Ciertas cinematografías suelen colapsar nuestra agenda casi
de forma irremediable, nublando nuestra vista sin posibilidad de mirar más allá
de los límites. Por suerte, en estos días que vivimos, Internet nos ofrece un
mundo de posibilidades que explorar. Ahora más que nunca, las distancias se
acortan para disfrutar de cinematografías que con anterioridad eran
prácticamente inaccesibles, tan solo por vías tradicionales como la red
internacional de festivales de cine. Ya no hay excusas frente a ello, por lo que
si uno no ha descubierto nuevos parajes es por falta de curiosidad o apetencia.
Tomando un caso concreto, en pocas ocasiones hemos podido disfrutar en nuestra
cartelera de algún ejemplar de cine maltés, pese a que los certámenes se
encargan de difundir algunas de sus producciones más reseñables.
Nada menos que doce premios se llevó la directora y
guionista maltesa Rebecca Cremona con su primer largometraje, “Simshar”.
Chipre, Edmonton, Nápoles o California recibieron en sus respectivas
programaciones este drama social basado en hechos reales, concretamente, en el
incidente que tuvo lugar el 11 de julio de 2008 en la costa oriental de Malta.
La historia parte de la dificultad que supone tener los papeles en regla para
que los pescadores puedan salir a navegar. De hecho, no todos se atreven, pero Simon
(Lotfi Abdelli) decide embarcar en el Simshar dejando atrás a su mujer Sharin
(Clare Agius). Su única compañía será la de su hijo mayor Theo (Adrian
Farrugia), su suegro Karmenu (Jimi Busuttil) y Moussa (Sékouba Doucouré), un
inmigrante africano que suele trabajar con ellos. A poca distancia de su embarcación se
encuentra un carguero de mercancías que transporta a un grupo de inmigrantes
africanos, confinados para evitar ser vistos por las autoridades. Una tragedia
humanitaria sucede al mismo tiempo que el barco de Simon se incendia para
dejarlos a la deriva.