Bailarina, coreógrafa, poeta, escritora, teórica, artista, activista y cineasta. Maya Deren era una mujer de muchos matices que nos ha dejado un legado de incalculable valor. Ucraniana, aunque con nacionalidad estadounidense, la directora pertenece a esos tiempos de cambio, de explosión creativa. Las vanguardias modernas estadounidenses surgieron no solo como un espacio para dar rienda suelta a la experimentación y el arte, sino también como un refugio para ensalzar valores e ideas que continuamente eran silenciadas. En ese legado, que nos permite disfrutar de lo mejor de la esencia de Deren, han quedado piezas inscritas a fuego en la historia del cine, como “Witch’s Cradle” (1944), “Meditation on Violence” (1948) o, la que sin duda es la más importante e imprescindible, “Meshes of the Afternoon” (1943), una obra ensalzada por célebres cineastas como David Lynch, en la que encontró su máxima inspiración.
Deren es de las pocas mujeres cineastas que la historia ha sabido colocar en el lugar que le corresponde, aunque parte de culpa reside en sus encuentros universitarios para abrir mentes e introducir a los estudiantes en el intrigante mundo del cine no narrativo. Precisamente, gracias a su labor, recibió cierta notoriedad que otros artistas contemporáneos no pudieron disfrutar, especialmente aquellas mujeres que también aportaron su propio grano de arena, pero que, hasta hace pocos años, no se rescataron. Todas ellas rodearon, acompañaron y formaron parte de la carrera de Deren como parte de esas grandes amistades y fuentes del mayor derroche creativo e inspirador. Fruto de ese virtuosismo surge “Ritual in Transfigured Time” (1946), que no solo guarda la propia esencia de la directora, sino que, además, forma parte de su pequeña colección perteneciente al dance film. Con esos recuerdos de quien ha dedicado su vida al baile, la pieza parece transmitirnos a simple vista un encuentro entre dos mujeres que les conduce a un evento social a modo de fiesta coreografiada.