Gracias a la labor que llevó a cabo el New American Cinema Group (NACG), la distribución de los metrajes de aquellas vanguardias modernas
estadounidenses fueron un hecho. Precisamente por esto, hoy en día podemos
tener acceso a muchas piezas indispensables para comprender una época de la
historia del cine de lo más creativa. El 14 de julio de 1961, en Nueva York, 22
artistas, entre los que destacan Jonas Mekas, Shirley Clarke, Ken y Flo
Jacobs, Andy Warhol o Jack Smith, se reunieron para formar esta cooperativa que
aún sigue en activo. Entre aquellos grandes visionarios se encontraba la poeta
y cineasta Storm de Hirsch, una mujer que ha sido totalmente ignorada por los
historiadores a pesar de su enorme contribución al cine underground y
experimental.
Sus palabras se transformaron en imágenes durante los años
60, tal vez empujada por sus propias inquietudes y su ánimo de trabajar con
otras artes o por su círculo más cercano, activos en la producción de películas
fuera del circuito comercial. Sin una cámara propia, De Hirsch se centró en la
improvisación en sus primeros años de trayectoria cinematográfica hasta que, en
1965, creó una de sus obras más emblemáticas, “Peyote Queen”. Influida
claramente por esa base poética sobre la que tenía una mayor experiencia y que
nunca abandonó, el color se promulga como un claro protagonista de la que supone una segunda parte de la trilogía compuesta también por “Divinations” (1964) y
“Shaman” (1966).