Entre
1910 y 1946, Corea del Sur sufrió una invasión japonesa que marcaría un antes y
un después en la mente de su población. Tanto es así, que el nuevo cine
surcoreano ha considerado realizar una revisión de su memoria histórica en los
últimos años, siendo precisamente este capítulo uno de los que más interés ha
cosechado. “Asesinos” (2015), de Choi Dong-Hoon; “La Doncella” (“The
Handmaiden”, 2016), de Park Chan-Wook; o “The Last Princess” (2016), de Hur
Jin-Ho; son algunos títulos que surgen al respecto y que dan habida cuenta de
tal episodio, pese a su carga ficticia. Con cierto protagonismo de esa
resistencia coreana al colonialismo, lo cierto es que todas remarcan, con mayor
o menor importancia, las constantes prohibiciones que cargaron a sus espaldas,
ya sea en cuanto a su cultura como a su idioma.
En
esta ocasión, “Love, Lies”, la producción del director surcoreano Park
Heung-Sik, mantiene este escenario para presentar la historia de un triángulo
amoroso llevado hasta sus últimas consecuencias. Situada durante la década de
los años 40, a punto de que los japoneses abandonaran las tierras de la
península, la narración se centra en las vivencias de Jung So-Yool (Han Hyo-Ju)
y Seo Yeon-Hee (Chun Woo-Hee), dos niñas que forjaron su amistad en plena formación
para ser algún día gisaeng. Su pasión por la música tradicional y por ser las
mejores cantantes de la nación no se resquebraja con el transcurso de los años,
pero todo cambia con la llegada de Kim Yoon-Woo (Yoo Yeon-Seok), el primer amor
de So-Yool y su futuro prometido. Él no duda en entregar su amor a la joven,
con quien desea casarse en el plazo máximo de dos años, pero la voz de Yeon-Hee
es sumamente cautivadora, por lo que, en su fervor por convertirla en la principal cantante
nacional, comienza a sentir algo por ella, desatando los celos de So-Yool.
La
trayectoria de Park Heung-Sik siempre se ha visto centrada en terrenos
dramáticos y cómicos, a pesar de coquetear con elementos fantásticos, como en
“My Mother The Mermaid” (2004); o épicos, con “Memories of the Sword” (2015).
Por eso mismo, “Love, Lies” supone una gran comodidad para el autor, aspecto
que demuestra con ímpetu sin arriesgar en lo más mínimo. La edulcorante
realidad de las gisaeng, mujeres formadas desde niñas para el entretenimiento
de las clases más pudientes, apenas queda descrita en lo que pudiera haber sido
la oportunidad perfecta para dar vida a una cinta con un mayor valor narrativo. De
la misma forma que el papel de la resistencia coreana queda en un segundo
plano, aunque no el de la opresión japonesa. Por eso mismo, mientras se
desarrolla el triángulo amoroso entre los personajes, se puede apreciar el tipo
de prohibiciones que sometían al pueblo coreano durante aquella época.
Chun
Woo-Hee ya no es un rostro desconocido para los amantes de este tipo de cine.
Su presencia enseguida evoca títulos que van desde el cruel testimonio de
“Princesa (Han Gong-Ju)” (2013), de Lee Su-Jin; o de “Mother” (2009), de Bong
Joon-Ho. También recuerda al drama social de “Cart” (2014), de Boo Ji-Young; el romance de
“Beauty Inside” (2015), de Baek Jong-Yeol, formando parte del elenco junto a
sus otros dos compañeros de reparto de “Love, Lies”; el místico thriller “El
Extraño” (2016), de Na Hong-Jin; el terrorífico cuento “The Piper” (2015), de Kim Kwang-Tae; o su increíble y psicótica interpretación en la entrañable
“Sunny” (2011), de Kang Hyeong-Cheol. A estas alturas no hay nada que se le
resista, ni siquiera un papel que parece restar fuerza a su personalidad, pero
que, en cambio, posee, por primera vez, esa candidez que nunca habíamos visto
en ella. Por su parte, Yoo Yeon-Seok, aquel adolescente que veíamos debutar a
nivel internacional en la mítica “Oldboy” (2003), de Park Chan-Wook,
interpretando al villano Lee Woo-Jin (Yoo Ji-Tae) en su adolescencia, parece
haber tomado impulso en su carrera cinematográfica. Las dudas de Yoon-Woo se
revuelven durante toda la narración, convirtiendo cualquier tipo de cariño en
absoluto odio y cualquier indiferencia en enamoramiento. Portando esa frescura
juvenil, conecta especialmente en las escenas que comparte con Han Hyo-Ju. La
actriz, con una carrera de lo más variada entre el cine y la televisión, ofrece
una estimulante actuación ante la abundancia de registros que remarcan una
mayor profundidad psicológica en comparación a los personajes de sus dos compañeros.
Sin
embargo, lo que verdaderamente resulta destacable es la labor realizada por el
director de fotografía Jo Eun-Soo al potenciar cierto exotismo en la propia
esencia de la década de los 40. Aunque, sin duda, la candidez que muestra Park
Heung-Sik con sus personajes queda perfectamente retratada en la indulgente
imagen de aquellos turbulentos años. Acompañada por una fantástica banda sonora, fusiona el tradicionalismo coreano con esos nuevos aires de cambio, siendo
uno de los temas el encargado de dar título a la obra, “Love, Lies”, una
canción que viene a resumir el desarrollo de esta historia, marcada por el lado
más oscuro de quienes uno menos espera.
Lo
mejor: tanto su fotografía como su banda sonora, siendo los dos aspectos más
atractivos de la cinta.
Lo
peor: la indulgencia con la que Park Heung-Sik presenta ciertos elementos de la
historia.
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