
Exactamente,
han pasado 13 años del estreno de la fantástica película de dibujos animados “FernGully: Las Aventuras de Zak y Crysta”, del cineasta Bill Kroyer. Para él, fue su primera y
última labor en la dirección, en cuanto a largometrajes se refiere, pero continuó
su carrera artística de una forma más anónima. Basado en los cuentos de Diana
Young, la historia nos traslada a una naturaleza mágica y en todo su esplendor,
en la selva tropical cercana a Monte Peligro. La crueldad del hombre y sus
ansias de ganar dinero harán que el hada Crysta, su amigo Pips, los Beetle Boys
equipados con sus escarabajos voladores, el cariñoso y entrañable murciélago
Vampi y Zack, un humano, lucharán por la protección de la tierra de las manos
del tenebroso Hexxus, un ser formado por todas las vilezas que esta sociedad
promueve, como el petróleo o la basura.
Una obra que, en su momento, fue totalmente infravalorada a nivel
de taquilla, desplazada por la sombra de las compañías más poderosas, que siempre han acechado a
proyectos así. Su trama, sustentada en una cuestión excesivamente conocida y
utilizada, nos recuerda a las posteriores “Pocahontas” (Mike Gabriel y Eric
Goldberg, 1995), “Tarzán” (Kevin Lima y Chris Buck, 1999) o, la más
espectacular, “Avatar” (James Cameron, 2009).

Con
personajes muy bien desarrollados, destaca el pequeño murciélago, al despertar
enseguida un gran cariño a través de su estupendo sentido del humor; y el
temible Hexxus, uno de los mejores malvados animados que hayamos visto con su
imponente personalidad y fuerte carisma. Tanto Vampi, que en su versión
original cuenta con la voz de Robin Williams; como el resto de los
protagonistas, son doblados por el cómico Ángel Garó en la edición española. Una
complicada, pero fantástica labor por parte del artista, que aporta grandes
matices a cada uno de ellos, incluso, entre los femeninos. La
excelente elección de colores y el gran número de pegadizas canciones que, por
desgracia, simplifican aún más la trama, convierten a “FernGully: Las Aventuras
de Zak y Crysta” en la película favorita de muchos de aquellos niños de
principios de los 90. Un bello trabajo australiano que se conserva
perfectamente con el paso del tiempo.
Lo
mejor: el doblaje y la educativa historia que nos presentan.
Lo
peor: la reticencia de muchos espectadores a probar nuevas experiencias fuera
de las productoras habituales.
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