Hay
ciertas películas que se deben enfrentar sin conocer demasiado su historia,
permitiendo disfrutar de cada sorpresa que nos depare el trayecto. Un tráiler
mal elaborado, una crítica que presume de hablar más de la cuenta como si diera la
exclusiva de la temporada o un allegado que no puede controlar su lengua
viperina puede hacer que la experiencia no sea tan especial como en un
principio pudo ser. Perder la oportunidad de “esa primera vez” ya es
irrecuperable, un sentimiento acentuado si, para colmo, es algo que nos han
arrebatado. Esto es lo que ocurre con el simpático drama “Salut d’Amour”, del
director surcoreano Kang Je-Gyu, en el que es necesario partir de la mínima
información para lograr descubrir el encanto de una narración mucho más cercana
de lo que aparenta ser.
Supuestamente
inofensiva, esta obra, que comparte título por su visión romántica con la pieza
musical creada por el compositor Edward Elgar en 1888, esconde cuestiones de
gran dramatismo social y actual tras una imagen entrañable y divertida. Kim
Sung-Chil (Park Geun-Hyung) es un anciano de 70 años un tanto gruñón que
trabaja de reponedor en un supermercado y vive solo en una gran casa. Su barrio
aún conserva el tradicionalismo de décadas atrás con pequeñas tiendas y
restaurantes entre vecinos de toda la vida, pero éstos desean adentrarse en la
modernidad, por lo que esperan que Sung-Chil firme los papeles junto a ellos para comenzar
la remodelación de la zona, de la que se espera que en un futuro haya grandes
rascacielos y un aumento en las ganancias de los empresarios. Sin embargo, el
anciano se niega en rotundo a ello. Un día, una mujer mayor, Im Geum-Nim (Yoon
Yeo-Jeong), se instala en la casa de al lado junto a su hija Min-Jung (Han Ji-Min),
una madre soltera. Los vecinos del barrio, capitaneados por el jefe de Sung-Chil,
Jang Soo (Cho Jin-Woong), piensan que la llegada de la nueva vecina puede hacer
que deje de ser tan obstinado.
Y de
esta dulce y apacible forma, Kang Je-Gyu se adentra en el melodrama, género que
tantos éxitos está cosechando a nivel internacional en su profunda revisión del
nuevo cine coreano. El director, uno de los que más popularidad disfruta a
nivel local y el principal impulsor de este nuevo cine a través del thriller
“Shiri” (1999), ha dedicado parte de su carrera a la ficción bélica, con
títulos tan afamados como “Lazos de Guerra” (2004) y “My Way” (2004). En esta
ocasión, este drama con tintes cómicos recurre a la idea de las últimas
oportunidades para, en su clímax, dar un giro inesperado y centrarse en
cuestiones sociales de interés. No hay grandes pretensiones, tan sólo una
humilde historia enfocada en un romance atípico a modo de ensoñación. Sin
embargo, la verdad es mucho más desgarradora que el simple hecho de presenciar
cómo es la vida de Sung-Chil y los cambios que se presentan en ella.
El
nacimiento de este amor hace que el protagonista rejuvenezca e, incluso,
aprenda a sonreír. Como un par de adolescentes en plena primavera, Sung-Chil y
Geum-Nim acuden a clases de baile y disfrutan de una tarde en el parque de
atracciones. Para él, se acaba esa rutinaria existencia para dar paso a un
destino imprevisible, pero los años no perdonan y el anciano, a pesar de sentir
una gran revitalización, posee un cuerpo que arrastra inevitablemente el paso
del tiempo. Sin duda, es de las narraciones más sencillas del autor, pero, en
cambio, posee un mensaje de lo más impactante. Una llamada de atención
necesaria que deja un final agridulce al recurrir a uno de los temas estrella
de la filmografía surcoreana, como es la familia. A pesar de no descubrir nada nuevo, sobre todo si pensamos en cintas como la del director
estadounidense Nicholas Fackler y su obra independiente “Lovely,
Still” (2008), la originalidad de su desarrollo resulta de lo más atractiva, ya que Kang Je-Gyu consigue transmitir
las mismas sensaciones del protagonista al descubrir este nuevo amor como si
fuera la primera vez para, posteriormente, desubicarnos.
Nutrida
de varias subtramas que amenizan la experiencia, “Salut d’Amour” se compone de
un elenco de rostros conocidos. El popular actor Cho Jin-Woong cubre un doble
papel entre la realidad y el inocente engaño. Claramente no es el mejor de sus
trabajos si lo comparamos con cintas como “The Front Line” (Hun Jang, 2011),
“Nameless Gangster” (Yun Jong-Bin, 2012), “Hwayi: Monster Boy” (Jang Joon-Hwan,
2013), “A Hard Day” (Kim Seong-Hun, 2014), “Kundo: Age of the Rampant” (Yun Jong-Bin, 2014), “Roaring Currents” (Kim Han-Nim, 2014), “Asesinos” (Choi Dong-Hoon, 2015) o “La Doncella” (Park Chan-Wook, 2016). Una filmografía que,
como se aprecia, está repleta de títulos ampliamente reconocidos en los que se
evidencia la gran labor de Cho Jin-Woong, a los que se suma, esta vez, una
interpretación mucho más dramática. Por su parte, el veterano actor Park Geun-Hyung consigue captar todas las miradas con los constantes cambios que
desarrolla su personaje, mientras que Yoon Yeo-Jeong prácticamente no necesita
presentación. Su lado más amable contraste de forma llamativa con otros roles
anteriores como los realizados bajo el mando del cineasta Im Sang-Soo, “The
Housemaid” (2010) o en “Ahora Sí, Antes No” (2015), de quien es actriz
indispensable al igual que de otros célebres cineastas como Hong Sang-Soo. Ambos actores,
que dedican parte de su tiempo también a la ficción televisiva, cuenta con una
gran popularidad y fuerza de atracción, lo que justifica parte del éxito en la taquilla local que ha obtenido “Salut d’Amour”. el cual ha posibilitado su compra en el mercado chino para realizar un futuro remake dirigido por el director Eric Tsang.
De
entre el gran abanico de secundarios destaca Kim Jung-Tae, todo un actor de
renombre que sorprende permanecer en segundo plano como un vecino más de Sung-Chil.
Park Chan-Yeol, cantante del grupo de K-Pop, EXO; y la joven actriz Moon Ga-Young también forman parte de esta entrañable historia protagonizando una
pequeña subtrama que, igualmente, aporta ciertos tintes de humor. El autor
establece una irremediable comparativa entre los protagonistas y estos dos
jóvenes, poniendo en contraposición lo que supone el primer y el último amor.
El director de fotografía Lee Hyung-Duk matiza esta idea al potenciar una atmósfera
que apela a la ensoñación y que trata de explotar una gran variedad de
tonalidades bajo la fuerte exposición de la luz. Sin embargo, ésta se va
apagando poco a poco, como quien despierta lentamente de su sueño. “Salut d’Amour”
nos acerca a ciertas problemáticas de hoy en día, a la fuerte unión de una familia
durante el padecimiento, al apoyo inexorable y pasional cuando es requerido.
Una agradable sorpresa la de Kang Je-Gyu con esta nueva inserción en el género
más tradicional de Corea del Sur.
Lo
mejor: la labor realizada tanto por la encantadora pareja protagonista como su
amplio elenco de secundarios. Es fácil sospechar cómo va a ser su final, pero
su desarrollo resulta más que atractivo y sorpresivo.
Lo
peor: como buen melodrama surcoreano de producción comercial, es inevitable
mantener los kleenex cerca.
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