Segundo de Chomón pasó a la historia del cine como la primera figura internacional de la cinematografía española y, al mismo tiempo, el precursor de las bases de la industria del cine en Barcelona. Natural de Teruel, el reconocido cineasta está a la altura de los padres del cine narrativo como Georges Méliès o Alice Guy gracias a su talento técnico, que desplegó en todos los sentidos a través del gran número de piezas que nos ha dejado como herencia. Tras descubrir en París el invento que cambió por completo su vida, el cinematógrafo; y crear una patente con el “Pathécolor” para precisar mejor el coloreado de los fotogramas, Chomón se lanzó a trabajar tras las cámaras con obras documentales como “Bajada de Monserrat” (1901) o el retrato de una inolvidable cineasta en “Loie Fuller” (1902), pero no tardaría en realizar una inmersión también en la ficción con los célebres primeros metrajes como “El hada primavera” (1902), “Gulliver en el país de los gigantes” (1904) o su especialmente reconocido “El hotel eléctrico” (1908)
A su vez, Chomón combinó inteligentemente las tendencias cinematográficas parisinas con los avances narrativos de la brillante Escuela de Brighton, adoptando toda novedad, mientras seguía ejerciendo como operador de cámara para Pathé. Entre los trabajos que recordamos hoy, podemos encontrar “Metamorfosis” (1912). No se trata de una de sus obras maestras ni tampoco una de sus piezas menores, pero estamos ante un metraje que facilita acercarse a la figura de Chomón. Esa magia creada a partir de los trucajes, nos revela la destrucción de varios objetos que, al mismo tiempo, vuelven a formarse, forjando un escenario fantástico e inesperado, que tan solo es presentado por una especie bruja o maestra de ceremonias, encarnada por la actriz France Mathieu, a la que pocas veces hemos tenido la oportunidad de ver, salvo muy escasas piezas del cineasta, como “Transformations amusantes” (1909), “Jeux de fées” (1909) y “El iris fantástico” (1912).