La directora y guionista Yukiko Sode inició su andadura con el cortometraje “Cosplayer” (2004), seleccionado por el Festival de PIA. Sin embargo, saltó al panorama internacional a través del Festival de Vancouver gracias a su premiado primer largometraje “Mime-Mime” (2008), un relato que nos introduce en el seno de una familia por medio de las vivencias de Makoto, una joven que necesita experimentar un cambio en su vida tras el segundo matrimonio de su madre, tener una fuerte discusión con su hermana y escuchar los sermones de su cuñado. Esta obra se ha convertido en una pieza clave en su autoría, puesto que, desde el primer momento, Sode comenzó a trabajar con retratos femeninos muy personales que, a su vez, presentan el contexto actual de la mujer japonesa contemporánea. Su segundo cortometraje, “Underwear Affair” (2010), nos puso en la piel de un ama de casa con un hijo de cinco años a cargo que trata de salir adelante tras separarse de su marido. La cineasta se ha volcado cada vez más en retratar ese ancla social con el que deben cargar las mujeres en una sociedad excesivamente conservadora.
Por su parte, su segundo largometraje, “Good Stripes” (2015), indagaba en el camino tomado por una pareja joven dominados por la inercia. En este sentido, es la primera vez que Sode experimenta con la maternidad, aunque, como excepción, no le llevara a recorrer el circuito de festivales. Pero, sin duda, es con “Aristocrats” con la que observamos una mirada más madura de la autora. Este tercer trabajo se divide en las vivencias de dos mujeres unidas por un hombre. Hanako (Mugi Kadowaki) se ha criado en el seno de una familia acomodada. Como mujer, debe casarse antes de perder su juventud, pero sus relaciones no han funcionado. Sus amigas ya celebran sus embarazos cuando tanto ella como su mejor amiga Itsuko (Shizuka Ishibashi) siguen siendo solteras. Por ello, su familia busca al mejor candidato, aquel que provenga de una familia con buena reputación. Sin embargo, Hanako no siente atracción por ninguno de ellos hasta que, por medio de su cuñado, conoce a Koichiro Aoki (Kengo Kôra), un joven que proviene de una larga saga de reputados políticos. Desde el primer momento, Hanako y Koichiro mantienen una buena relación hasta que ella descubre un mensaje de Miki Tokioka (Kiko Mizuhara) en el móvil de su futuro marido.