
La
cinta divide su guión en dos partes bien diferenciadas: una relacionada con la
evolución del clan a lo largo del tiempo, compuesto principalmente por varios gags de gran comicidad que mantienen la
esencia de los largometrajes originales; y otra en la que el personaje
antagónico prepara un plan maligno para robar la corona británica, en el que Overkill
pondrá a prueba a los tres protagonistas. Por desgracia, con el transcurso del
metraje, las risas se vuelven más limitadas y el interés se tambalea. La
supervillana resulta excesivamente simple y sin carisma y, aunque en un
principio parece tener un gran peso en la narración, acaba siendo todo un
personaje casi dispensable, al igual que el novio de ésta, Herb, que apenas acapara escasas
escenas. Y es que sin Gru, todo tiene menos sentido y, por tanto,
nuestra atención va y viene constantemente con tal desatino.

La
aventura queda apagada por situaciones explotadas por cientos de largometrajes
de animación, unos detalles que parecen poco cuidados, sin ingenio y algo apresurados.
Es inevitable comparar a “Los Minions” con las producciones que
propulsaron su fama y, por desgracia, en esta ocasión, sale perdiendo. A pesar
de que su comicidad es la principal atracción del filme, no resulta tan fresca
y los gags incluidos no son tan
inesperados, cayendo en la falta de original y en la salida más fácil.
Como punto fuerte encontramos la duración del metraje, unos 90 minutos, y su ágil ritmo, que se detiene en pocos detalles y desarrolla su acción de forma dinámica y resuelta. Igualmente y pese a todo, estos pequeños seres siguen despertando ternura y simpatía con su agradable aspecto, sus divertidas travesuras, su extraño lenguaje y su gran predilección por las bananas.
Lo
mejor: la primera parte de la cinta posee unos estupendos gags que arrancan unas cuantas carcajadas.
Lo
peor: la trama principal, que se desarrolla en mayor medida en su segundo
tramo, es más pesada por una villana de lo más insulsa.
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