La carrera periodística ha evolucionado enormemente en función de lo que solicita su público. Atrás quedaron los años de investigaciones que destapaban casos de corrupción, abusos y conspiraciones que plagaban multitud de portadas para dar paso a esa tragicomedia televisiva que capta toda la atención. No obstante, el cine puede llegar a recuperar aquellos recuerdos que han quedado en el olvido, sucesos que llenaron páginas y páginas de periódicos, horas de informativos y que, por desgracia, se siguen sucediendo en la actualidad. Este tipo de reflexiones son las que se desprenden de “Spotlight”, el quinto trabajo del actor, guionista y director estadounidense Thomas McCarthy, que recupera una historia vergonzosa de nuestro pasado, a pesar de seguir prolongándose hasta el presente, por la que consiguió 6 nominaciones y 2 Oscar, a la mejor película y guión original, en 2015, entre otros muchos galardones de prestigio.
El cineasta se une a Josh Singer para presentarnos un guion basado en las investigaciones reales del grupo de periodistas Spotlight, del periódico local Boston Globe en Massachusetts, que destaparon, en 2002, multitud de casos de pederastia por parte de sacerdotes católicos. Un año después, el trabajo se vio recompensado con el premio Pulitzer al servicio público por descubrir un escándalo que tuvo lugar durante décadas. La trama se centra en sus comienzos con la llegada de Marty Baron (Liv Schreiber) a la redacción. No todos los trabajadores se sienten cómodos con su llegada, puesto que piensan que llevará a cabo varios despidos para renovar la plantilla. No obstante, Marty presta atención a un artículo en el que se informa sobre un menor, víctima de abusos sexuales por parte de un sacerdote, y decide que Walter Robinson (Michael Keaton) se encargue de profundizar en el tema junto a los periodistas Mike Rezendes (Mark Ruffalo), Sacha Pfeiffer (Rachel McAdams) y Matt Carroll (Brian d’Arcy James).
Se recogen multitud de detalles, nombres y hechos, y no por ello se resiente su ritmo narrativo, al contrario, nos sumergimos en la historia desde el primer minuto y sin posibilidades de desengancharnos hasta el final. Dos horas de metraje intensas en las que Singer y McCarthy se defienden con gran maestría, aspecto también reconocido en los Oscars. Sin duda, su decisión de restar importancia a los personajes y otorgar el máximo interés a las investigaciones y al abuso de poder de la Iglesia, es de lo más acertada. No sólo logra cautivar al público, sino que, además, provoca su indignación para, posteriormente, abrir debates y reflexiones que dejan poso en cada uno de los espectadores.

El director japonés Masanobu Takayanagi se encarga de un trabajo fotográfico impecable que se vuelca principalmente en los detalles y en otorgar protagonismo a la iluminación escénica. El magnífico montaje también contaba con el reconocimiento de los Oscars y es que no ha podido pasar desapercibida la labor técnica realizada por McCarthy y los suyos. El compositor canadiense Howard Shore acompaña a la trama con el piano, aportando ciertas dosis dramáticas que resultan totalmente necesarias para apartar la frialdad del argumento al igual que apoyan la intriga en los instantes de mayor clímax.
La cinta de McCarthy es imperecedera, necesaria y brillante como producto cinematográfico. “Spotlight” es demoledora, pero se encarga de recordar la labor humanitaria que realizaron estos periodistas. Un trabajo tan noble que se pierde entre habladurías más comunes, entre medios destinados al simple entretenimiento y que olvidan una de las funciones más importantes por las que el periodismo es indispensable en la sociedad.
Lo mejor: un guion impecable, atractivo y verdaderamente reflexivo.
Lo peor: escasos detalles que, en su conjunto, no tienen ni siquiera importancia.
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