miércoles, 28 de octubre de 2020

RIESGO, CREATIVIDAD, AMBICIÓN (1913)

“Suspense” está considerado como uno de los metrajes más importantes dentro de las etapas preclásicas del cine. Su valía reside especialmente en el desarrollo de una narración y su trabajo técnico, casi como una proeza en esos primeros instantes en los que el cine narrativo comenzaba a asentar sus bases más primitivas. Pero, además, tras esta pieza se esconde una de las directoras más relevantes de estos orígenes, la cineasta, guionista actriz y productora estadounidense Lois Weber. Ya sabemos que la historia del cine no supo otorgar el sitio que les correspondía a otras mujeres como Alice Guy, pero a Weber, al menos, no le consiguieron arrebatar la posición de poder que ostentaba en la industria, llegando a firmar más de 140 piezas con las que terminaría convirtiéndose en la directora mejor pagada de una major tan potente como Universal. Muchos nombres de gran relevancia disfrutaron de un aprendizaje cinematográfico a su lado, entre ellos, Phillips Smalley, un prolífico actor y cineasta cuya herencia asciende nada menos que a 345 obras y que, además, se convirtió en el marido de Weber. Juntos se encargaron de moldear “Suspense”, una historia dramática de apenas 10 minutos de duración que juega precisamente con recursos propios de su título. Una madre (Lois Weber) abandona a su hija, a quien deja una carta de despedida explicando el motivo que le ha llevado a marcharse. En este doloroso contexto, aparece en el juego un vagabundo (Sam Kaufman), que pasea alrededor de la casa con un aspecto poco amigable. La cuidadora (Lule Warrenton) de la niña percibe el peligro que este hombre puede traer consigo, por lo que decide llamar por teléfono al padre (Val Paul) de la pequeña, mientras que el vagabundo, motivado por su desesperación, apremia sus movimientos. Sin duda, una pieza adelantada a su tiempo si se entra a realizar una comparación con otras obras de principios de década, pero, aún más importante, se trata de un ejemplo perfecto del papel que Weber ha ejercido en la historia del séptimo arte.

miércoles, 7 de octubre de 2020

A LAS PUERTAS DE LA MUERTE (2016)

El director y guionista surcoreano Im Sang-Soo es uno de los cineastas precursores del Nuevo Cine de Corea del Sur que surgiera en la segunda mitad de los 90. Es, precisamente, la comedia dramática “La Mujer del Abogado” (2003), su tercer largometraje, un ejemplo perfecto de los cambios que se estaban produciendo en esta industria gracias a una narración sobre la infidelidad y las pulsiones más explícita de lo esperado por entonces. Con la nominación al León de Oro en el Festival de Venecia, Im Sang-Soo inscribió su nombre en la historia cinematográfica nacional, siendo el preámbulo de una de las obras más controvertidas de su carrera, “The President’s Last Bang” (2005), el retrato de los últimos momentos del Park Chung-Hee, asesinado en 1979. La censura, supuestamente erradicada a mediados de los 90, dio sus últimos coletazos con esta película que revisaba la memoria histórica del país.

Sortear estos obstáculos no le impidió al cineasta considerar realizar un remake de la cinta más importante del cine moderno surcoreano. “La Criada” (2010) llevaba a cabo una actualización menos cohibida que su antecesora, la obra maestra de Kim Ki-Young. De nuevo, los triángulos amorosos, los celos y esas pulsiones eran exploradas por Im Sang-Soo, llevándole a proyectar “The Taste of Money” tan solo dos años después. Ese erotismo e intimidad de las relaciones le ha acompañado prácticamente durante todos estos años de carrera, salvo escasas excepciones. Son pocos los largometrajes que nos ha ofrecido, pero todos ellos han conseguido no pasar indiferentes ante el público. Sin embargo, pocos son conocedores de un escaso experimento que preparó en 2016 con el fin de distanciarse de los géneros convencionales a los que se ha sentido unido.