absoluto control; y, por otro lado, matriarcal, como fórmula para la mediación del lenguaje, el cual es alterado a partir de los tabús en los que los protagonistas evitan caer a toda costa. La extrañeza y aspereza que transmitía, le llevó a recibir el premio “Un certain regard” del Festival de Cannes y una nominación a los Oscar, pero también expandió su fama, que no hizo sino acrecentar las expectativas de sus siguientes proyectos.

Desde “Canino”, la filmografía de Lanthimos ha causado un furor totalmente justificable, que sólo decayó mínimamente con “Alps” (2011), pero que volvió a ser recuperado con la desconcertante “Langosta”, por la que el autor recibió un gran número de nominaciones y galardones en los Premios del Cine Europeo, los Premios Gaudí, Satellite Awards, BAFTA, British Independent Film Awards, los Globos de Oro y nuevamente tanto en el Festival de Cannes como en los Oscar. Este largometraje deja a un lado la exploración de la familia o la pérdida del ser querido para adentrarse en la pareja, pero sin olvidar el universo de excesivo control en el que el cineasta parece sentirse cómodo. Ambientada también en una distopía cercana, David (Colin Farrell) llega a un hotel como parte de su proceso de búsqueda de una relación amorosa. Es su última oportunidad, puesto que, si en 45 días no encuentra a alguien, deberá convertirse en un animal a su elección, que, en este caso, es la langosta.

jueves, 18 de mayo de 2017

DOMINADOS POR LA NECESIDAD (2002)



El guionista y director estadounidense, de raíces guatemaltecas, Julio Hernández Cordón es uno más de esos directores que se dan a conocer gracias al circuito de festivales internacionales. Su cine, irremediablemente periférico, entró en escena a partir de su segundo trabajo y primer largometraje, “Gasolina” (2008), que llegó a Europa a través de las puertas que ofrece el Festival de San Sebastián para alzarse con varios premios, seguido de un reconocimiento mundial gracias a otros certámenes de Buenos Aires, Bratislava o Miami. Con su siguiente cinta, “Las marimbas del Infierno” (2010), una coproducción con México y España que narraba la divertida historia de una banda de heavy metal que daba título a la película, el autor inició un ascenso profesional que se afianzaría con “Te Prometo Anarquía”, el filme que terminaría conquistando tanto a la crítica como a la audiencia y que le llevó a ser considerado el mejor director en los Premios Ariel de 2015 por la mejor película del año según los Premios Fénix de 2016. 

Con influencias no sólo de Guatemala, sino también de México, Costa Rica y Estados Unidos, Hernández Cordón es toda una figura transnacional que ha conseguido, a través de sus obras, algo tan meritorio como colocar a la cinematografía guatemalteca en el panorama internacional. Aun tratándose de un país con escasa tradición en el ámbito del cine, debido a la gran duración de su guerra civil y posterior tendencia al cine propagandístico, lo cierto es que, hasta hace pocos años, se encontraba en un proceso de reconstrucción de la memoria histórica nacional, sobre todo, gracias a la alta producción en metrajes documentales. Con la llegada del nuevo siglo, la producción se ha incrementado sustancialmente, implementando una fuerte tendencia por las películas de ficción sustentadas en la autofinanciación o a partir de la creación de pequeñas productoras independientes. Teniendo en cuenta este histórico contexto a modo de puntualización, Hernández Cordón propone ese tipo de cine alternativo que acaba siendo de culto entre los más cinéfilos, representando, en la actualidad, la figura del autor en el exilio, en la diáspora, aspecto que refleja en sus últimas cintas por medio de los desplazamientos migratorios y el sentimiento que conlleva el cambio de país.

jueves, 11 de mayo de 2017

POR CULPA DE LA AMBICIÓN (2016)



Hay quienes venderían a su propia familia por dinero, algunos se sacrificarían a sí mismos y otros se rendirían a los encantos de un billete por pura desesperación. Un juego así no resulta tan descabellado y, precisamente, esta idea es la que se presenta en el debut en largometraje del director madrileño Martín Rosete, “Money”, coproducción entre Estados Unidos y España que refleja el lado más oscuro del ser humano y los límites a los que llega a exponerse. El autor prometía traernos un trabajo de lo más interesante tras sus primeros pasos, como “Voice Over”, el cortometraje que le dio a conocer y por el que recibió una nominación a los Goya entre un gran número de reconocimientos en festivales como el de Gijón, Mónaco, Milán o Chicago. Una amplia lista dentro del gran circuito de exhibición internacional que augura una potente trayectoria.

“Money” nos sitúa en una mansión de diseño en un tranquilo barrio norteamericano. Sean (Jesse Williams) es director de unos laboratorios farmacéuticos en los que trabaja su amigo Mark (Kellan Lutz). Los dos se reúnen con sus respectivas parejas, Christina (Lucía Guerrero) y Sylvia (Jess Weixler), para tener una apacible cena, pero, antes de eso, deben solucionar una cuestión pendiente. En el sótano, sobre la mesa de billar, Mark entrega a Sean un maletín con 2,5 millones de dólares para cerrar un trato que han llevado a cabo. De repente, alguien llama a la puerta. John (Jamie Bamber) llega para presentarse a sus nuevos vecinos y, gracias a la hospitalidad de Sylvia, se une a la celebración. Sin embargo, la divertida velada se convertirá en una nocturna pesadilla que revelará oscuros secretos y tristes debilidades.

jueves, 4 de mayo de 2017

EL RECUERDO DE UN ÚNICO DÍA (1962)



En pleno régimen franquista, fueron muchos los que desearon cumplir el sueño de trabajar como director de cine, pero muy pocos lograron encontrar cobijo en el mítico Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (IIEC) de Madrid, que comenzaría su andadura en el año 1947 y que, posteriormente, en 1962, sería reconocido como la Escuela Oficial de Cinematografía. Su educación terminaría en 1976, después de casi una década de declive debido a la gran conflictividad que se respiraba dentro de la escuela, considerada como “un nido de rojos”. De ella salieron los mejores cineastas de la historia del cine español, como Juan Antonio Bardem o Luis García Berlanga en su primera etapa, a la que seguirían Víctor Urice, Imanol Uribe, Iván Zulueta, José Luis Borau, Antonio Drove, Carlos Saura o Pilar Miró, entre otros grandes nombres.

Una vez que José Luis Sáenz de Heredia se encarga de la dirección del centro, los alumnos empezaron a exhibir sus propias obras en el Palacio de la Música como parte de sus prácticas de licenciatura. Uno de los afortunados en esta segunda etapa dorada, que dataría de 1959 a 1967, sería el cineasta vallisoletano Francisco Regueiro, que, curiosamente, se desmarcaba de las tendencias cinematográficas con las que sus compañeros experimentaban. Sin embargo, pocos pudieron entender “Sor Angelina, Virgen”. Tanto los alumnos, como la crítica y la administración, que casi dan por suspenso el ejercicio, no comprendieron el por qué realizar un trabajo con una monja como protagonista, un símbolo de los valores conservadores que el régimen tanto había explotado. Tristemente, esta percepción se convirtió en el posible estigma que le perseguiría a lo largo de toda su trayectoria profesional, 30 años en los que sólo vieron la luz 10 largometrajes y algún que otro episodio de ficción para la televisión.